Tiempo pasado

Jesús Peña, responsable de los espectáculos del Teatro Corsario, ha hecho una versión personal. Ha suprimido algún personaje, ha reducido el monólogo de Isabel, pero, por lo demás, ha sido fiel. Ha prescindido, con acierto, de la escenografía sustituyéndola con un espacio vacío y proyecciones simbólicas de humos y nubes negras lo que ha facilitado la continuidad del espectáculo. La luminotecnia y las pinturas del suelo han tenido su papel positivo.

Otra de las características del montaje es la atención prestada al gesto, muy cuidado, que en alguna ocasión ha sustituido al verso, y ralentizado el tiempo creando un mundo paralelo que los actores han sabido matizar.

El Teatro Corsario y su nueva andadura se prueba en el trabajo de los intérpretes que se lucieron en todo momento. Carlos Pinedo encarnó al alcalde de forma magnífica en su doble versión servil y orgullosa. El resto a su altura.

Lleno total, aplausos larguísimos y continuados para actores y director. En unas temporadas fatales por la muerte de directores (Urdiales, Quintana) y actores y técnicos, es buena noticia que el Corsario siga en ese nivel. El público así lo entendió con sus sinceros y entusiastas aplausos.