El Cristo del Otero
De una inauguración clandestina a símbolo de la ciudadDoce obreros acompañaron a Victorio Macho en la construcción del Cristo del Otero, que se levantó en nueve meses
Convertido en símbolo de Palencia, en una de las referencias icónicas más extendidas de la ciudad, el Cristo del Otero, sin embargo, no ha recibido siempre a lo largo de su historia (cumple oficialmente 94 años este 12 de junio) el mismo cariño ni la aceptación indiscutible por parte de los palentinos de la que ahora goza.
Porque desde sus orígenes, como una propuesta del obispo Agustín García Parrado para que Palencia contase con un monumento dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el Cristo del Otero ha estado marcado en todo momento por la polémica, desde los más variados aspectos: la financiación, el diseño, el estilo artístico, la significación política o incluso la complejidad arquitectónica. Todos estos elementos, que marcaron aquellos primeros años de la escultura, quedaron pronto en el olvido, como también le fue ocurriendo al propio 'coloso' del Otero durante las primeras décadas del franquismo, años en los que la ciudad de Palencia dejó de mirar hacia su Cristo.
La barriada marginal que crecía a sus pies va cobrando magnitud con el paso de las décadas, hasta convertirse en un populoso y reivindicativo barrio en los años setenta. Un barrio especialmente joven y combativo que vuele a poner sus ojos en la escultura del Cristo del Otero para convertirla en punta de lanza de sus mensajes de reivindicación de mejoras urbanísticas y sociales. Los vecinos, organizados en torno a diferentes grupos y asociaciones ciudadanas, se cobran incluso la hazaña de ascender por el hueco interior de la escultura para llegar a la cabeza y desplegar desde los ojos del Cristo una pancarta reivindicativo.
Ahora toda Palencia mira de nuevo hacia el Sagrado Corazón del Otero, que se alza primero como un símbolo particular de su barrio, para poco a poco transformarse en esa referencia cultural y turística que el propio Ayuntamiento viene impulsando en los últimos años como carta de presentación para buscar nuevos visitantes.
El diseño fue controvertido para la época y generó controversia entre los palentinos
Construido en cemento armado, revestido de piedra artificial y granito, la primera piedra del Sagrado Corazón de Victorio Macho se colocó el 15 de junio de 1930 con una gran ceremonia pública. Meses antes, Victorio Macho había comenzado a trabajar en las manos y la cabeza en los talleres del arquitecto Jerónimo Arroyo, al que se le encomienda la compleja tarea de consolidación del cerro, que debe soportar el enorme peso de la escultura, 392 toneladas. Para ello, la cumbre del Otero se refuerza y consolida con unos cimientos en los que se utilizaron 14.000 toneladas de hormigón.
Todo en el proceso son cifras desproporcionadas para la época. La altura de 21 metros parece impensable y solo es superado en aquel momento por el Cristo Redentor de Río de Janeiro, construido el mismo año. También lo es el presupuesto, 100.276 pesetas con 20 céntimos, que se consiguen en su mayor parte de donaciones de los propios palentinos, en una ciudad que en aquellos momentos no alcanzaba los 24.500 habitantes.
Doce obreros, «para ser más veraz once y un gitano», según expone el propio Macho, trabajan a las órdenes del escultor y de sus ayudantes principales, en una labor hercúlea y no exenta de peligros, con andamios de madera, vientos huracanados por momentos, que ponen en riesgo sus vidas. Finalmente, las obras concluyen el 5 de febrero de 1931 y Victorio Macho bautiza a su magna escultura como 'Divino coloso', transformando a la vez su propia forma de entender la espiritualidad, puesto que no duda posteriormente en reconocer que las vicisitudes y complejidades de la construcción del Cristo del Otero inspiran en él un «profundo sentimiento religioso» del que anteriormente carecía.
También queda impresionado y plenamente satisfecho el obispo Parrado, impulsor de la obra y máximo valedor de Macho. «La estatua reúne todas las perfecciones religiosas y artísticas», resume el prelado palentino.
392 toneladas de peso y 14.000 de hormigón en la base, cifras espectaculares para la Palencia de 1931
Se trata de un Cristo de rostro semítico, en el que se conjugan rasgos de diferentes movimientos artísticos, como el cubismo, el constructivismo o el expresionismo. Con las manos en alto, parece bendecir a Palencia durante el discurso de las 'Bienaventuranzas'.
La melena de líneas zigzagueantes causa impresión por los azulejos brillantes de color azul y pecho se adorna con la imagen del Sagrado Corazón, con adornos acaracolados alrededor. Viste una túnica larga, prácticamente sin detalles, salvo una especie de cíngulo invisible en la cintura. Destacan en la base dos grandes y firmes pies.
Se trata de una imagen revolucionaria para la época, que causa no poca controversia entre la población. La defensa a ultranza del obispo Parrado contrasta con la de buena parte de la población, aunque la prensa local recibe la escultura con una favorable opinión general.
Pero una vez construido son los elementos externos los que se ciernen en contra del Cristo del Otero. Pocas semanas después de la conclusión de las obras, el 14 de abril de 1931, se proclama en España la Segunda República y los vientos dejan de soplar favorables hacia cualquier tipo de sentimiento religioso. El laicismo, incluso un feroz anticlericalismo, se apoderan buena parte de la sociedad española y, por supuesto, en los representantes de las principales instituciones, también las de Palencia, con un Ayuntamiento que aprueba la decisión de que la Corporación dejará de asistir a toda celebración religiosa y con una Diputación que decide trasladar a una capilla ajena a la institución, la imagen del Corazón de Jesús que se conservaba en el Palacio Provincial.
