Cristiano a Cándido: «Estaba todo top»
Cuando llegó al comedor, el astro portugués abrió la ventana y dijo: «¡Qué bonito el Acueducto!»
Carlos Álvaro
Jueves, 23 de febrero 2017, 18:47
Alrededor de dos horas y media permaneció Cristiano Ronaldo en el interior del Mesón de Cándido, el tiempo que él y los suyos emplearon en degustar el típico menú segoviano, admirar las vistas que ofrecen los ventanales del célebre establecimiento y departir amablemente con Cándido, camareros y cocineros de la casa. A Cándido López le pidieron discreción, porque se trataba de una visita «íntima», pero el hombre no pudo evitar el revuelo que la presencia del delantero del Real Madrid causó en la plaza del Azoguejo. «Al final, la noticia ha corrido como la pólvora. Es inevitable».
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Cándido agradeció enormemente la visita. El futbolista portugués llegó al mesón a eso de las dos de la tarde, acompañado de su pareja, Georgina Rodríguez, su hijo, su madre y unos amigos. El dueño los acomodó en el reservado del comedor del Torreón, con el fin de preservar aún más su intimidad. Lo primero que hizo Ronaldo cuando entró en la sala fue abrir una ventana para ver mejor las impresionantes vistas al Acueducto. «¡Qué bonito el Acueducto!», exclamó el astro madridista.
«Cristiano ha estado simpático y muy amable, conmigo y con todo el personal. Se le veía relajado y a gusto, muy a gusto», asegura el mesonero, que no dudó en fotografiarse con el futbolista cuando el cochinillo recién asado llegó al comedor. Ronaldo y los suyos se decantaron por el menú segoviano más clásico: entrantes a base de jamón ibérico, chorizo de la olla y ensalda, judiones de La Granja, cochinillo de Segovia y ponche segoviano. Cuando terminó de comer, 'The best' no pudo por menos que expresar su satisfacción en el Libro de Oro del mesón: «El leitão [cochinillo en portugúes] estaba fantástico. Estaba todo top. Y las vistas también son lindas. Muito obrigado por todo, señor Cándido. CR7», escribió de su puño y letra. Previamente, el jugador del Real Madrid había disfrutado del rito del corte del lechón con el borde del plato, ceremonia que atendió personalmente el propio Cándido.
La comida terminó a las cuatro y media y Ronaldo, su pareja, su hijo y su madre abandonaron el mesón. Ya en la plaza del Azoguejo, se desató la locura. El crack portugués anduvo los apenas diez metros que separan el mesón del otro lado del Acueducto, donde lo aguardaban varios coches, trayecto en el que fue abordado por numerosos jóvenes. Con él iba Georgina Rodríguez y su hijo. Custodiado por varios guardaespaldas y con el rostro serio, aunque amable y dispuesto a firmar cuantos autógrafos se le pedían, CR7 apenas se paró, aunque caminó lentamente hasta el coche. «Creo que iban a visitar algún sitio más, pero desconozco cuál», contó Cándido, culé de corazón pero orgulloso de haber incorporado al actual Balón de Oro a la interminable lista de visitantes ilustres que han comido en su casa.