Borrar
Casa parroquial, que será restaurada con la ayuda de la Fundación Marcelino Botín.
El pueblo mimado por los Botín

El pueblo mimado por los Botín

Villalba de los Alcores, que recibe cada año 3.000 euros de la Fundación de esta familia, recuerda al fallecido banquero

Lorena Sancho Yuste

Domingo, 14 de septiembre 2014, 11:37

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La Fundación Marcelino Botín dona cada año 3.000 euros a la parroquia de Villalba de los Alcores, municipio donde el tío del banquero tenía una finca y a cuyos vecinos ha ayudado con comida y dinero. Fue un verdadero benefactor, un bienhechor de los que miran siempre por el pueblo. Hablar de la familia Botín en Villalba de los Alcores, en los Montes Torozos, es hacerlo casi con una reverencia. Su nombre va ligado al de innumerables ayudas para esta población, donde Marcelino Botín, tío del banquero recientemente fallecido e impulsor de la Fundación del mismo nombre, poseía una finca heredada por su mujer, Carmen Yllera.

El Encinar, 400 hectáreas, luce con estado ruinoso a unos cuatro kilómetros de este municipio de esencia medieval. Fue «en el año siete» cuando el suegro de Marcelino Botín pujó por este terreno propiedad del Ayuntamiento. «Dicen que pagó unas 700.000 pesetas», comenta José María Vigo, de 80 años. Desde ese momento, Marcelino Botín, junto con su mujer, Carmen Yllera, se volcaron con el municipio donde pasaban largas estancias, especialmente en verano. «Aquí siempre se ha oído que los Botín hicieron mucho por el pueblo, y de hecho tenemos una calle dedicada a ellos», comenta el joven alcalde, Manuel Gutiérrez.

Entre 15 y 20 vecinos del pueblo se empleaban aquí como obreros. A todos, al fallecimiento de Carmen Yllera, se les dio una paga en agradecimiento por sus servicios. A unos, como a Enrique Nieto, pastor durante ocho años, fueron 10.000 pesetas (60 euros), pero le consta que hubo quienes llegaron a recibir hasta medio millón de la moneda de entonces. «Para Villalba siempre ha sido muy bueno, ha hecho mucho por el pueblo. Si se necesitaba un préstamo para cualquier cosa, se lo daba sin problema», comenta José María Vigo, quien llegó a trabajar cuatro años como albañil en la finca. «Era de trato muy agradable. Había veces que discutía con la condesa, su cuñada, porque nos mandaba hacer algo con lo que él no estaba de acuerdo y nos decía que le dijéramos a la condesa que aquí se hacía lo que decía él», confiesa el ahora octogenario. La bondad de esta familia no conoció límites en los años de la posguerra, cuando costeaban un comedor en casa de una vecina, Jacoba, para alimentar a los niños necesitados y a los que se desplazaban todos los días desde las fincas de alrededor al colegio de Villalba. «Tenía la cosa de donar algo al pueblo porque había necesidad», comentan varios vecinos. María Jesús, una de las residentes en Villalba, va más allá y asegura que Marcelino Botín ha llegado a dar dinero a bastantes familias necesitadas de la localidad. «Hasta hace treinta años al menos sé que él hacía llegar un dinero para repartirlo entre los que más lo necesitaban», confirman.

Ayudas directas

Sus constantes gestos hacia la localidad empujó al Ayuntamiento a denominar un paseo con su nombre. De hecho, una vez que Marcelino Botín falleció, su fundación, presidida por Emilio Botín, presidente del Banco Santander fallecido esta semana, continuó con el respaldo a la localidad. De ahí que en el año 1995 se inaugurara oficialmente la casa parroquial costeada por la citada entidad. La segunda que financiaba, pues la anterior se construyó en el lugar que quiso el párroco y que no era del agrado del propio Marcelino Botín. De ahí que hace veinte años se levantara una nueva, la actual.

Con el paso de los años, la parroquia ha seguido manteniendo una relación con la fundación, de tal forma que cada anualidad recibe 3.000 euros de ayuda para destinarlo a alguna necesidad de la iglesia. María Ángeles Blanco, una de las miembros de la junta parroquial, enumera las múltiples obras ejecutadas con esta ayuda. «Echamos gasóleo, se ha puesto un zócalo en la sacristía para evitar humedades, un altar para la pila del bautismo, la restauración de un San Roque y se ha retejado». Todo ello con sus correspondientes fotografías para demostrar a la fundación la necesidad y buen empleo de esta ayuda. «Este año, con el dinero que hemos recibido, vamos a arreglar la fachada de la casa parroquial», comenta.

La finca, propiedad de un sobrino de Carmen Yllera, esposa de Marcelino Botín, conserva algunos de los edificios, donde antiguos trabajadores como José María Vigo aseguran que tenían «verdaderas joyas en muebles, algunos de nogal», un jardín «casi botánico», y todo tipo de servicio, «chófer, jardinero, jefe de cocina, criadas...de todo».

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios