

Juan Carlos Guerra: «Una cosa es despoblación y otra, abandono. Vincular ambas es un error»
El director del Departamento de Geografía de la Universidad de Valladolid alerta sobre que Castilla y León esté formando jóvenes altamente cualificados «que tiene luego que buscar trabajo fuera»
He aquí un estudioso del presente que proyecta buena parte de su saber en el futuro, lo que permite que la Universidad de Valladolid sea, ... gracias al departamento que él dirige, un referente nacional sobre la evolución de la población, los cambios demográficos y la influencia de la acción humana sobre el paisaje. Juan Carlos Guerra Velasco, doctor en Geografía desde 200, con una tesis que consistió en el análisis biogeográfico de la vegetación de los Montes Torozos. A sus 54 años, lleva ya cinco como director del Departamento de Geografía, al frente del cual cumple sus bodas de plata como profesor universitario.
–Cuando uno tiene que dirigirse a un estudioso como usted es imposible no pensar en que son malos tiempos para el análisis geográfico en Castilla y León.
–¿Por qué razón?, si permite que el entrevistado pregunte al entrevistador...
–Porque la despoblación parece que no tiene remedio. Y sin población, los territorios son carne de selva...
–Una cuestión es reconocer que Castilla y León vive en esta atonía desde hace mucho tiempo.
–¿Con qué síntomas?
–Se refleja en muchos de los procesos que ocurren en la comunidad, pero yo no vincularía despoblación con abandono. Es cierto que el medio rural está menos poblado y que, incluso, las ciudades de Castilla y León están menos pobladas, pero no son espacios abandonados. Se sigue cultivando. Quizá en espacios vinculados a montes u otros más marginales sí que ha habido abandono y recuperación de lo ecológico, pero el resto, incluso en los espacios más despoblados de la comunidad, sigue siendo un espacio ocupado, trabajado, utilizado y puesto en explotación y producción.
–Por tanto, la conclusión es...
–Que una cosa es despoblación y otra abandono. Vincular ambas es un error. Hay casos en los que la despoblación lleva al abandono, sobre todo en el caserío de algunos pueblos, pero no lleva a abandono del territorio necesariamente. E, insisto, hay situaciones muy frecuentes en las que es solo un agricultor el que lleva una superficie muy abultada, pero se sigue explotando. No es un espacio abandonado el que tenemos en Castilla y León, es un espacio despoblado.

–¿Cabe concluir que la despoblación ya no tiene remedio?
–Es un proceso muy difícil de revertir...
–Pero, ¿no imposible?
–No imposible, yo creo. Algunos compañeros de departamento señalan que estamos en un momento muy complicado, que si se hubiese afrontado el problema de la despoblación hace unas décadas no tendría esta magnitud ahora y hubiese sido más fácilmente reversible. Pero eso no quiere decir que no lo sea en este momento. Posiblemente hay que cambiar algunas dinámicas, hay que mejorar la dotación del medio rural y algunos fenómenos se pueden contener. Obviamente, no en toda la comunidad y no en su totalidad, pero posiblemente sí que se puedan contener.
–Muchos políticos seguro que le compran hoy ese planteamiento y respirarían aliviados.
–Me imagino. Posiblemente, sí. Pero eso no invalida la idea de que en Castilla y León vivimos en una situación de atonía, que se traduce tanto en las dinámicas del medio rural como en las del urbano. También las ciudades de Castilla y León están cada vez más envejecidas, no hay en ellas inversiones productivas relevantes y algunos de los ejes tradicionales de crecimiento están desapareciendo, se están matizando y están adquiriendo un perfil radicalmente distinto.
«Se va a incrementar la población universitaria vinculada con un pequeño 'boom' demográfico anterior a la crisis de 2008»
JUAN CARLOS GUERRA
–¿Cuáles son esos ejes?
