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Un grupo de jóvenes participa en un botellón en Segovia. El Norte
Crecen un 20% las intoxicaciones etílicas de menores atendidas en urgencias

Crecen un 20% las intoxicaciones etílicas de menores atendidas en urgencias

El 40% de las personas que acuden por consumo excesivo de alcohol al hospital de Segovia tienen menos de 25 años

claudia carrascal

Domingo, 22 de julio 2018, 12:28

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Los fines de semana, navidades y las fiestas patronales tanto de la capital como de los municipios de la provincia que se suceden a lo largo del verano son fechas en las que se dispara el consumo de alcohol, en especial entre los menores. Los servicios de Emergencias y los de Atención Primaria atienden a decenas de personas menores de 25 años por intoxicación etílica a lo largo del año. Los casos más graves acaban en Urgencias del Hospital General de Segovia, que en los seis primeros meses de 2018 ya ha atendido 42 casos. De ellos, cuatro eran menores de edad y otros catorce tenían entre 18 y 25 años, es decir, el 40% de los pacientes que acuden a este servicio hospitalario por consumo excesivo de alcohol son menores de 25 años.

Las cifras son todavía más preocupantes si se comparan con las del año pasado, según el advierte el jefe de Urgencias, Luis Gómez de Montes, quien explica que el incremento de intoxicaciones etílicas en menores durante los seis primeros meses del año ha sido un 20% superior a las de 2017. Además, la cifra se triplica si se compara el número de menores de 25 años. A lo largo del año pasado se registraron 87 casos de intoxicación etílica en Urgencias, 24 de ellos de menores de 25 años. Dos terceras partes de los incidentes se produjeron durante la madrugada del sábado y del domingo. En adultos, el número de casos entre los hombres dobla al de mujeres, sin embargo entre la población más joven apenas existen diferencias entre ambos sexos.

A las nueve de la noche de cualquier viernes o sábado, las puertas de los supermercados ya están llenas de adolescentes cargándose de municiones para el botellón. Las tiendas cumplen con la exigencia de la mayoría de edad; pero los menores sortean las dificultades con amigos o conocidos que superan los 18 . Las zonas ajardinadas del valle del Clamores y la Hontanilla son los enclaves preferidos por jóvenes y adolescentes para este tipo de encuentros sociales, en los que el claro protagonista es el alcohol. No obstante, hay numerosos parques y plazas de la ciudad que también se utilizan para hacer botellón, entre ellos el Paseo del Salón, la Plaza Fernán González, la zona que se encuentra entre el Arco del Socorro y el Museo de Segovia o los jardines del Museo Zuloaga.

A nivel nacional existe una normativa que prohíbe la venta de alcohol a menores, también el consumo de alcohol en la vía pública. Además, Segovia cuenta con una ordenanza específica sobre prevención, venta, dispensación, suministro y consumo de bebidas alcohólicas. En ella se establece que no está permitida ninguna forma de venta, entrega, ofrecimiento, suministro o dispensación de bebidas alcohólicas a los menores de 18 años. En caso de duda, el vendedor o suministrador deberá solicitar al consumidor la acreditación oficial de la edad.

Esta ordenanza contempla sanciones que oscilan entre los 30 y los 600 euros para infracciones leves, entre las que se encuentra el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública. Entre 600 y 10.000 tendrán que abonar los que incumplan otro tipo de directrices como la de vender, entregar u ofrecer bebidas con graduación alcohólica a los menores de 18 años, siempre y cuando no hayan tenido consecuencias graves para la salud. En los casos más graves el incumplimiento de establecimientos en esta materia puede conllevar multas de hasta 600.000 euros.

Pero ni la posibilidad de ser multados ni las advertencias de los sanitarios sobre riesgos que entraña para la salud el consumo abusivo de alcohol, con especial incidencia en edades tempranas, disuaden a los jóvenes. Los últimos estudios realizados por la Concejalía de Educación y Juventud revelan que el 21,6% de los niños con edades comprendidas entre los 11 y 12 años han probado el alcohol en alguna ocasión. El porcentaje asciende a 66% en el caso de los adolescentes entre los 13 y los 17 años.

