Don Carlo, el acontecimiento

El acontecimiento del Festival. Entradas agotadas para todas las representaciones (se retransmitió la segunda), reparto de lujo, los coros y la Filarmónica de Viena. Expectación y éxito. La versión de Modena de esta obra maestra a pesar de sus inverosimilitudes históricas, con cinco actos y cantada en italiano, ocupa cinco horas en las que el amor, los celos, las intrigas, la reflexión sobre el poder, la opresión y la libertad se encarnan por seis personajes y un coro múltiple, con una fuerza insólita.

Peter Stein, en su particular estética, es fiel a las óperas que dirige. Su visión pudiéramos calificarla de clásica, aunque cada acto, cada cuadro, tenía una configuración estética personal y despejada. Espacios muy cuidados, utilizando en ocasiones el cinemascópico escenario en su totalidad, reduciéndolo en otras. Formidable director de actores, encontró los mimbres adecuados que los primeros planos de la realización fílmica mostraron en su intensidad dramática. Una visión convulsa y oscura en la que cualquier anhelo de libertad queda sofocado por el omnímodo poder de una Iglesia fanática y de un Monarca duro y cobarde a la vez.

Difícil partitura, llena de contrastes, que Pappano entendió desde el drama, con potencia y articulación en la extraordinaria Orquesta, con suaves remansos líricos en algunas escenas. Magníficos los coros, movidos casi coreográficamente por Stein. Un reparto de lujo, tanto en las voces como en la calidad actoral. Composición perfecta del personaje y prodigiosos agudos de Kauffman, nobleza en Hampson, dualidad de la fuerza y angustia en Salmineny, brillantez en Semenchuk en sus dos arias tan diferentes, composición exacta de Harteros, debilidad y dignidad en una voz que encuentra los matices necesarios, sobre todo en los pianos. Un acontecimiento sin rupturas estéticas, que une escena y música en un todo muy difícil de alcanzar. Gran regalo para el numeroso público que asiste a estas sesiones.