–Los vinculados con el comercio y la presencia de la industria y con la ausencia de sectores avanzados que son los que marcan los nuevos paradigmas en los que se desenvuelve la economía mundial. Y, luego, un fenómeno, que me parece relevante y que han puesto de manifiesto algunos geógrafos de este departamento: se está produciendo un éxodo demográfico en la comunidad, el de la población cualificada. En este momento, Castilla y León es un espacio que forma desde su sistema universitario a personas jóvenes altamente cualificadas, pero que han de buscar trabajo fuera. Ese es el fenómeno más significativo y relevante en estos momentos: que nuestros universitarios graduados para encontrar empleo se tienen que ir a Barcelona y Madrid, han de salir de la comunidad; es un capital que perdemos y es muy difícil que retorne. Eso afecta fundamentalmente a los espacios urbanos y es característico de los últimos diez o quince años, como mucho.
–Tenemos el análisis y el diagnóstico. Y del tratamiento, ¿qué? ¿O no les corresponde a ustedes fijarlo?
–¿Proponer alternativas, se refiere? Sí, por supuesto.
–¿Y las hay?
–Entiendo que sí. De no haberlas, el panorama sería absolutamente desolador.

–¿De qué forma las impulsan?
–Los geógrafos contribuimos a la búsqueda de soluciones con nuestra práctica profesional. Hay muchísimos geógrafos trabajando en aspectos vinculados con la ordenación del territorio, con el desarrollo rural y con la gestión de los recursos naturales, y contribuyen con su práctica diaria de alguna forma a intentar buscar alternativas.
–Intuyo que hay un 'pero'.
–El problema, posiblemente, es que muchas alternativas generan un volumen de empleo reducido y hacen falta inversiones que trastoquen la perspectiva del mercado de trabajo de Castilla y León y faciliten generar empleo en magnitudes elevadas.
–¿Cuáles?
–No sabría aventurarme en este momento, aunque la industria agroalimentaria tiene un gran desarrollo y perspectivas de futuro; la industria de la automoción es un eje tradicional en el desarrollo de Castilla y León y de la ciudad de Valladolid, con algunos síntomas de agotamiento, y a ver qué ocurre con las nuevas normativas de transporte y el vehículo eléctrico.
«El lenguaje es importante para reconocer nuestra realidad; hemos de hablar sin ambages de la despoblación y el vaciamiento de Castilla yLeón»
JUAN CARLOS GUERRA
–¿Partidos, instituciones o autoridades se han dirigido a ustedes pidiéndoles al menos asesoramiento o que les cuentes los diagnósticos que hacen aquí sobre población y territorio?
–Como tales partidos, no. Como instituciones, que es la relación más normal y frecuente, sí. Se trabaja habitualmente cuando lo demanda con la Junta de Castilla y León, y hay trabajos en marcha que hemos hecho para comarcas deprimidas de la comunidad; con ayuntamientos con los que tiene relación el distrito universitario, como por ejemplo el de Valladolid con el que estamos colaborado en la estrategia alimentaria, en intentar entender el modelo alimentario de una forma distinta y generar empleo a través de lo que significan las nuevas formas de alimentación; y en Segovia, algo semejante, también, con el desarrollo turístico. Y ahora estamos haciendo, yes responsable de ello un compañero del departamento, un diagnóstico vinculado con un análisis de los grupos Leader de desarrollo en Castilla y León y las posibilidades y retos que introduce la pandemia en el desarrollo rural de Castilla y León.
–Luego por la Universidad que no quede, ¿verdad?
–Sí que se trabaja cuando se demanda. Y es más, creo que es nuestra obligación sin ningún tipo de impedimento y es la forma de vincular la universidad con la sociedad que la rodea y, en este caso, además con una colaboración absolutamente real, como no puede ser de otra forma, con las instituciones de nuestra región.

–Ustedes hacen proyecciones con determinado horizonte temporal. Las de población, ¿de qué color las pintan? ¿Gris marengo casi negro?
