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Advertencias e información en el primer día de la obligatoriedad de la mascarilla en Palencia
La Policía Local centra la jornada en recordar a la población la medida de la Junta de usar las protecciones en todos los rincones
Puntos de información móviles parecían a primera hora de la jornada el oficial Félix Herrero y el agente Ismael Domingo en plena Calle Mayor. Fue bajarse de las motos y varios ciudadanos se acercaron hasta ellos para empezar una ronda de preguntas por el uso obligatorio de las mascarillas. La normativa de la Junta de Castilla y León se había hecho efectiva hace 10 horas y ahora ya no valía llevarla en el codo o en la papada.
En el primer día de la obligatoriedad de la mascarilla, Herrero y Domingo informaron y recordaron a todos los ciudadanos el uso correcto del arma más eficaz para controlar la covid-19 y evitar esos rebrotes que ya conviven en otras provincias. Fue encarar los primeros metros de la Calle Mayor y aparecer una mujer con la mascarilla mal colocada. «Se me había olvidado por completo», relata a la par que daba las gracias a los agentes por recordárselo.
Esta trabajadora de un comercio en el final de calle principal de Palencia fue la primera del más de medio centenar de personas que hablaron con los policías entre las 10:00 y las 12:00 horas. «Existe una delgada línea entre informar y sancionar, pero estamos para recordar el beneficio de su utilización», apuntaba Herrero antes de que dos deportistas se acercaran, con 1,5 metro de distancia, hasta su presencia. «¿No me puedo quitar la mascarilla para correr?», preguntaba una joven con el rostro enrojecido por el esfuerzo.
«El acuerdo señala que para la práctica deportiva no es necesaria la mascarilla», informaron los agentes ante el alivio de la 'runner'. Misma inquietud y similar respuesta obtuvo otra mujer, que aseguraba que le costaba respirar cuando salía a caminar de forma rápida en su marcha diaria. En esta ocasión, Herrero y Domingo la aconsejaron que se quitara la mascarilla, pero que mantuviera siempre la distancia de seguridad.
Y es que el deporte es una de esas excepciones para su empleabilidad, ya sea para correr o para practicar ciclismo. Precisamente cuando la bicicleta se utilice como medio de transporte sí que será necesaria colocarse la mascarilla, ya que el documento de la Junta no detalla esa situación.
El paseo por la arteria principal de la ciudad continuaba entre la información y la recomendación, hasta que los dos agentes observaron desde lejos a una pareja con un niño. Desde la distancia ya se percataron de que el hombre venía sin mascarilla mientras apuraba un cigarrillo, mientras que la mujer y el niño iban sin ella. Allí se acercaron Herrero y Domingo para explicarles que desde esa noche ya estaba en vigor el acuerdo. «Nosotros somos de Venta de Baños, pensábamos que no era obligatoria en todos los puntos de la provincia», se defiende antes de ser preguntado por los policías.
Una vez detallada la situación, la pareja se enganchó las gomas en las orejas y continuó su paseo por la Calle Mayor, donde unos metros más adelante, una vez superada la Escultura a la Mujer, una furgoneta de reparto, con dos personas en su interior, se detuvo antes de llegar a los Cuatro Cantones. «Tenemos que recordarles que en los vehículos también es obligatorio llevarla puesta si no son convivientes», inciden mientras se acercan al conductor, que portaba la protección con la nariz asomada. «Vivimos en la misma casa», resalta el trabajador antes de abrir la puerta trasera.
En el cruce de los Cuatro Cantones, Herrero y Domingo se dividen. Dos consultas personales les obliga a repartir consejos por separado. «¿Pero en el coche también hay llevarla?», «¿es desde hoy cuando es obligatoria?», insistía la ciudadanía. Una vez detalladas las inquietudes de los palentinos, los dos agentes se percatan a lo lejos de una señora que cruza el paso de peatones en rojo. La mascarilla la lleva mal colocada y la pareja de policías no consigue llegar hasta ella para explicarle la necesidad de proteger su rostro en estas fechas.
La ciudad empezaba a despertar. Son más de las 11:00 horas y muchos vecinos de la Calle Mayor salían del portal comprobando que no se habían olvidado las llaves, el móvil, cartera... y la mascarilla. Está última se colocaba en los primeros pasos, sobre todo cuando centraban su mirada en Herrero y Domingo. Ya eran conocedores de que ya es obligatoria y no querían ser advertidos por la Policía Local. «Siempre la llevo. He sido médico y es lo que toca», apuntaba un hombre tras cubrirse el rostro.
Cerca de él, dos amigos charlaban distendidamente. Uno, con mascarilla; el otro, fumando un cigarro. Hasta allí se trasladaronn los agentes para explicar la situación. El fumador alegó que ahora mismo no se la podía poner, por lo que Herrero y Domingo insistieron en el distanciamiento para evitar un contacto estrecho.
La comprensión de los ciudadanos es innegable, destacan los agentes. «Por norma general siempre la llevan bien puesta», alaban antes de detenerse en Villandrando. Allí se encontraban dos mendigos, uno a cada lado de la calle. Herrero se acercó hasta uno de ellos, una mujer de unos 40 años que manifiestó no tener dinero para una mascarilla. Acto seguido, el oficial cogió su emisora para comunicar el hecho a otra patrulla cercana para que trajera una mascarilla para la mujer. En el otro lado de la calle, tras la advertencia de Domingo, el otro mendigo se colocaba la mascarilla en su sitio y ofrecía otra a la persona que se encontraba también pidiendo. «Lo hemos hecho desde el primer momento del desconfinamiento. Hemos proporcionado mascarillas cada vez que les veíamos en la calle sin ella», manifiesta Herrero, siempre atento a lo que sucede en la calle.
