PP, Vox y el vértigo
Audiocarta del director ·
Visto lo sucedido hasta el momento, PP y Vox harían bien en tomarse el pacto, su desarrollo y cumplimiento mucho más en serioEsta semana hemos conocido los nombres de los consejeros que asumirán las tres carteras del Gobierno de la Junta de Castilla y León asignadas ... a Vox en el pacto firmado entre el partido de Abascal y el PP para arrancar la legislatura, justo antes de la constitución de Las Cortes. Son los de Cultura, Agricultura y Empleo e Industria. El jueves, en rueda de prensa, el portavoz del Ejecutivo en funciones, Carlos Fernández Carriedo, anticipó, aunque sin detalles, un ambicioso plan anticrisis energética. Y pidió, a preguntas de los periodistas, que a los dirigentes de Vox se les juzgue por sus hechos, especialmente a Mariano Veganzones –que asumirá la tercera de esas consejerías– por el previsible choque que puede producirse en su trato con los agentes sociales.
Atendiendo a lo que por ahora son palabras e intenciones, el partido que representa a la extrema derecha no parece muy favorable para los intereses de los sindicatos. Junto a todo ello, cabe recordar que el pasado 25 de marzo el boletín oficial de la comunidad publicaba el nombramiento del exconsejero de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, Javier Ortega, como jefe de servicio de Estudios y Documentación de la Consejería de Cultura. La cosa es que todo lo anterior se está produciendo sin que siquiera el presidente de Las Cortes, Carlos Pollán, haya convocado el pleno de investidura de Alfonso Fernández Mañueco. De hecho, si la principal institución política de la región fuese una empresa, todo esto sería una tremenda barbaridad. Porque qué quieren, es perder las formas y desnaturalizar los procedimientos. En democracia, el orden de los factores sí que altera el producto.
No tiene sentido que, todavía en una situación de interinidad, alguien nombre a Javier Ortega alto cargo en Cultura, cuando lo más probable es que una de las primeras medidas del nuevo consejero, Gonzalo Santonja, sea firmar su destitución. Ni tiene sentido que conozcamos antes a unos consejeros que a otros de la manera que los hemos conocido ni, mucho menos, antes de que el presidente pueda ser elegido y tome posesión precisamente para dictar esas decisiones... Que haya sucedido en otras ocasiones no es un atenuante, al contrario, agrava lo ocurrido por la reincidencia.
A cada uno nos podrá gustar más o menos el resultado electoral y los pactos alcanzados, pero el presidente lo va a ser de todos los castellanos y leoneses, lo mismo que sus consejeros. Y una vez hemos llegado a este punto, debería prevalecer el criterio institucional, no el de partido. Porque todos ellos representan ya a la voluntad soberana de toda la ciudadanía. Por el mismo motivo, carece de sentido referirse a ningún plan económico, ni de ninguna clase, cuando todavía no está cerrado el organigrama del equipo que tendría que llevarlo a efecto.
Gestación con nervios
El pacto de gobierno PP-Vox en Castilla y León vive sus momentos de gestación con nervios, atenazado por las tensiones propias de sus promotores, que son primerizos en este tipo de alianzas. Vox no tiene nada que ver con Ciudadanos por muchas razones y eso lo están descubriendo, quizás a golpe de disgusto y escarmiento, los cuadros del PP. Por eso, visto lo sucedido hasta el momento, ambas formaciones políticas harían bien en tomarse el pacto, su desarrollo y cumplimiento mucho más en serio. ¿Que por qué sé que no se lo toman en serio? Porque creo que aún no se respetan lo suficiente. Porque no se fían unos de otros. Porque no les salta de ojo situaciones como las que resumía en las primeras líneas de esta carta. Y porque no se han encerrado en una habitación durante horas, o durante días, hasta dibujar por completo el esquema de gobierno conjunto que quieren desplegar en el futuro, veremos por cuánto tiempo.
El recelo, la sospecha, la malicia y el tacticismo lo impregnan todo en cualquier conversación que se mantenga con alguien implicado en cualquiera de las dos partes. Y así no se podrá. De hecho, da la sensación de que les da cierto vértigo. Por eso ni se percatan, ensimismados en sus peleítas oficialistas, de que, por encima de sus propósitos electorales y partidistas, una comunidad autónoma entera, con sus empresas, sus funcionarios, sus contribuyentes, sus colegios, hospitales, sus desafíos y dificultades, se agota esperando que unos y otros comiencen a preocuparse por su gente.
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