–Hemos hecho un trabajo recientemente vinculado con la evolución de la población universitaria en Castilla y León para nuestra propia universidad, con el objetivo de que se sepa cuál es la población potencial que puede acceder a la universidad en los próximos años y se diseñe su oferta educativa, la política de plantillas y todo lo que sea necesario.
–Adelante algún resultado.
–En los próximos años posiblemente se incrementará la población universitaria en Castilla y León, vinculada con un pequeño 'boom' demográfico que hubo antes de la crisis de 2008. Los nacidos en ese momento, que fueron superiores en número a las dinámicas anteriores, se incorporan ahora al mercado universitario. Superado ese aumento, lo previsible es que Castilla y León ahonde en esa atonía demográfica que le caracteriza desde los años 80, aproximadamente.
«El Plan 42 fue un gran éxito, en el sentido de que trabajando con instrumentos sociales fueron capaces de reducir los incendios forestales en la Castilla y León»
juan carlos guerra
–En Castilla y León, llevamos años de bombardeos institucionales con planes, proyectos, estrategias, programas... para, nos dicen, el fomento de la población, en lugar de luchar contra la despoblación. ¿No llegar a resolver un problema comienza por no llamarlo por su nombre?
–Posiblemente. El lenguaje es importante para reconocer nuestra realidad y hemos de utilizar términos más adecuados y hablar sin ningún tipo de disculpas ni ambages sobre el fenómeno de la despoblación y el vaciamiento de Castilla y León. E insisto, donde tiene carta de naturaleza porque es perfectamente visible desde muchas dimensiones, es en el mundo rural, pero también afecta a las ciudades de Castilla y León.
–Pero, en estas, ¿dónde se ve?
–Por ejemplo, basta darse una vuelta por los 'mercas' de la comunidad y ver qué ha ocurrido con el tejido productivo y comercial vinculado a ellos (Mercaolid, MercaSalamanca...) Ver qué ha ocurrido y cómo su dinámica está vinculado con el envejecimiento de la comunidad, con la ausencia de población joven que demanda nuevos modelos de consumo o que podría impulsar nuevas iniciativas de desarrollo.

–Se mueve usted también desde hace muchos años a todo lo que tiene que ver con lo forestal. Se nos dice que Castilla y León es una potencia en este ámbito pero, ¿no sabemos apreciarlo o no lo sabemos vender?
–La superficie forestal en Castilla y León es importantísima y en gran parte, de propiedad pública. En proporción, no tiene comparación con las de otras regiones de España, lo que hace que sea un recurso de primera magnitud. Desde hace tiempo, la comunidad autónoma tiene en marcha distintas herramientas para valorizar el espacio forestal. Yo sí lo percibo como un activo ambiental y productivo.
–¿Por ejemplo?
–La explotación de resina se ha recuperado, aunque no con la magnitud de los años 80 y 90, pero está volviendo a ser un motor de empleo. Lo que ocurre, posiblemente, es que en los productos tradicionales del monte, aunque significativos, están apareciendo producciones que en su momento eran marginales y que adquieren cada vez un peso más importante.
–¿Alguno llamativo?
–La explotación micológica, que conforma una parte importante de la producción de los montes, y esos valores más intangibles que dan soporte a otras actividades, como el turismo y el ocio, vinculadas con las producciones tradicionales de la superficie forestal, como la madera.
«¡El desierto es otra cosa! Lo que tenemos aquí son llanuras desarboladas, ocupadas y explotadas para cultivos, lo que da lugar a un paisaje determinado»
JUAN CARLOS GUERRA
–Cuando miramos el bosque y los montes de Castilla y León aparece una frontera, casi invisible, que separa este y oeste. En el oeste hay más incendios forestales; en el este, menos y más aprovechamientos forestales. ¿Por qué sigue siendo así?
