El patio trasero
El EScaño 82 ·
«El Gobierno autonómico que tenemos no fue fruto de la unión libremente elegida de Mañueco y de Igea, o de las direcciones de PP y Cs en Castilla y León. El casamiento lo decidieron en Madrid los subalternos de Pablo Casado y Albert Rivera»Eso es Castilla y León cada tres por cuatro en el panorama nacional. En la toma de decisiones nos tratan como a menores de edad. Ni cotizamos al alza en pobladores, que en contabilidad política son votantes, ni en hechos diferenciales o conflictos políticos que hacer valer.
El Gobierno autonómico que tenemos no fue fruto de la unión libremente elegida de Alfonso Fernández Mañueco y de Francisco Igea, o de las direcciones de PP y Cs en Castilla y León. El casamientolo decidieron en Madrid los subalternos de Pablo Casado y Albert Rivera y aquí se acató la decisión con disciplina y reverencia. Somos bien mandados.
Y cualquier futurible cambio en el seno de la actual coalición, como puede ser la incorporación de Gemma Villarroel (coordinadora regional de Cs) previo desalojo de Francisco Igea, o el apoyo al PSOE de Luis Tudanca en una moción de censura lo decidirá Inés Arrimadas. Y aquí se acatará. No es nuevo, pero la costumbre de sentirse el patio trasero de la capital no resta fastidio al espectador.
Al son del cascabeleo de esa posible moción de censura aflora el recorrido que tuvo otra en la etapa en que Castilla y León sirvió de trampolín a José María Aznar. El Partido Popular era Alianza Popular y donde hoy está Ciudadanos estaba el Centro Democrático y Social (CDS). La abstención de los 18 procuradores centristas permitió a los populares gobernar en minoría en 1987. Luego barajaron apoyar una moción de censura en 1989. Pero se cruzó por medio una operación para desbancar al alcalde socialista de Madrid y AP exigió respaldo en Castilla y León para brindar el suyo al CDS en la capital. Lo que sucedió es sabido. Los centristas pasaron en una semana de querer hacer presidente de la Junta a un socialista a poner dos consejeros en el gobierno popular. Castilla y León sirvió de moneda de pago. Primó Madrid.
Aquel pacto cimentó tres décadas de gobiernos del PP en Castilla y León y condenó a los centristas a la irrelevancia política. Los 18 procuradores del CDS menguaron a 5 en la siguiente legislatura, de los que dos hicieron la mudanza al grupo popular.
Somos gente tan aquiescente que aceptamos de aspirante a presidir la Junta a un candidato empadronado a toda prisa en la sede del PP de Ávila, como fue Aznar. A otro, con raíces segovianas, pero con el domicilio familiar en Madrid –Ave va, Ave viene–, como fue el socialista Óscar López. Y como no hay dos sin tres, ahí está el vitoriano Javier Maroto, nuevo poblador de Sotosalbos para ser senador de Castilla y León por la vía del ordeno y mando de la calle Génova... Para los dirigentes que viven en la metrópoli madrileña funcionamos como una colonia. ¿Aguantarían eso un catalán, un vasco o un gallego?