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Viernes, 15 de noviembre 2019, 13:42
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Más allá del juicio en sí, la vista oral contra Vicente Belenguer, el profesor acusado de un delito de incitación al odio por mofarse de la muerte del torero Víctor Barrio volvió a poner en evidencia la falta de espacio de la que se han quejado en reiteradas ocasiones responsables de la Administración de Justicia en Segovia. La propia Raquel Sanz comentaba a la salida de la vista que «ha quedado demostrado que se necesita un nuevo Juzgado de lo Penal». Y es que las estrecheces del edificio de Fernán González hicieron que fuera casi imposible no solo que no se cruzaran las incómodas miradas de los familiares de Víctor Barrio y el acusado, Vicente Belenguer, sino que incluso se rozaran. Se mantuvieron a escasos centímetros prácticamente durante todo el juicio. El profesor valenciano, sentado en una silla; detrás de él, casi pegados, la madre, el padre y la viuda, que fueron pasando por el banquillo de los testigos. Sanz revelaba al final de la vista oral que «ha sido duro y difícil, incluso desagradable». Aunque fue difícil evitar ese cruce de miradas, en ningún momento se dirigieron la palabra. Solo un amago cuando Esther Hernanz colocó la chaqueta del acusado en el respaldo de la silla. La situación fue violenta, esa tensa cercanía incomodó a todos, a pesar de los esfuerzos de los funcionarios del juzgado por encajar las piezas en el reducido puzzle de la sala de vistas.
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