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Un ejemplar de codorniz.

El contubernio de la codorniz

«Seguramente habrá aficionados a las aves en España que no hayan visto en su vida una codorniz, pese a estar rodeados de ellas»

Juan Delibes de Castro

Sábado, 7 de mayo 2022, 09:09

Me ha sorprendido la maniobra del Ministerio de Transición Ecológica para tratar de proteger a la codorniz, declarándola especie en Peligro de Extinción, puesto que no creo que sea una especie particularmente amenazada. Soy conservacionista a ultranza, a la vez que cazador, y creo que hay otras especies que se hallan en una situación más preocupante. Puedo entender mejor otras iniciativas del Ministerio, como por ejemplo el caso de la tórtola europea, cuyo drástico descenso es evidente a ojos de cazadores, ecologistas u ornitólogos aficionados, o el caso de la anguila, otrora muy popular y hoy casi desaparecida de nuestros ríos. Hasta puedo entender mejor, aunque no comparta, la decisión de declarar especie protegida al lobo, ya que, además de una especie icónica, es relativamente escasa como todo gran depredador. En cualquier caso, con el modelo anterior las poblaciones de lobo crecían satisfactoriamente y el clima social estaba atemperado, con lo que resulta innecesaria la fractura social que ha generado el Ministerio.

Al contrario que la mayoría de las aves, la codorniz es una especie que no se ve, ya que vive en zonas de densa vegetación rala, y es reacia al vuelo. Es necesaria la colaboración de un perro de caza para levantarlas y observarlas, pues de lo contrario pasarían absolutamente desapercibidas. Seguramente habrá aficionados a las aves en España que no hayan visto en su vida una codorniz, pese a estar rodeados de ellas. La otra posibilidad de detectarlas es a partir del canto de los machos durante el período de celo, pero ni siquiera la frecuencia del canto es significativa de la abundancia de las aves. Los cazadores saben que es frecuente que la primavera en la que escuchan a menudo los cantos dé lugar a una media veda pobre. O bien lo contrario, que apenas se escuchen cantos pero después haya abundancia de codornices. Con un comportamiento tan peculiar, estudiar a esta especie invisible es todo un reto y los científicos que lo han hecho en España y Europa siempre se han apoyado en equipos de cazadores colaboradores, ya que de otro modo resultaría imposible. He dirigido revistas y medios de comunicación de caza desde los años 80 y recuerdo que algunos investigadores de la Universidad de Barcelona, como Manuel Puigcerver o José Domingo Rodriguez Tejeiro, antes del inicio de cada temporada distribuían fichas entre cuadrillas y asociaciones de cazadores a través de nuestra revista, que a final de temporada recuperaban con toda la información en cuanto a número de capturas, sexos, edades, fechas, localidades… E incluso recibían muestras de las alas de miles de ejemplares capturados. En la actualidad Jesús Nadal, catedrático de la Universidad de Lleida, lleva al menos dos décadas de estrecho seguimiento de las poblaciones de codornices en España, a través del trabajo de una red en la que participan más de 3.000 cazadores, que rellenan anualmente fichas completas con los datos de las capturas, además de aportar muestras biológicas de las mismas. Por otra parte el equipo de Nadal lleva a cabo cientos de anillamientos periódicos anuales en los últimos 20 años, hasta el punto de que sólo en 2020 se recuperaron 97 de esas codornices anilladas, aportando valiosa información. Para dar idea de la importancia de Castilla y León en la caza de la codorniz, baste decir que el 48 % de las encuestas nacionales provienen de esta autonomía y la provincia española en la que más encuestas codorniceras se llevaron a cabo fue Soria. En el informe del equipo de Nadal de 2020 se confirma que el estado de conservación de la codorniz en el oeste europeo es favorable y que el nivel de abundancia antes de la reproducción de 2020 en España ha sido bueno. Los informes de Puigcerver y Rodriguez Tejeiro, en ese sentido, no son muy diferentes, valorando que la población ibérica permanece estable.

