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Jueves, 29 de noviembre 2018, 07:44
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Una anécdota resume perfectamente la filosofía que defiende Mauricio Pellegrino en el campo. Concretamente la que tuvo lugar en 2014 con el entonces técnico de Estudiantes de la Plata y el 'Brujo' Manuel –desconocido en España pero todo una institución en Argentina– como protagonistas. El chamán, al que atribuyen ascensos y descensos, curaciones milagrosas, títulos imposibles y hasta el pase de la selección albiceleste al último Mundial, también pincha en hueso y uno de esos derrapes lo dio con el hoy entrenador del Leganés. No terminaba de asomar la cabeza los 'pincharratas' y Pellegrino, cauteloso hasta en el tono, se acercó al vidente para recriminarle cuál era su ayuda si el equipo no lograba remontar. El 'brujo' Manuel le miró a los ojos y con la misma pausa le espetó: «Y que querés que haga, si los jugadores no entran al área ni patean al arco».
Y es que, a costa de apuntarse a la exageración en la que viven los argentinos, sus jugadores pisan más el área propia que la ajena. El que fuera líder defensivo, entre otros equipos, de Vélez o Valencia predica con el ejemplo, y en su pizarra mandan términos como la mesura, la cautela y el exceso de celo con la propia portería. Sus equipos no se vuelven locos ni pierden la cabeza por buscar los tres puntos porque en la filosofía de Pellegrino, la igualdad también es una manera de sumar. Prioriza el orden y desde ahí trabaja con conceptos simples pero sólidos para que surja de forma espontánea la calidad de sus jugadores. La fórmula es válida para construir equipos compactos que concedan muy poco a sus rivales y que luego sean capaces de exprimir al máximo el trabajo de laboratorio en situaciones a balón parado. Ahí también demuestra Pellegrino su obsesión por controlar todas las facetas del juego que no dependan de la improvisación y estén en su mano. Son rasgos que le acercan a algunos de sus técnicos favoritos, de los que ha aprendido incluso en el mismo vestuario, caso de Marcelo Bielsa –con el que coincidió en Vélez–, Rafa Benítez –ejerció de ayudante en Liverpool e Inter de Milan– o Van Gaal –fue su técnico en el Barça 98/99–.
Al actual entrenador del Leganés no le interesa la posesión y sin embargo sí le preocupa tener un plan diferente para cada uno de sus rivales, tal y como ha quedado demostrado en las treces primeras jornadas de campeonato donde no solo no ha repetido once sino que tampoco ha calcado un patrón que sirva como referencia a sus jugadores. Empezó la liga desplegando un 4-4-1-1 en San Mamés, y desde entonces ha jugado otros cuatro partidos con una línea de cinco (5-3-2 y 5-4-1), dos con tres zagueros (3-4-2-1), y otras tantas variantes en el resto de encuentros, pero siempre abrigando a su portero como premisa (4-2-3-1 en Villarreal o 4-1-4-1 en Valencia, por ejemplo).
Probablemente el contrapunto a semejante mareo para el futbolista lo pone su título en coaching y su condición de experto en comunicación interpersonal.
Su carrera como técnico ha estado ligada a Argentina, España e Inglaterra, las mismas competiciones que disfrutaron de su solidez en su etapa como jugador antes de colgar las botas en 2006 en las filas del Alavés. En Leganés afronta el difícil reto de hacer olvidar a Asier Garitano, pero ya antes tuvo que hacerlo en Valencia cuando recibió la llamada de Braulio Vázquez para tomar el relevo de Unai Emery (2012); en Estudiantes de la Plata cuando cogió las riendas de un equipo hecho a imagen y semejanza del Cholo Simeone (2013 a 2015); en Independiente donde llegó a firmar el mejor arranque de la historia del club con seis victorias en otros tantos partidos (2015); en Vitoria (2016/17), donde cuajó su mejor campaña llevando al Alavés a la novena plaza (55 puntos) y a la final de la Copa del Rey; y al Southampton de la Premier inglesa, donde hubo de soportar el peso de sustituir a su compatriota Pochettino, aunque con muchos menos recursos.
Después de este amplio listado, ahora le persigue la sombra de Garitano, que ató dos permanencias después de lograr el ascenso a Primera. Su periodo de reconstrucción, con una plantilla que sumó en verano veinte incorporaciones y cuenta un evidente 'overbooking' con 28 fichas, lo ha iniciado –como no podía ser de otra forma– desde la defensa. En la zona que mejor conoce y no guarda secretos para él.
Por ahí, el Pellegrino meticuloso, el pragmático, el obsesivo en lo táctico, volverá este sábado a buscar el mejor traje que se ajuste para medirse al Valladolid. El chico de campo que salió con 16 años de su Leones natal para vivir en la pensión de Vélez Sársfield, el que levantó quince títulos como jugador, tratará de dar una vuelta de tuerca más al cerrojo en busca de la primera victoria a domicilio del Leganés, en un curso en el que solo ha sumado dos empates (Valencia y Girona).
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