García-Gallardo: ¿Una persona como todas las demás?
Dados rodando ·
«En el colmo del buenismo podría entenderse todo lo sucedido como un tropiezo descomunal solo subsanable con una rectificación, en público y en privado, a la procuradora aludida»Estimado Juan García-Gallardo.
Con el debido respeto le remito estas líneas «como si fuera una persona como todas las demás».
No le trataré por ... lo tanto como un elemento humano desconectado de la realidad, ni siquiera le veré como un torpe orador enfangado por vocablos cuya extensión no acierta a comprender, tampoco cuestionaré su capacidad reflexiva y, desde luego, no habrá hilaridad alguna sino reflexión y prudencia.
Entendiendo que se trata de una persona con traje de político, pero una persona «como todas las demás», sí conviene recordarle el 'oficio' al que representa. Es usted un político y ejercer la política conlleva una carga social de innegable valor y de profundo calado.
Su ejercicio, como el de sus compañeros, va más allá de las siglas por las que ha resultado elegido, y su representación se entremezcla con una sociedad que le ve como un elemento titular de la representación pública.
En ese ejercicio, tan solemne como degradado por la torpeza de no pocos que lo han liderado, se refleja la solemnidad, la equidad, la igualdad, la responsabilidad, la coherencia y hasta un principio básico del estamento social: la educación.
Y en ese marco público sus palabras a la procuradora Noelia Frutos están en la versión más dulce 'fuera de lugar' y son un exceso verbal impropio, innecesario, que abochorna a la clase política y a toda la sociedad. Seamos sinceros, es una torpeza, una burla y una desconsideración que se pelea frontalmente con la razón.
Asumido ese punto de partida convendría trasladarle un par de reflexiones como si usted, Juan García-Gallardo, «fuera una persona como todas las demás». Es humano, como lo somos todos los demás, y por lo tanto susceptible de cometer errores, o deslices.
En el colmo del buenismo podría entenderse todo lo sucedido como un tropiezo descomunal solo subsanable con una rectificación, en público y en privado, a la procuradora aludida. Tampoco cuesta tanto. Y todo dando por sentado que «una persona como todas las demás» aclararía la situación, reflexionaría sobre la dicho, y matizaría la expresión si como apunta la misma ha sido retorcida por la prensa.
No hacer ese ejercicio de humildad, de humanidad si se quiere, deja entrever una soberbia incompatible con la política y unas ínfulas tan elevadas que distorsionarían el ejercicio para el que ha sido elegido.
El error y el reparo no es algo tan impropio y su ejercicio no es una torpeza, todo lo contrario.
Atrincherarse en un discurso que huele a podrido solo multiplica esa idea de que lo rancio está de moda y se supone ahí está usted para evitarlo.
Como ejercicio y no penitencia podría revisar las fotografías correspondientes al momento de su intervención. Quizá lo atónito de las miradas en su entorno, quizá esa sensación de perplejidad reflejada en los rostros de sus compañeros de bancada o la mueca de alguno de ellos le sirvan como apunte.
En la misma medida podría revisar el generoso gesto del propio presidente de la junta pulsando el 'off' de su micrófono o memorizar el mensaje que le trasladó mientras escondía aquellas palabras bajo la sombra de su mano.
Si revisando todo ello, si atendiendo a todas las señales o advirtiendo los seguros comentarios que le han hecho llegar para sacar los pies (los asnos tienen pezuñas) del barro debería simplemente rectificar. No hacerlo, empecinarse, recorrer los pasillos (y la vida) con la mirada entre orejeras simplemente llevaría a una conclusión fatal: efectivamente, usted, no es «una persona como todas las demás».
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