«Gracias por lo que estás haciendo»
«Desde que se archivó en 2005 el caso de Adigsa y la antigua Convergència, a pesar de que el propio Maragall habló abiertamente del famoso 3%, el asunto de la penalidad o no de las comisiones y de los comisionistas sigue sin estar claro»
La frase tiene música de novela de Mario Puzo. O de película de Scorsese. Y, naturalmente crédito cero, proviniendo de quien proviene: un conseguidor de ... colmillo retorcido y eficacia probada. Un 'personaje' (Sánchez dixit) capaz de moverse en las más altas esferas políticas y en las más bajas estancias portuarias con idéntica soltura. Hasta que llegó su hora, como diría Sergio Leone. La frase, refiriéndose al presidente del Gobierno, dice así: «Quería conocerme y me dijo: gracias por lo que estás haciendo, me tienen informado». Ahora hay que probarlo, por mucho que una fotografía sin palabras, donde se les ve a los dos posando con el terno azul del poder, pudiera insinuar lo contrario.
La frase, que con toda probabilidad será falsa, por mucho que el 'personaje' amenace con que el juez va a tener «pruebas de todo», sabe también a Bárcenas. Y hasta un poco a comisario Villarejo, si bien con menos carácter. Y vuelve a sonar en los oídos de los desolados ciudadanos como música de algo que dicen que sucedió con los de antes, y que por eso terminaron como terminaron. Y que ya no sucede con los de ahora. Porque todo en este país, incluidas las cloacas del Estado, o es de un partido o es del otro. Y quienes dicen lo contrario mienten. O actúan de parte. «Gracias por lo que estás haciendo». Y también: «¡Os estáis pasando!», como dice que les dijo el interfecto, con la cosa de las mordidas, a la pareja de hecho formada por Koldo y Ábalos. Incluidos los 15.000 que se llevó en un sobre Santos Cerdán en presencia del tal Koldo: mentira podrida, porque Koldo y Cerdán, según este último, no han estado nunca juntos. También tendrá que probarlo el comisionista. O «geolocalizar los móviles», como dice el secretario de organización del PSOE.
Las declaraciones de Víctor de Aldama, con sus maneras cínicas y rocambolescas, se han llevado casi por delante el éxito del presidente Sánchez en su negociación con Podemos para alcanzar el acuerdo sobre política fiscal. También el escándalo de las dos horas y tres cuartos de comida del presidente Mazón, mientras la riada se llevaba las vidas de decenas de sus conciudadanos. «Gracias por lo que estás haciendo» u «Os estáis pasando», en el lenguaje del hampa, le guste o no le guste a quien le gusta o a quien no le gusta. Expresiones que siguen pegadas al hueso del poder, como un tuétano podrido. Llámense sobres o mordidas, comisiones o misiones especiales: algunas de ellas de relevancia diplomática internacional.
Desde que se archivó en 2005 el caso de Adigsa y la antigua Convergència, a pesar de que el propio presidente Maragall habló pública y abiertamente del famoso 3%, el asunto de la penalidad o no de las comisiones y de los comisionistas sigue sin estar claro. Quizás porque todos sospechamos que en el 99% de los casos los que las dan y los que las toman (las comisiones) al final quedan absolutamente impunes. ¡Lo que hace todo el mundo y lo que consigue que las cosas funcionen!, piensa siempre el que trabaja a comisión y por la comisión. El mismo que jamás termina de entender por qué él termina sentado en un banquillo mientras que la mayor parte de sus comisionantes y sus comisionados siguen sentados en sus sofás de polipiel. Quizás por eso algunos niños, antes que ingenieros o astronautas, hoy de mayores quieren ser comisionistas, como sus papás. Lo que ven en casa. Y lo que sigue moviendo, por encima o por debajo de la ley, millones y más millones. Pobrecillos, ¡cuánta rata de alcantarilla hay siempre alrededor de los presidentes…! Y qué difícil no corromperse, cuando el vaso del que bebemos el agua cada día está absolutamente corrompido, como decía Sócrates. Lo milagroso es que algunos lo consigan. O no.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión