Felipe Nalda: «Toro es la única DO de Castilla y León que creció en ventas en 2020»
El presdiente de la DO Toro defiende que el aumento de los rendimientos busca «rentabilizar el cultivo de la viña y garantizar el relevo generacional»
Riojano, de un pueblo tan vitivinícola como Cenicero, Felipe Nalda preside la Denominación de Origen Toro desde 2016. Considera que «Toro es singular ... por la complejidad de sus suelos y la influencia del río Duero, la escasez de lluvias y las grandes diferencias térmicas entre el día y la noche en verano». La DO Toro cuenta en la actualidad con 64 bodegas, un millar de viticultores y 5.800 hectáreas en producción. En la vendimia de 2020, se recogieron más de 20 millones de kilos de uvas. La comarca se extiende por 15 municipios, 12 en la provincia de Zamora y tres en Valladolid.
–¿Cómo quedó la entrega de contraetiquetas en 2020?
–Se vendieron 15.430.000 botellas, el 2% más que en 2019, cuando fueron 15.135.000. Somos la única denominación de origen de Castilla y León en la que aumentaron las ventas a pesar de la pandemia.
–¿A qué aribuye esa subida?
–Al buen posicionamiento de los vinos de Toro en alimentación, canal en el que han crecido nuestras ventas en los últimos años más del 60%; y a una menor dependencia de la hostelería. Hay bodegas que dependen el 100% de la hostelería y que sí que se han visto afectadas, totalmente, por los cierres y restricciones. Por el contrario, en las bodegas que tienen abierto el canal de alimentación las ventas crecieron. La subida no ha sido general.
–¿El Consejo Regulador puede ayudarles?
–No con ayudas económicas, pero sí apoyarles en ferias y promociones. Haciendo mucho hincapié en las publicaciones internacionales y acercando los vinos más singulares a mercados como Alemania, Estados Unidos y Suiza.
–Acaban de modificar el pliego de condiciones.
–Hemos estado muy ocupados en el proceso de acreditación de la ISO 17.025 con ENAC y con el cambio del pliego de condiciones, que estaba muy trasnochado, y el panel de catas. Hemos introducido nuevas variedades y hemos cambiado los rendimientos. Después de muchas reuniones y mucho trabajo, hemos adoptado un sistema de certificación propia, como Ribera del Duero, Rueda y Bierzo.
–¿La DO Toro podría crecer?
–Ahora mismo, por superficie útil la DO Toro podría expandirse mucho, pero algún día será más interesante apostar por los cultivos arbóreos.
–¿Hasta cuánto podrían crecer?
–Es la pregunta del millón, calculo que hasta los 28 o 30 millones de botellas. Creo que puede haber entre 500 o 600, incluso 1.000, hectáreas de viña fuera de la DO. El único problema es el cambio generacional. Todo el viñedo viejo da mucho trabajo. Si te ocupas tú de todas las labores, es rentable; pero, si se lo dejas a una empresa de servicios, no.
–¿Qué caracteriza los vinos de la DO Toro?
–Tenemos mucho viñedo tradicional, plantado en pie franco, con marco real, porque no se utilizaban los portainjertos. Aunque el parásito de la filoxera sigue existiendo, los suelos arenosos no permiten su propagación, por eso hay tantos viñedos prefiloxéricos en Toro. Pero en el año 2000, el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) aconsejó los portainjertos. Los nuevos viñedos están plantados en espaldera con riego asistido. Toro es singular por la complejidad de sus suelos y la influencia del río Duero, la escasez de lluvias y las grandes diferencias térmicas entre el día y la noche en verano.
–¿Por qué el Itacyl aconsejó los portainjertos?
–Para intentar evitar las enfermedades de la leña, sobre todo la eutipiosis y la yesca (hongos que afectan a las plantas adulta y penetran por las heridas de la poda). Sufrimos la yesca tanto en los viñedos de pie franco como en los plantados en portainjertos. No tenemos nada para luchar contra ellos porque los productos y compuestos se prohibieron hace 20 años.
«La edad media da pánico porque hay mucho viticultor jubilado»
–¿No se ha encontrado solución?