–Ese modelo, que se ha revertido en los últimos quince años, básicamente, está motivado por la existencia de dos modelos de relación con el bosque radicalmente distintos. Uno que es el ganadero, el del oeste regional, y otro que tiene su fundamento principal en la extracción de madera, en el este de la comunidad. En el oeste y una parte de las montañas de la cordillera central y del norte, el fundamento o la base histórica de la gestión de los espacios es de raíz ganadera y lo que se busca es obtener pastos. En esa cultura ganadera, el fuego siempre ha tenido una presencia muy importante. Otra historia es que esos incendios se hayan transformado en grandes incendios y hayan tenido el impacto ecológico que tiene en la actualidad.
–¿Eso hace incompatible aplicar lo bueno del este al oeste?
–No, no, no. Es necesario reconocer el trabajo que ha hecho la Junta de Castilla y León en los últimos veinte años, que lo inició con el Plan 42, que buscaba mejorar los medios para la extinción de incendios, pero partía de la consideración de que era necesario analizar las relaciones que mantenían las comunidades rurales con sus montes. Porque en el fondo hay un proceso social vinculado con el incendio y si somos capaces de entender cuáles son las dinámicas de ese proceso social, posiblemente podamos prevenir la aparición de incendios. El Plan 42 fue un gran éxito, en el sentido de que trabajando con instrumentos sociales fueron capaces de reducir la presencia del fuego en la comunidad. También se fomentó un vínculo más intenso de la comunidad con su monte y de aquellas dinámicas y procesos en los 90 y principios de los 2000 sí que se consiguió construir una relación distinta entre el habitante del mundo rural y el espacio forestal en el oeste de la comunidad.
–Entre este y oeste forestal, hay en esta región un gran espacio casi desértico. Un árbol cada kilómetro. Pese a todo, se conforma una variedad paisajística que sorprende que no sea aprovechada más para atraer población.
–La idea de ese desierto del centro de la comunidad que usted dice es una idea que hay que combatir. ¡El desierto es otra cosa! Lo que tenemos aquí son llanuras desarboladas, ocupadas y explotadas para cultivos, lo que da lugar a un paisaje determinado.
–Destierro la expresión desierto.
–Es que el desierto es otra cosa. Aquí hay campiñas explotadas desde el punto de vista agrario. Lo que hay es un paisaje en el que el árbol no domina, pero está presente y marca amplias zonas, como Tierra de Campos, con las choperas, las alamedas, las parcelas de almendros... El árbol no está ausente en ese territorio y tiene capacidad para dar una cierta personalidad al paisaje. Otra cosa es cuáles son nuestros modelos culturales de paisaje...
«Podría admitir España vacía o vaciada si eso no nos condujera a pensar que se trata de un espacio con huecos o abandonado»
JUAN CARLOS GUERRA
–¿Modelos culturales de paisaje?
–Qué es lo que asociamos con paisajes diversos, ricos, atractivos y esos modelos culturales asociados a esos paisajes están alejados de los paisajes propios de Tierra de Campos o las campiñas del sur. Ahí hace falta cambiar nuestra perspectiva, no verlos como un espacio vacío, sino un espacio llenos de otras cosas.
–Me parece intuir que no le gusta eso de la España vacía o la España vaciada.
–Prefiero hablar de España despoblada, pero podría admitir España vacía o vaciada si eso no nos condujera a pensar que se trata de un espacio con huecos o abandonado. Es un espacio con pocas personas, pero es una España llena de recursos perfectamente movilizables. Lo que hace falta es gente que lo vea, lo valorice, recursos y políticas decididas.
–Alguien que, como usted, está en plena madurez profesional, docente e investigadora sobre lo que puede pasar en el futuro, ¿tiene ya claro qué quiere ser de mayor?
–Quiero jubilarme tranquilamente y seguir aportando en lo posible, es decir, seguir leyendo, seguir analizando el espacio que me rodea, pero jubilarme con cierta paz. Que la jubilación no se entienda como un momento cercano a la muerte, sino una jubilación activa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.