El último reducto fotográfico de Valladolid: «Todavía revelamos cerca de 80 carretes al mes»
Namen Color, la veterana tienda de fotos del Paseo de Zorrilla, cumple 40 años en los que ha vivido la profunda transformación de un sector volcado ahora en lo digital
«El lunes después de Semana Santa, esto era una locura», dice Enrique Navarro, segunda generación detrás del objetivo de Namen Color, la tienda de ... fotografía del Paseo de Zorrilla que este martes 15 de julio ha cumplido sus 40 años de historia. «En cuanto terminaban las vacaciones, la gente venía aquí con cinco, seis carretes para revelar. Era tremendo. Y lo mismo ocurría el 16 de agosto, el 1 de septiembre, después de Navidad». Todas esas fotos que se habían tomado durante las vacaciones eran un misterio absoluto hasta que llegaba el momento del revelado. No había forma de saber si habías salido con los ojos cerrados o un punto rojo en las pupilas, si estarías con la sonrisa puesta o el rostro desenfocado. Toda foto era una sorpresa hasta que no se veía su resultado en papel.
Y ahora…
«El móvil lo ha cambiado todo. Este es un negocio totalmente distinto desde la llegada de lo digital». Lo explica Constantino Navarro, leonés de 1940, desde los diez años en Valladolid y fundador de Namen Color, histórico negocio dedicado al mundo de la fotografía. De los poquitos que quedan en Valladolid. «La mayoría son estudios fotográficos que, además, revelan fotos. Ahora somos los únicos especializados completamente en la venta de material fotográfico», asegura Navarro, quien en 1985 decidió montar este negocio por la gran afición a la foto que había en su hogar. «Mis hijos tenían entonces entre 15 y 18 años. Eran unos apasionados de la fotografía. Y vimos la oportunidad de abrir esta tienda, también como una apuesta para su futuro».
Para el nombre eligieron la sílaba del primer apellido de los impulsores (Navarro y Méndez). Y para ubicarse, un local en el barrio donde Constantino pasó toda su infancia. Mi padre era militar y, cuando yo era pequeño, lo destinaron a Valladolid. Se instaló en esta zona, cuando el Paseo de Zorrilla estaba todavía por crecer. También en 1985, cuando abrieron en un local de 350 metros cuadrados del Paseo de Zorrilla 106, el entorno no había vivido su completa transformación. «Todavía no habían construido El Corte Inglés», rememora Constantino, quien recuerda que esta fue la primera de otras tiendas que la marca tuvo en Valladolid.
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En 1989 abrieron una sucursal en La Rondilla. Primero en Portillo de Balboa, junto a los cines Vistarama, para mudarse luego a Santa Clara 1. En junio de 2002 estrenaron otra sucursal en Vicente Mortes 6, en Huerta del Rey. Y en 2006 se establecieron en Portugalete. Llegaron a tener 23 empleados (hoy son siete trabajadores). Pero «la práctica desaparición de la fotografía analógica y la gran especialización e inversión que requiere la tecnología digital» les obligó a tomar drásticas decisiones. A partir de 2010 cerraron las tres tiendas secundarias y se quedaron con la matriz del Paseo de Zorrilla, donde permanecen en la actualidad, con un público muy diferente al que hace 40 años se acercaba por allí.
«Los carretes casi han desaparecido. Apenas revelamos ochenta al mes. Pero te puedes sorprender porque muchos de ellos son jóvenes que han encontrado en la fotografía analógica una nueva afición», explica Constantino. «Se ha puesto de moda en las redes sociales, tal vez todo esto venga de un movimiento en Tik Tok. Pero las pasadas navidades, por ejemplo, vendimos todas las cámaras de fotos de un modelo concreto (Kodak FZ55) que teníamos en 'stock'.
Esa y otras parecidas, que están en torno a los cien euros. Casi todos los móviles tienen ya mejor calidad que estas cámaras, pero muchos jóvenes las compran porque quieren fotos con esa textura antigua. Es más, vienen, las revelan, se las llevan en papel y las pasan luego a digital, para colgarlas en sus redes. Es muy curioso», explica Kike, quien añade que esa moda se da la mano con la de las cámaras desechables, que muchos jóvenes llevan también en sus viajes y excursiones.
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Junto a ese recuerdo de lo analógico, está la supremacía de lo digital. Ahora todo el mundo lleva en el bolsillo una cámara de fotos. Con una potencia y calidad increíble. «Hay aspectos que todavía una cámara te da con más calidad: el zoom, el cambio de objetivo, el enfoque, las fotos nocturnas…», indica Enrique. Pero el móvil es hoy el mayor productor de fotografías. El problema es que muchas de esas instantáneas permanecen durante años (a veces para siempre) en las tripas del teléfono. Imágenes sepultadas por toneladas de 'kas'. Un carrete infinito que no siempre se lleva a revelar.
«Nosotros tenemos un lema: 'Quien no imprime sus fotos, pierde los recuerdos'. Y es así. ¿Cuántas fotos hacemos y luego olvidamos porque no las volvemos a ver?», se pregunta Constantino. Y eso, dice, que cada vez más personas recuperan la idea del álbum y que el revelado desde lo digital (en pincho o por 'bluetooth' directamente desde el móvil) sale más barato que antiguamente con los carretes. «Nosotros hacemos unas 18.000 copias de fotos digitales al mes, en formato 10x15». Y eso, sin contar con la recuperación de fotos antiguas (escaneos, retoques, copias de copias). Es otra forma de recuperar la memoria fotográfica, la conversión en digital en viejas fotos en papel. O la digitalización de negativos y diapositivas. «Hay clientes que nos han llegado a traer hasta 30.000 diapositivas para pasarlas a digital, porque gran parte de su material estaba antes en ese soporte». Y entre quienes han requerido estos servicios están instituciones como la Universidad de Valladolid, el hospital Clínico o el Río Hortega.
Junto al tsunami de lo digital, está también la presión del mercado 'on line'. «Con eso hay que competir», apunta Constantino, quien junto a sus hijos recupera anécdotas de estos cuarenta años de Namen Color. Por ejemplo, la de esos clientes que venían con el negativo velado en la mano para que le sacaran las fotos o esos otros que les pedían que, por favor, hicieron algún retoque en la imagen para que no saliera en la foto alguien a quien querían olvidar. ¿Y ahora, quién compra cámaras de fotos? «Mucha más gente de la que te imaginas. Están los profesionales de la fotografía y de otros sectores (como arquitectos, aparejadores), también los amantes de la naturaleza y muchísimos aficionados a esta pasión», resume Constantino Navarro, que esta semana ha celebrado los 40 años de Namen Color.
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