En este contexto, pronto llegan a Palencia las noticias de las quemas de conventos en Madrid, la expulsión del cardenal Segura, la profanación de tumbas de religiosos y las persecuciones. La ola de agresividad anticlerical se extiende por diferentes ciudades, aunque no llega a la capital palentina. Pero desde luego, las circunstancias no invitan a los actos públicos de profesión de fe. Por ello, el obispo Parrado desiste finalmente de celebrar un acto de bendición multitudinaria de la imagen del Cristo del Otero, aunque no renuncia por completo y programa una inauguración de carácter privado, casi clandestina, para el 12 de junio de 1931, coincidiendo con la festividad del Corazón de Jesús, a cuya advocación está dedicada al escultura.
De esta forma, el prelado solicita al superior de la residencia de los jesuitas, el padre Silverio de la Vega, que a la vez dirige el Apostolado de la Oración, que de forma privada y en su nombre bendiga la imagen. El superior de los jesuitas convoca a sus seguidores y un grupo de ellos, liderados por religioso, ascienden hasta la capilla de Otero, donde ofician una misa, rezan, consagran y bendicen el Cristo, asperjando con agua bendita toda la base de la estatua.
El acto pasó prácticamente desapercibido para toda la ciudad y no se hizo reflejo alguno ni en el Boletín Eclesiástico, que sí relataba otros oficios dedicados al culto del Corazón de Jesús que se habían realizado en los templos de la capital palentina.
Y aunque Palencia parecía olvidarse de su nuevo Cristo, el riesgo seguía planeando sobre el futuro de la escultura. Según explica el estudioso y profesor Segundo Fernández Morate, la magna obra de Victorio Macho estuvo a punto de ser dinamitada por radicales republicanos. «En 1933, el ermitaño que vivía en el Cristo oyó ruidos por la noche y vio que habían movido el cable del pararrayos, que lo habían tirado. Llamó a las autoridades y subió la Guardia Civil y vieron que en la base del Cristo, que tiene una puertecita por detrás habían colocado una bomba. Y la bomba no llegó a explotar porque parece que habían colocado mal la carga, pero debía ser una bomba bastante importante –unos cinco kilos de peso, con un buje de dinamita y varios detonadores–», explica el escritor, quien señala que nunca se encontró a los autores, aunque se sospecha que eran extremistas de izquierdas.
Victorio Macho relató también en sus memorias que algún tiempo después otro grupo de radicales anarquistas, pertenecientes a Juventudes Libertarias, intentaron también dinamitar el Cristo del Otero, aunque desistieron al quedar impresionados por la imagen.
Tras la Guerra Civil, las autoridades franquistas se esfuerzan por desagraviar a la figura del Sagrado Corazón y se retoman las celebraciones en la ermitas de Santa María del Otero y de Santo Toribio.
Se mantienen en todo momento las celebraciones de la romería del pan y el queso en las faldas del Otero, mientras el nuevo barrio al que da nombre la escultura crece de forma irregular, con el esfuerzo comunal de los vecinos y el olvido de la mayor parte de las corporaciones municipales. Salvo casos excepcionales, como el del alcalde Juan Mena, que llevó a cabo los primeros esfuerzos por dignificar la vida en el barrio, el Ayuntamiento de Palencia apenas posa su mirada en la zona del Cristo, más que para acudir a la romería de Santo Toribio.
Por ello, en las celebraciones de 1976, la corporación municipal es recibida con una pancarta reivindicativa colgada desde los propios ojos de la escultura y con una contundente protesta vecinal, que derivó en tumulto con una verdadera pedrea de respuesta hacia el alcalde y los concejales. Nace una intensa lucha vecinal y los residentes en el barrio transforman la romería de Santo Toribio y la imagen del Cristo en símbolos de sus reivindicaciones.
Todas las piezas del especial sobre el Cristo del Otero
- El Cristo, un corazón repleto de secretos
- Dos hermanos separadospor un océano
- «Es una obra grande y buena que aporta al arte»
- Macho, entre el amor y el desencanto
- El barrio que levantó sus propias casas
- Palencia, un doble museo para conoceral escultor
- Los dos Toribio, los priscilianistas y la pedrea
- «Las instituciones están obligadas a proteger, cuidar y engrandecer el cerro del Otero»
- El Plan Director, una programación que va más allá del Otero
- Primeras intervenciones con el foco en un mirador panorámico
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Sin embargo, el declive de la ermita situada a los pies del Cristo, donde reposan los restos del propio Victorio Macho desde 1966, es notable y el deterioro se acentúa durante los años ochenta, por lo que se acometen diferentes intervenciones de consolidación.
El barrio del Cristo poco a poco va creciendo y se dota de las infraestructuras básicas. Se refuerza el asociacionismo y se consigue que la romería de Santo Toribio sea declarada de interés turístico regional.
Además, desde el Ayuntamiento el interés por el Cristo delOtero crece de forma paulatina. Se plantea la construcción de un museo y finalmente, el Centro de Interpretación de Victorio Macho se inaugura en abril de 2006. Se ejecuta el Plan Urban para el desarrollo urbano en el barrio y se construyen nuevas infraestructuras. El idilio entre Palencia y el Cristo del Otero da así sus primeros pasos, y se consolida con el Plan Director de los Cerros y el Plan de Sostenibilidad Turística.
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