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Ciudadanos franceses protestan contra el asesinato del profesor por un yihadista. YOAN VALAT-EFE

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El asesinato del profesor francés por un yihadista mete el dedo en la llaga de la sociedad multicultural

Martes, 20 de octubre 2020, 07:53

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Nadie te protege, no te engañes. Ni los poderes del Estado ni tus compañeros o vecinos. Como se te ocurra actuar con libertad, te cae ... la maldición. Rushdie la padeció en sus carnes. Y ahora este profesor francés, Samuel Paty, ha perdido literalmente la cabeza por usarla con lucidez para expresar sus opiniones en un aula escolar. Una clase donde estudiantes musulmanes escuchaban con odio el discurso democrático que salía de su boca. Lo denunciaron a sus padres y, como pasa cuando la tribu teocrática dicta la sentencia de muerte, apareció enseguida el carnicero para ejecutarla con la crueldad de que son capaces los sectarios del dios único. Los enemigos de la libertad de pensamiento. Y la corrección política, sin embargo, predomina en los mensajes oficiales de condena del atentado. Es un acto de extremismo radical, tuitean los tibios para no ofender. No dirán más por cobardía. Típico de una época mojigata.

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