–Es una gran preocupación para los viticultores, que tienen que velar por la rentabilidad y, al mismo tiempo, luchar contra la yesca. La DO Toro participa en estudios de investigación con universidades y con el Itacyl, pero las investigaciones son lentas. Parece que los últimos estudios se decantan por la vía de generar un hongo que parasite a la yesca. Hoy por hoy no hay nada que lo solucione.
–¿Cuáles son sus principales mercados nacionales?
–Toda España, sobre todo Madrid, el sur y Levante, y un poquito Asturias. La Cornisa Cantábrica es más complicada para nosotros porque competimos con Rioja, eso no le pasa a Rueda.
–¿Cómo han afectado los cierres en la hostelería?
–Ahora mismo, los bares están a medio gas. Los pedidos se han reactivado pero lentamente. Los impagados se han incrementado. Las compras son mínimas, casi compran al día porque los hosteleros no saben si les van a cerrar o les van a dejar abrir de un día para otro. Así es imposible trabajar, haces proyecciones pero no sabes qué va a pasar.
–Y las exportaciones, ¿cómo evolucionaron en 2020?
–Las exportaciones se han mantenido, incluso en el caso de algunas bodegas han aumentado. Nuestros principales compradores en 2020 fueron Alemania y Estados Unidos, donde no se vieron afectados por la subida de los aranceles al tener nuestros vinos más de 14 grados. Después, China, Canadá, Suiza, México, Francia, Japón y Rusia.
–¿Depende mucho la DO de las exportaciones?
–Somos la Denominación de Origen de Castilla y León más exportadora, las bodegas venden entre el 38 y el 40% de la producción en otros países, de ahí que hagamos mucho hincapié en las promociones internacionales.
–¿Cuáles son las principales novedades para este año en la DO?
–La inclusión de las variedades garnacha tinta para monovarietales jóvenes y crianzas y las blancas albillo real y moscatel de grano menudo para blancos y rosados. Queremos volver a impulsar la uva garnacha para que no se pierda, incluso incentivar su plantación. Hasta ahora la garnacha solo se podía utilizar en la DO para elaborar rosados junto a la tinta de Toro. También es importante que se hayan aumentado los rendimientos de la tinta de Toro hasta los 7.500 kilos por hectárea y en el caso de las blancas verdejo y malvasía, hasta los 9.000 kilos.
–El aumento de los rendimiento no ha gustado a todos.
–La media de la producción de uva en la DO Toro está en los 3.000 kilos por hectárea porque hay muchos viñedos viejos, y el incremento va a permitir rentabilizar los cultivos nuevos. Con la certificación y los controles, se va a ganantizar la trazabilidad. Hay estudios que demuestran que no va a afectar a la calidad. Se trata de no poner puertas al campo y que el cultivo de la viña sea competitivo. El que quiera hacer vino de alta gama y más valor añadido, que deje menos kilos de uva en la viña. Hay viñedos que no producen más de 1.500 kilos. Hay que rentabilizar el cultivo y garantizar el relevo generacional.
–¿Cómo se puede garantizar el relevo?
–Habrá que incentivar a base de ayudas porque la gente joven no ve futuro en las zonas rurales. Nadie quiere trabajar en la viña. No veo a chavales jóvenes montados en los tractores; la edad media da pánico porque hay mucho viticultor jubilado.
Puerta abierta para nuevos viticultores
–Han incluido las nuevas blancas albillo real y moscatel de grano menudo.
–Hemos abierto otra puerta, sobre todo para los nuevos agricultores. Prácticamente son inexistentes, pero se pueden recuperar con nuevas plantaciones. Aunque no creo que tengan mucha proyección, hemos incorporado los vinos blancos dulces, semidulces y espumosos elaborados con el método champanoise (doble fermentación en botella). Ya hay pequeñas producciones de espumosos en bodegas como Wencesaldo Gil, Liberalia y Monte la Reina, que se comercializaban como Vino de la Tierra de Castilla y León.
Respecto a la posibilidad de que continúe al frente, señala que «cuando llegue el momento, tomaré una decisión». En cualquier caso, no parece probable que este año se convoquen las elecciones en los consejos reguladores, de manera que, por ejemplo, Ribera y Bierzo llevan siete años sin celebrarlas.
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