El cambio escondido
«Ha quedado enterrado entre las basuras habituales, pero es lo más importante en lo que va de año»
Uno cree que este país ha avanzado mucho hasta que se topa con que a la teta bailonga de Sabrina le ha sucedido, y son ... ya treinta y tres años después, el enésimo desvestido de Cristina Pedroche. Y ve un vídeo en el que de la 'rave' ilegal de Cataluña emerge una covidariana, brazos en alto, pechamen al aire, a defender qué se yo qué, porque lo único que se le entiende mientras busca a alguien con quien discutir es el pedo mental que arrastra después de tres días con sus tres noches o viceversa.
Y que si toca Nacho Cano, y que si La 1 ha pasado de él –yo también lo habría hecho con el co-perpetrador de «no hay marcha en Nueva York y los jamones son de York», pero por otros motivos–, y que si los unos contra los otros y vuelta a empezar.
Y un cantante antivacunas. Otro, en realidad, algo pasa con el artisteo y la hipocondria vacunatoria en este país. Y futbolistas que celebran fiestas con convivientes, allegados, usufructuosos de su dinero y quien haga falta.
Y unas redes sociópatas a las que cada vez se les abrevia más la tregua buenista del fin de año y los buenos deseos.
Esto no es una resaca nocheviejuna, esto es un bajonazo tendido y desmoralizante.
O quizá sea porque ya no estoy en edad de tener otra hija y disfrutar de 16 semanas de permiso de paternidad (que no vacaciones, ojito). Un cambio que ha quedado enterrado entre las basuras habituales pero que es el más importante en lo que va de año. Una buena noticia para que la igualdad sea un poco más real y dejemos de escuchar a quienes simplifican problemas complejos con cosas como «la Pedroche ha cobrado más que Chicote». De que para hacerlo tenga que enseñar poco menos que Sabrina, en pleno 2021, ya hablaremos otro día.
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