La leyenda del Santo Cristo de la Peña

Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo la lluvia escaseaba y debido a la falta de agua y al intenso calor, la tierra no daba los frutos deseados y los labradores de Aguilafuente, desesperados, ya no sabían qué hacer. Un día, uno de aquellos labradores ya no podía más, se sentó en un montón de piedras linderas con la tierra de un vecino y se puso a llorar. Con los ojos empañados en lágrimas vio como un enorme lagarto le observaba fijamente. El hombre, sin pensarlo dos veces, cogió una de las piedras del montón y se la lanzó pero el lagarto la esquivó, pasando entre sus piernas muy rápido para esconderse debajo de las piedras en las que se había sentado. El hombre fue a casa y contó a su mujer lo sucedido pero esta no le creyó.

Al día siguiente volvió al lugar a buscar al lagarto y como no aparecía volvió a sentarse en el montón de piedras a echar un trago de la bota. Cuando terminó, ahí estaba el lagarto mirándole fijamente y huyendo cuando el labrador intentaba matarle con una piedra.

Día tras día ocurría lo mismo hasta que el matrimonio decidió ir hasta el lugar a esperar al lagarto y cuando este apareció, en lugar de intentar lapidarle comenzaron a retirar piedras del montón y fue en ese momento cuando encontraron la imagen de un Cristo crucificado. Contaron el hallazgo a las autoridades y una vez constatado dedicaron una ermita al Cristo. Comenzaron las lluvias y las cosechas se salvaron. Desde aquel día, los vecinos cuidan de la imagen y del lugar.