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Águeda de la Pisa, junto al Roblón de Estalaya, en el corazón de la Montaña Palentina. Carlos Espeso

Las huellas del oso, junto al árbol sagrado

Águeda de la Pisa interpreta las heridas del tiempo en el Abuelo, el viejo Roblón de Estalaya en el Valle de la Castillería palentino

Carlos Aganzo

Valladolid

Viernes, 29 de noviembre 2019, 14:40

Seguramente era ya un roble centenario cuando le indultaron los leñadores. Cortaron otros árboles alrededor. Y utilizaron la madera para construir las naves de Colón ... que viajaron hasta el Nuevo Mundo. Pero dejaron al Roblón de Estalaya en su sitio. Apoyado en esta pronunciada pendiente del Valle de la Castillería. Cinco siglos después, su corteza volvió a ser marcada para la corta. Las hachas venían a buscar las traviesas del tren de la Robla y el encofrado del pantano de Aguilar de Campoo… Pero volvió a librarse del holocausto arborícola. Así que los líquenes le terminaron coronando como árbol sagrado. Como mundo en sí mismo. Ecosistema pleno de biodiversidad, sin salir del tronco hueco. Un milagro del tiempo.

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