«Es que estoy fumando, no me la puedo poner cada vez que dé una calada»
Como ya sucedió durante el confinamiento, la ciudadanía ya empieza a tirar de picaresca cada vez que les preguntan los policías por no llevar, o hacerlo de una forma incorrecta, la mascarilla. Del 'no me he dado cuenta', 'se me empañan las gafas', 'no puedo respirar bien' hasta el 'solo salgo a pasear el perro'. Todas frases se escucharon en las dos primeras horas del recorrido que hicieron el oficial Félix Herrero y el agente Ismael Domingo.
Excusas todas ellas que se complementan con el 'en las terrazas se puede estar sin ella' y con la flexibilidad que permite el fumar un cigarrillo. Se desconoce la gente que fuma hasta que uno pasea por la Calle Mayor y ve una gran cantidad de mascarillas en la papada por llevarse un pitillo a la boca. Y no son cuatro. «Allí parece que camina un hombre sin mascarilla», le dice un agente al otro. «Pero va fumando», le contesta.
Bajarse la mascarilla para fumar está permitido, pero eso no impide para que no se cumpla con la distancia de seguridad. «El distanciamiento entre personas siempre hay que mantenerlo y más si no tienes la mascarilla por cualquier motivo», destacan los agentes.
El mero hecho de fumar les daba a los ciudadanos la libertad para aparcar la protección momentáneamente. «Es que estoy fumando, no me la puedo poner cada vez que dé una calada», afirmaban prácticamente la decena de fumadores que se encontraron con los agentes en su trayecto.
De cumplirse a rajatabla el distanciamiento, este propiciaría que en las horas de más bullicio en la Calle Mayor de Palencia no se pudiera fumar, pues si uno se quitara la mascarilla para fumar, sería complicado salvaguardar el metro y medio reglamentario. «Ahora esperemos que no veamos más fumadores, porque durante el confinamiento hemos visto a personas bajar a comprar el periódico de hace tres días o comprar una barra de pan dura. Confiemos en que no se fume más para no llevar la mascarilla», detallan los dos agentes de la Policía Local.
No había terminado la explicación cuando oteó cómo una mujer caminaba por el exterior de la Casa Junco sin la correcta protección. Antes de que los agentes se acercaran, la propia mujer desdobló un papel que le certificaba para no utilizar la mascarilla. Es asmática y las personas con problemas respiratorios no están obligados a portarla. «Es otro de los colectivos exentos», apuntan.
Su trayecto por el centro les obligó a adentrarse en Barrio y Mier. Otra persona pidiendo en la calle sin mascarilla. Su presencia facilitó que el hombre se apresurara a ponérsela.
Ya de vuelta a la Calle Mayor por los mismos pasos, Herrero y Domingo, sin acercarse hasta la fachada de Villandrando, vieron cómo la primera mendiga advertida ya se había quitado la protección facial. Según se acercaban, la mujer volvía a sacar la mascarilla y se la colocó. «Nuestra principal labor es informar y si desobedecen las órdenes, proponemos para sanción. No nos gusta llegar a esos extremos, pero las normas son iguales para todos», apostillan antes de cruzar la Plaza Mayor, donde un hombre se encuentra tomando anotaciones en uno de los bancos sin mascarilla. «No sé si tengo que llevarla puesta al estar solo», se excusa después de que los agentes le explicaran la normativa. «¿Y en las terrazas por qué no la llevan?», insistía el hombre.
«En los establecimientos hosteleros tiene que predominar el sentido común para llevar el mayor tiempo posible la mascarilla», afirmaban los agentes rumbo a la Plaza de Abastos, donde las preguntas de los ciudadanos se acentuaban. Las inquietudes y las felicitaciones, porque aún hay muchas personas que se acuerdan de los héroes que afrontaron la pandemia desde la calle. Un 'gracias por vuestro trabajo', que se convierte, en muchas ocasiones en lo más gratificante de la jornada.
De vuelta al origen, los agentes deciden acercarse hasta el Puente de Hierro para controlar la colocación de la mascarilla en el interior de los vehículos. Si viajas solo o con convivientes, no es necesaria, pero si no es así, la mascarilla bien colocada.
Los primeros en parar es un matrimonio que viaja sin mascarilla, pero que viven en el mismo hogar. Acto seguido, otra pareja, con la protección bien colocada, inician con su vehículo la avenida Castilla. Sucede lo mismo con las motocicletas, aunque no se especifica nada concreto en el acuerdo, si hay dos ocupantes de diferentes núcleos familiares, la tienen que llevar colocada.
Ya en la recta final del recorrido, en la plaza Pío XII, un hombre pasea a su perro sin mascarilla. Alega que se le ha olvidado. Fue el único ciudadano sin mascarillas que se cruzaron Félix Herrero e Ismael Domingo durante toda la mañana. La ciudadanía cumple, aunque aún faltan por perfilar pequeños retoques.