De riojas, pero porque lo dice la etiqueta
Paco Plaza presentó en Asador Maribel los vinos de la bodega Sierra Cantabria
carlos iserte
Domingo, 13 de noviembre 2016, 17:34
He comprobado en numerosas ocasiones (demasiadas) como segovianos amantes del vino chatean con riojas, cuando en la misma provincia están los valtiendas, o en la región los riberas, toros o bierzos, por mencionar cuatro de las diez denominaciones vitivinícolas existentes en Castilla y León. Vinos con un señorío abrumador, con algunas de sus referencias entre las mejores del mundo. ¿Por qué, entonces, los segovianos están abducidos por la riojitis y no por la riberitis? Lo desconozco. No sé las razones por las que La Rioja se impone a La Ribera. ¿Será, tal vez, por la restauración que no insiste en vender primero lo suyo y luego lo que venga?, ¿o es que, definitivamente, el segoviano prefiere vinos fáciles, lights y planos como son los riojas clásicos de barra?
Sin embargo, hay riojas y riojas. Es decir, vinos clásicos y otras referencias que son de La Rioja, «porque lo dice la etiqueta», sentenció el sumiller y distribuidor de vinos segoviano, Paco Plaza, encargado de presentar a «los otoñeros enológicos» tres vinos de altozano de Bodegas Sierra Cantabria. El escenario, Maribel, tal vez el mejor asador de lechazo de la capital, que dirige con arte culinaria Julio Santervás, embajador de Sacramenia en la Ciudad del Acueducto. Paco Plaza lleva razón cuando saca del «listado del aburrimiento» los vinos elaborados por Marcos Eguren, uno de los mejores enólogos del mundo, por lo que no es de extrañar su capacidad para criar elaboraciones (Alabastre, Teso La Monja, El Puntido, La Nieta) que nada tienen que ver con los clásicos del barrio de La Estación de Haro, La Guardia o El Ciego, epicentro del Río Oja y decenas de millones de botellas vendidas en todo el mundo. Al César lo que es del César. Pero a lo que vamos. Plaza, que es imposible silenciarlo ni debajo del agua, puso todo su poderío pedagógico al servicio de los catadores y ofreció a la concurrencia una nueva clase magistral de lo que es una cata divertida, amena y pasional. Lo cierto es que medio camino lo tuvo ya andado gracias a los tres vinos presentados.
El espectáculo comenzó con Sierra Cantabria en su versión crianza, también cuenta con reserva y gran reserva. El vino, con un bonito y atractivo color rubí, aunque con algunas precipitaciones salinas en copa, que no se puede considerar como defecto gustativo, en todo caso estético, se mostró muy frutal, envolvente y aterciopelado, gracias, en parte, al buen ensamblaje con la madera, apenas presente a pesar de haber dormido durante largos 14 meses en barricas francesas y americanas.
La batuta tánica de Paco Plaza continuó dirigiendo un atractivo concierto de aromas y sabores, expandidos en la partitura de un Cuvée 2012, vino elaborado en Viñedos Sierra Cantabria, la segunda de las seis bodegas que forman parte del Grupo Eguren (Sierra Cantabria, Viñedos Sierra Cantabria, Señorío de San Vicente, Viñedos de Páganos, Teso La Monja y Dominio de Eguren; estas dos últimas en Toro y en Cuenca, respectivamente). Limpio, goloso, fresco, con una acidez rozando la perfección en su unión con los taninos y, sobre todo, me pareció un vino mineral de imposible encasillamiento como un rioja, a pesar de serlo.
La cata se cerró con un Colección Privada 2012, de la misma bodega que el Cuvée, pero para mi gusto de inferior calidad. Tal vez porque el vino estaba un poco cerrado (estos vinos es conveniente que se abran un par de horas antes de su cata), lo que no impidió disfrutar de su aroma a regaliz, lácteos y de su carnosidad en boca con un final largo.
En resumidas cuentas, una cata al estilo Paco Plaza, que vuelve el próximo domingo con una degustación de garnachas de Familia Juan Gil. No pienso perdérmelo.
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