Cuando una persona llega al Hospital con intoxicación etílica el primer paso es realizarle una evaluación orgánica general para establecer el nivel de gravedad, de consciencia y otras constantes vitales del paciente. Después el médico prescribe el tratamiento oportuno, que normalmente se basa en la inyección de líquidos y sueroterapia, aunque en determinados casos también pueden necesitar tratamientos vitamínicos. «Afortunadamente, con estos medios y unas horas en observación el paciente puede recibir el alta y son muy pocos los casos que requieren el ingreso en planta; son más frecuentes en pacientes crónicos», explica Luis Gómez de Montes.

El cambio de hábitos de consumo ha contribuido a agravar la situación y a adelantar la edad de consumo de estas sustancias tóxicas. El jefe de Urgencias señala que en los países mediterráneos antes eran más habituales las bebidas de alcoholes fermentados, como la cerveza y el vino. En los últimos años la tendencia ha cambiado y se han adoptado costumbres más nórdicas que llevan a un consumo más alto de destilados de alta graduación.

Por otra parte, los jóvenes suelen buscar la forma más rápida de emborracharse para sentir la euforia que producen estas bebidas. «Estamos en la era del cajero automático y de la comida a domicilio, todo es más rápido, también en las tendencias de consumo de alcohol», advierte Gómez de Montes.

El problema es que el alcohol es la droga social más aceptada. «Está tan admitida que los pacientes la ven como algo banal y no son conscientes de que el coqueteo con los tóxicos, como el alcohol, está impregnado de incertidumbre», comenta. En este sentido, advierte de que es fácil pasar del consumo episódico al frecuente, y de ahí a habitual en un periodo de 15 o 20 años, que es cuando realmente se padecen las consecuencias, en muchas ocasiones ya irreversibles.

«Actitud complaciente»

Otro de los obstáculos para erradicar el consumo de bebidas alcohólicas entre los menores es la actitud excesivamente complaciente de los padres. «Lo más frecuente cuando damos el aviso es que las familias traten de eximir a sus hijos y transferir las responsabilidades a terceros. No lo quieren ver como un problema, o al menos como un indicio», reflexiona.

En Castilla y León, la edad media de inicio de consumo de alcohol está en los 13,5 años. Para fomentar la prevención en edades en las que todavía es posible detectar y evitar posteriores conductas relacionadas con el alcoholismo, la Consejería de Sanidad puso en marcha hace un año el programa Ícaro, que ofrece apoyo y asesoramiento a los menores para combatir el abuso del alcohol de la mano de un equipo de profesionales formados en la materia.

Este programa comenzó a funcionar en Valladolid y se ha ido extendiendo al resto de provincias. En Segovia se activó durante las fiestas de San Juan y San Pedro del pasado junio, aunque por el momento ningún paciente ha entrado en el programa. El jefe del Servicio de Urgencias explica que es una fórmula muy oportuna para evitar que los menores sean reincidentes y se conviertan en bebedores habituales. Este programa, completamente voluntario, coordina a los equipos de Atención Primaria, Pediatría y Urgencias con los Servicios Sociales y de Psiquiatría, que se encargan de la formación del personal.

Cuando este proyecto esté a pleno rendimiento, no solo se espera una reducción de los casos de intoxicación etílica que recibe el Hospital, así como del número de reincidentes, sino también de los ingresos que tienen como causa principal traumatismos por accidentes de tráfico, caídas o cortes en los que también ha influido la cantidad de alcohol ingerida.

A largo plazo, el consumo de estas sustancias tiene consecuencias desastrosas, confirma el doctor, ya que crea dependencia y su abuso de forma prolongada aumenta el riesgo de daños graves en el hígado, el páncreas o el estómago. Por debajo de los 18 años cualquier contacto con estas bebidas es más nocivo debido a la plasticidad de las conexiones neuronales. Además, los jóvenes todavía tienen una fisiología en crecimiento que se puede ver afectada y puede causar alteraciones en el equilibrio hormonal que todavía se está estableciendo.

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