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El rebaño, en la rotonda junto al Puente Don Guarín de Palencia. Antonio Quintero

Los pastores trashumantes regresan a Madrid tras un «veraneo» en los pastos del norte

1.500 cabezas de ganado merino y 100 cabras abandonan los verdes pastos del norte para pasar el invierno en el centro del país

El Norte

Palencia

Viernes, 28 de septiembre 2018, 08:24

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Los tiempos han cambiado. Hace años que abandonamos el caballo por el coche y la paloma mensajera, por el móvil. Pero hay animales que, por muy modernos que nos creamos, no se pueden sustituir por tecnología. Y es que, mucho tiene que cambiar el mundo para que se acabe encontrando un sustituto tecnológico al cordero o al cabrito, a esos animales que, cuando están bien criados, convierten una simple comida en un fiesta.

Son muchas las explotaciones que para lograr esa buena crianza del ganado utilizan la última tecnología, pero otros, como Juan Díaz, siguen alimentando a sus animales gracias a una práctica ancestral como es la trashumancia. Las 1.500 cabezas de ganado merino y 100 cabras retintas extremeñas que pastorea Juan llegaron ayer a la rotonda del Puente de Don Guarín de Palencia tras un largo viaje que arrancó el 28 de mayo en la localidad madrileña de Villanueva del Pardillo. Esta expedición al norte –en la que participan las voluntarias de la ONG Ruta 6 Blanca, Yolanda y Tatus, además de otras dos personas en un vehículo de apoyo– ya se encuentra de vuelta a tierras madrileñas con el objetivo de llegar el 21 de octubre a la vigésima quinta edición de la Fiesta de la Trashumancia, que llenará de cabezas de ganado lugares tan emblemáticos de la capital del país como la Puerta del Sol o la plaza de Cibeles.

Arriba, Juan Díaz dirige su rebaño. Abajo, a la izquierda, el pastor junto a las voluntarias. A la derecha, una cabra se yergue para comer hojas de un árbol. Antonio Quintero
Imagen principal - Arriba, Juan Díaz dirige su rebaño. Abajo, a la izquierda, el pastor junto a las voluntarias. A la derecha, una cabra se yergue para comer hojas de un árbol.
Imagen secundaria 1 - Arriba, Juan Díaz dirige su rebaño. Abajo, a la izquierda, el pastor junto a las voluntarias. A la derecha, una cabra se yergue para comer hojas de un árbol.
Imagen secundaria 2 - Arriba, Juan Díaz dirige su rebaño. Abajo, a la izquierda, el pastor junto a las voluntarias. A la derecha, una cabra se yergue para comer hojas de un árbol.

Con una media de 20 kilómetros diarios, el objetivo del viaje de Juan y sus compañeros esta bien definido. «A los animales les presta mucho pasar por aquí arriba el verano. En Madrid hay muchas 'calorinas' y sufren mucho.Además, lo tendríamos que hacer todo a base de piensos y sería costosísimo», sentencia este pastor de cuarta generación que se dedica a lo que mejor sabe hacer, a un oficio que tiene ventajas e inconvenientes. «Los pastores tenemos mucha suerte. Dormimos en hoteles de mil estrellas», apunta con sorna Juan, que suele hacer noche al raso, aunque asegura que su trabajo no es tan duro como puede parecer. «Cada dos o tres días nos damos un homenaje porque nos cansamos de las cenas 'latinas', con tantas 'latinas' de mejillones, de atún y de lo que tengamos», afirma este pastor, que guarda como oro en paño el abrelatas que le acompaña en cada aventura.

Los veranos de Juan son así. Mientras sus vecinos huyen de Madrid para dorarse al sol en la playa, él también abandona las tierras madrileñas y se broncea, pero de una manera bien distinta y con un discurso muy diferente al que se puede escuchar en un chiringuito playero. «Llevamos el ganado a veranear al norte para que esté comiendo hierba fresca todo el verano. A los animales les viene de perlas irse de vacaciones», bromea.

El carácter alegre de Juan no resta sonoridad a su mensaje, que cuenta con un profundo trasfondo reivindicativo, de defensa de una forma de vida que parece arrinconada entre la modernidad y el asfalto, pero que aprovecha cada año la Fiesta de la Trashumancia de Madrid para exigir respeto a la historia de esta práctica ganadera. «Nuestra labor principal se basa en que se respeten las cañadas y no se pierda este tipo de ganadería», apunta Juan mientras su rebaño camina para continuar su viaje hacia Autilla del Pino.

Juan y sus compañeros de viaje tienen aún mucho camino por recorrer, por eso ven muy lejano ese día en el que aparecerán en todos los informativos nacionales mientras su ganado se adentra en el Paseo del Prado en la Fiesta de la Trashumancia. Pero, mientras llega el 21 de octubre, su rebaño recorrerá una media maratón diaria para seguir completando un viaje que encontrará su fin cuando el termómetro comience a mostrarse hostil para esos que descansan en «hoteles de mil estrellas». Juan tendrá que degustar muchas más 'comidas latinas' hasta que acabe esta aventura que le indicará que sí, que ya ha finalizado su particular veraneo, del que regresará con la piel dorada y con aún más ganas de luchar por esta práctica, que dio de comer a su bisabuelo, a su abuelo y a su padre.

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