El segoviano que introdujo un superalimento entre las pastas
Gustavo Galán, con casi una hectárea de cáñamo en Nieva, comercializa el grano a un obrador de la localidad para la elaboración de galletas
Las semillas de cáñamo se pueden consumir directamente crudas, tostadas, trituradas o germinadas, lo que ofrece un amplio abanico de posibilidades para incluirlos en otros productos. Útiles en ensaladas, sopas, cremas, yogures, salsas, bebidas vegetales, hamburguesas vegetales, muesli, barras o bolitas energéticas, helados o para hornear en granola, panes, tortas, pastas o galletas.
Es aquí, en esa última opción, donde el agricultor segoviano Gustavo Galán ha encontrado su nicho de mercado para dar salida a sus cosechas de cáñamo.
Natural de Nieva, Galán emprendió, prácticamente a la par que José Manuel Miguel desde Palencia, con las plantaciones de cáñamo para obtener el grano. La falta de una industria transformadora le obligó a comercializar su producto (Cáñamo Caniebas) y ha sido en su localidad donde mejor resultado ha obtenido.
Se puso en contacto con los responsables del obrador de Nieva, 'El horno de Chema', para que sus granos empezaran a aparecer en un tipo de pastas especiales. «Desde el obrador elaboraban un producto con almendras y apostaron por los granos de cáñamo. Está teniendo un buen resultado y a la gente le está gustando. Por ejemplo, estoy seguro de que en la provincia de Segovia no hay nada parecido y tan solo conozco otro obrador de Cuenca que elabore tortas», explica Galán desde su casi hectárea de plantas de cáñamo.
Tras una cosecha, en la que recogió 300 kilos de grano, este agricultor emprendedor salió a competir en el mercado por su cuenta. Además del acuerdo logrado con 'El horno de Chema', firmó tratos con una empresa de Segovia que comercializa con chocolate. «Es una empresa que mezcla su chocolate con torreznos, por ejemplo. También lo probó con cáñamo, pero ese proyecto está más parado. Ahora, hemos empezado a colaborar con una empresa de Pedrajas de San Esteban. Mi intención también es abrir mercado en Valladolid», detalla Galán.
«No sé si estoy ganando o perdiendo dinero, pero, entre comillas, es un capricho personal que tengo»
Pero poco a poco y pasito a pasito. Sus 300 kilos de la cosecha del año pasado le han servido para abrirse un pequeño hueco, pero sin saber si ha obtenido una rentabilidad clara. «Tengo otro trabajo y me gusta puntualizar que lo he plantado por un 'capricho'. En cambio, para esta nueva cosecha sí que estoy apuntando todo para saber si es rentable. Los riegos, los abonos ecológicos, las horas empleadas de la maquinaria...», añade el agricultor, que de momento ha puesto un precio «simbólico» a sus bolsas de granos de 200 gramos y kilo.
«No sé si estoy ganando dinero o lo estoy perdiendo. La bolsa de 200 gramos la vendo a 3,5 euros (sale el kilo a 17,5 euros el kilo). En un supermercado supera los 6 euros y la única diferencia es que está pelado. Veremos este año si es rentable», continúa.
Cosecha
Y lo comprobará a finales de septiembre, cuando recoja los esfuerzos completados desde mayo, cuando empezó la siembra. «En la recogida este año estaré más tranquilo, ya vi en octubre de 2021 que una cosechadora de girasol lo pudo hacer bien. Tenía miedo por si las fibras atascaban la máquina, pero no fue así», remarca esperanzado el agricultor.
A la par que busca una rentabilidad, Galán pretende eliminar ciertos tabúes que ha encontrado en alguna feria en la que ha acudido con Alimentos de Segovia. «Escuchaba eso de que 'esto es para los pájaros'. Pero es para los seres humanos. Queremos que se conozca, así como todas las cualidades que atesora. Piensan que es marihuana y no es así. Además, todas las partes de la planta son útiles. Por ejemplo en Francia, donde compramos las semillas para la siembra, está arraigado y es un sector importante dentro de sus terrenos agrícolas. Esa industria que tienen nuestros vecinos, nosotros no la tenemos», concluye Gustavo Galán.