Más de 2.500 segovianos viven en fincas y barrios situados lejos de sus pueblos
Hay urbanizaciones fundadas en los últimos años que ya concentran la mayoría de los vecinos de multitud de municipios
El paisaje segoviano ha cambiado en los últimos años. Ya no es el mismo que había hace años, cuando los pueblos grandes y pequeños unificaban ... al conjunto de los habitantes de la provincia. Ahora, las promociones de viviendas han supuesto la extensión de chalés en los cascos urbanos, que cada vez suman más vecinos, hasta incluso acercarse al total de inscritos en el padrón de los municipios; mientras que aquellos núcleos que estaban dispersos, situados junto a campos de labranza y granjas, son los que más han sufrido la reciente sangría demográfica. Pese a ello, más de 1.200 personas residen todavía en estas fincas diseminadas y separadas por varios kilómetros del centro de sus localidades.
Los municipios son tan solo el primer escalón en la distribución geográfica de Segovia. Esto se debe a que, por debajo, surgen multitud de ramificaciones que conforman las diferentes unidades residenciales existentes en el territorio. Por ejemplo, están los diseminados, que son los poblamientos esparcidos cuyos edificios no forman parte de un núcleo y tampoco pueden ser considerados como tal; así como los barrios, anejos, entidades locales menores o despoblados salpican la superficie de la provincia.
El nomenclátor que publica cada año el Instituto Nacional de Estadística (INE) permite descender las subdivisiones de los pueblos para conocer de qué forma se asientan los habitantes. Es un estudio que va más allá de las divisiones administrativas, pues se centra en el análisis de las entidades colectivas y singulares de la población que cuentan con una larga tradición.
Si bien es cierto que Segovia contabiliza 209 pueblos con ayuntamiento propio, estos albergan en sus límites un total de 392 núcleos diferenciados -casi el doble respecto al número de municipios- y 272 diseminados. El recuento de unidades poblacionales se eleva a 1.264, ya sean espacios que están habitados o no. Lejos de mermar el recuento, se ha incrementado casi un 1,5% en apenas una década. Aun así, no es la provincia que más entidades registra, ya que se coloca en el puesto 31 al situarse por detrás de Soria, Ávila o Palencia.
Dispersión
Segovia no presenta una notable dispersión en comparación con otros territorios nacionales. Aunque duplica a La Coruña en número de municipios constituidos, la provincia gallega sobrepasa las 21.800 unidades poblacionales, pues se nutre fundamentalmente de diminutas aldeas, antiguas localidades, fincas y explotaciones ganaderas o industriales que han evolucionado con el paso de los años. Lo mismo sucede con Lugo, Asturias y Pontevedra, que sobrepasan la barrera de los 10.000 núcleos y se alejan de las cifras segovianas.
La diáspora es mucho menor, pero eso no impide que prácticamente la totalidad de los municipios de la provincia cuenten con al menos un diseminado que, en su conjunto, superan los 1.280 vecinos. Algunos de ellos anotan varios, ya que muchos de ellos se corresponden con otros núcleos dependientes. En algunos casos, estos espacios de viviendas apartadas del casco urbano han perdido residentes con el avance del tiempo hasta convertirse en áreas completamente deshabitadas, como es el caso de los poblados pertenecientes a Abades, Bernuy de Porreros, Castroserracín, Arroyo de Cuéllar, Veganzones... El listado en este sentido es muy amplio.
Otros diseminados están a punto de desaparecer al contar con un único habitante censado, de acuerdo con los últimos datos del nomenclátor, que fue actualizado en 2024. En esta coyuntura se encuentran 17 entidades dispersas distribuidas en Cuevas de Provanco, Vallelado, La Cuesta (perteneciente a Turégano), Aldesaz (Condado de Castilnovo), Losana de Pirón (Torreiglesias), Perorrubio (Sepúlveda), Santa Marta del Cerro, Villoslada (Santa María la Real de Nieva), Melque de Cercos, La Matilla, Marugán, La Higuera (Espirdo), La Estación de El Espinar (El Espinar), Aldeonsancho (Cantalejo), Armuña y Huerta (Arcones). Más de un tercio de los únicos vecinos que viven en estos poblados solitarios tienen más de 65 años.
Al contrario, hay diseminados que albergan tantos residentes casi como el cogollo de la localidad principal. Fuente el Olmo de Fuentidueña tiene registrados hasta 265 empadronados, el 67% de su censo, en una área apartada del centro del pueblo. Todos ellos son extranjeros, por lo que es un hecho relacionado con el acondicionamiento de viviendas prefabricadas que alojan a los temporeros que cada año se hospedan en este pueblo segoviano para trabajar.
La zona residencial de Los Cortos, en Duruelo, también acoge al 42% de los vecinos totales, lo que se traduce en 60 habitantes; y está seguida de núcleos dispersos en Valverde del Majano, Gomezserracín y Coca, que son incluso más grandes que decenas de pequeños municipios al alcanzar la treintena de personas censadas, respectivamente.
Urbanizaciones y despoblados
El crecimiento de estos núcleos dispersos ha supuesto la constitución de urbanizaciones en los alrededores de los cascos urbanos de multitud de pueblos. No importa si hay que cruzar carreteras o atravesar campos, ya que las promociones de viviendas, que conllevaron la extensión de filas y filas de chalés por el territorio hace poco más de dos décadas, atrajeron a familias que buscaban una segunda vivienda destinada al ocio y entretenimiento, un resquicio de tranquilidad u oportunidades inmobiliarias más económicas.
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Así, proliferaron entidades puramente residenciales que permitieron dar un impulso demográfico a algunos pueblos segovianos, entre los que sobresalen Marugán, cuya urbanización Pinar Jardín ya suma más de medio millar de habitantes (el 71% de la población del municipio); o Ituero y Lama, donde esta proporción se eleva al 83% al configurarse un gran parque de vivienda en los espacios conocidos como Coto de San Isidro y la Cerca Nueva, que se constituye como camping.
En menor medida, también secundaron esta tendencia Duruelo, Fresno de Cantespino (urbanización Prado Pinilla), Cabañas de Polendos (Mata de Quintanar), San Cristóbal de Segovia (Montecorrredores y El Terradillo), Cerezo de Arriba (La Pinilla) o Trescasas (La Atalaya). Todos estos núcleos de población recién creados suman 1.300 vecinos, que se distribuyen de forma dispersa por la provincia en vez de pertenecer a un único municipio.
Las perspectivas arrojan datos positivos para estas nuevas iniciativas inmobiliarias que han provocado el cambio en la ordenación y distribución de los ciudadanos por el territorio, pero también en el nomenclátor segoviano. Palazuelos de Eresma es un claro reflejo de este auge urbanístico, pues la sucesiva creación de urbanizaciones ha concluido con la fundación de unidades poblacionales con identidad propia, como son Parque Robledo, Peñas del Erizo, Carrascalejo y Quitapesares.
No corren la misma suerte algunas entidades que aún figuran en el catálogo estadístico, pero aparecen en la categoría de despoblados. Guijasalbas, localidad perteneciente a Valdeprados; y Cotanillo, dependiente de Aldealengua de Pedraza, no contabilizaron ningún habitante a lo largo de 2024. Es una senda a la que ya se aproximan Moñibas (Muñopedro), que finalizó el año con solo un vecino; y Tejadilla (Ventosilla y Tejadilla) y Tenzuela (Pelayos del Arroyo), con dos residentes, respectivamente. Las localidades que integran el listado al estar amenazadas por la extinción se han disparado en los últimos años.
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