Tras más de medio siglo cazando codornices año tras año, casi siempre acompañando a mi padre, tengo la impresión de que ni antes eran tan abundantes ni ahora tan escasas. La codorniz ha sufrido cierto declive, lógico, a causa de la tecnificación de la agricultura, pero sigue siendo un ave «agradecida» que está presente en cuanto las circunstancias le favorecen un mínimo. Desde hace pocas décadas, se ha puesto de moda al cosechar cereal el picar la paja. Eso significa que las máquinas dejan los rastrojos limpios, como un auténtico solar, y lo que antes eran montones de paja que servían de refugio a la fauna se convierten en una nubecilla que poco a poco va dispersando el viento. En un hábitat tan vacío y desolador ni la codorniz ni ningún ave tienen nada que hacer. La modernización de la agricultura ha deteriorado de tal manera el paisaje que las aves típicas de muchos agrosistemas ibéricos, como gangas, ortegas, sisones o aláudidos se han ido a pique. No ha sucedido lo mismo con la codorniz, a pesar de verse asimismo afectada, ya que siguen estando presentes donde las condiciones les favorecen un mínimo, y además parecen estar adaptándose al cambio climático y colonizando nuevas áreas, en altitud y latitud, como han puesto de manifiesto científicos europeos y españoles. La codorniz sigue siendo relativamente abundante y su posible merma no se puede comparar con el declive de la tórtola.

Si los principales científicos que llevan al menos 4 décadas estudiando a la codorniz ibérica afirman que su estado de conservación es favorable, ¿de dónde parte la iniciativa del Ministerio de Transición Ecológica para declararla en peligro de extinción? De dos protagonistas: un Ministerio liderado por Teresa Ribera, que se ha manifestado públicamente en contra de la caza, y una organización ecologista como es SEO Birdlife. En sus orígenes la Sociedad Española de Ornitología, a la que pertenecí, fue creada por cazadores, pero la dura realidad es que este tipo de organizaciones hoy actúan como pequeños partidos políticos, y no tengo dudas de que acabar con la caza o limitarla a su mínima expresión se halla en su hoja de ruta. El pasado diciembre la SEO solicitó la inclusión de la codorniz en el Catálogo nacional de Especies Amenazadas. El Museo Nacional de Ciencias Naturales avaló este dictamen con un documento firmado por un investigador que jamás ha estudiado a la codorniz y que además ha formado parte de la directiva de la SEO en los últimos años. Parece una broma pero el argumento de la SEO de que en España hay sólo 225.000 codornices (por los 3.200.000 ejemplares que afirma el catedrático Jesús Nadal, en 2020) se obtiene en base al programa SACRE de la SEO, que consiste en hacer transectos escuchando cantos de aves, cuyos resultados se trasladan a cuadrículas UTM sobre mapa. El método no es ni riguroso ni científico, como ponen de manifiesto los profesores de las Universidades de Barcelona y Lleida. Los primeros, incluso han demostrado que provocando activamente a los machos de codorniz para que canten, con el reclamo de una codorniz hembra, los resultados de presencia se multiplican por tres respecto al método pasivo (sin provocar) de la SEO. En cualquier caso el canto puede dar idea del índice de presencia y es más efectivo para otras especies como paseriformes, pero en un ave con desplazamientos divagantes constantes, como la codorniz, es un método poco adecuado y que carece de rigor, como reconocen los científicos. El Dictamen posterior elaborado por el Comité Científico del Ministerio de Transición Ecológica, que pretende ser científico y aporta referencias bibliográficas, ignora de una manera ignominiosa a los equipos de investigadores de las Universidades de Barcelona y Lleida que más han trabajado sobre la codorniz ibérica a lo largo de la historia, a los que ni siquiera cita. Los primeros comenzaron en 1982, han publicado 4 tesis doctorales al respecto y 99 artículos científicos, 38 de ellos en prestigiosas revistas internacionales. Junto con el equipo de Jesus Nadal son, sin ningún género de dudas, los investigadores que más han estudiado a la codorniz, por no decir los únicos. ¿Cómo es posible que el Comité Científico del Ministerio los ignore?. ¿Será que los tres informes -SEO, Museo de Ciencias y Ministerio- están elaborados por la misma persona?. De momento el tema está aparcado, pero con visos de prosperar, a pesar de que todo induce a pensar que se trata de un proceso sibilino para dar una vuelta de tuerca más en el proceso ideológico de ahogar a la caza. Eso sí, en esta ocasión llevado a cabo de un modo burdo y al margen de la ciencia.

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