El último rastro del Quintas, el depredador sexual del Duero, se pierde en Portugal
Se trataba de un pequeño delincuente que entraba y salía de la cárcel hasta que en enero de 1983 se produjo el punto sin retorno
Mentar a Manuel Martínez Quintas en Zamora es mentar al diablo. Nacido en Valdecarros (Salamanca) pero vecino del barrio de Pinilla, era un pequeño delincuente que entraba y salía de la cárcel hasta que en enero de 1983 se produjo el punto sin retorno en su historial: Aurora B. L. y José Manuel T. D., de 19 y 18 años, que habían ido a la isla de las Pallas a contemplar las aves, no regresaron a casa. El Quintas confesó el doble crimen. Tenía en su poder la medalla de plata que llevaba la joven y 1.100 pesetas que les arrebató a punta de escopeta. Luego les maniató y amordazó. Unos piragüistas encontraron flotando en el río el cuerpo de la chica. El del chico estaba semienterrado.
El asesino tenía 32 años y se ha pasado media vida en la cárcel. De Topas salió en libertad condicional en 1996 y no tardó un año en violar a otra mujer. Ha cumplido la última pena en la prisión de Lugo y a su salida en 2017 expresó su intención de quedarse en la ciudad. La presión social le hizo huir a La Coruña y fuentes policiales le sitúan hoy en Portugal.