La paradoja temporal
A la última ·
Todo lo que se cuenta de esas niñas en su colegio y fuera del colegio en los años 90 en Zaragoza es lo mismo que yo viví en los 70 en Murcia
Hay cierta unanimidad en la crítica española a la hora de elogiar películas de aquí que luego no parecen tan buenas. Ni tan malas. ... Ni tan nada. Ahora el flechazo se ha producido con 'Las niñas', ópera prima de Pilar Palomero. Estamos en 1992. Celia, de 11 años, vive con su madre (no sabemos nada del padre) y estudia en un colegio de monjas de Zaragoza. Llega una nueva compañera, Brisa, y también la adolescencia. La película es redonda. Literalmente. Con un precioso final. Sin reventar nada, acaba donde empieza, pero con su protagonista dando un sutil manotazo en la mesa. Una especie de «Just you wait, Henry Higgins, just you wait». Un bailar muy alto, como Billy Elliot.
Pero todo me causa más perplejidad que Casado queriendo a Solbes para la Agencia de Recuperación. Con 'Las niñas' da la impresión de que aquí sí hay una paradoja temporal y no en el jugueteo con el futuro y el pasado de Christopher Nolan en su 'Tenet'.
Todo lo que se cuenta de esas niñas en su colegio y fuera del colegio en los años 90 en Zaragoza es lo mismo que yo viví en los 70 en Murcia. Con Franco vivo y con Franco muerto. Es que hay coincidencia hasta en las menudencias de las camas elásticas con foso, subirte en la moto de un chico y el hallazgo del condón (aunque nosotras lo inflamos). Es como si un colegio de monjas fuera algo así como la comunidad jasídica Satmar de Willamsburg. Ni un avance en 20 años, salvo porque las niñas de 'Las niñas' ven en la tele 'Hola Raffaella' y 'Los Fruitis', mientras nosotras veíamos 'Mazinger Z'. Y en la música, mejor Abba que Héroes del silencio. No les arriendo esa ganancia. A ver si vamos a llevar en Murcia 20 años de adelanto con respecto al resto de España.
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