Curioseando
El sol artificial que llegó para alumbrar las noches de ValladolidLa instalación del servicio de luz eléctrica, que sustituía al rudimentario sistema de gas, abrió las puertas a un despliegue industrial clave en la ciudad
A día de hoy está más que normalizado, pero hubo un día que Valladolid presenció la llegada del sol artificial. El servicio de luz eléctrica ... se instaló en octubre de 1887 para quedarse definitivamente en la ciudad. Fue en la noche del 22 al 23 de octubre cuando el Círculo de Recreo y el Teatro Zorrilla dieron el pistoletazo de salida a este nuevo suministro, que sustituía al sistema rudimentario de las lámparas de gas, gestionado por la Sociedad Electricista Castellana, fundada el 7 de marzo de ese mismo año.
El 28 de junio de 1886, un año antes del gran acontecimiento, el Ayuntamiento de Valladolid ya barajaba varias propuestas para comenzar a alojar los cables que tendrían destino a la iluminación eléctrica. El proyecto estaba firmado y dirigido por Mariano Fernández de Lara, que tomaría las riendas de la parte aérea de la instalación, y por Antonio de Mora Obregón, que lo haría a través del cable subterráneo.
Tras mucha deliberación, el Consistorio se decantó por esta última opción, ya que la oferta de Fernández de Lara era mucho más antiestética para la ciudad. De manera casi inmediata la Sociedad Electricista Castellana empezó a cobrar forma a manos de Menés Auge, que junto a Antonio de Mora solicitaron una exclusividad de 10 años de la distribución de energía eléctrica en la ciudad. Dicho y hecho. El 21 de marzo de 1887 les fue concedida, a pesar de la competencia de las otras empresas del sector, ya que esta sociedad fue la única que cumplió con los requisitos que planteaba el Ayuntamiento.
Un despliegue industrial clave
Ese mismo año, a manos de la misma compañía, una central térmica nació en Huerta del Rey y abrió paso a la realización de zanjas para instalar los cables subterráneos que abarcaban hasta el corazón de la ciudad. La fábrica de harinas de Miguel Rodríguez, ubicada en el número 7 de la calle Puebla, y la de Isidro Vicente, en el número 29 de la acera de Sancti Spiritu, fueron las primeras empresas vallisoletanas en recibir estos servicios de electricidad.
Sin embargo, la Sociedad Electricista Castellana no contaba todavía con la patente por diez años que solicitó. Para hacerse con ella tuvo que soportar la dura competencia de la Compañía Madrileña del Gas, que era la antigua encargada de iluminar las calles de Valladolid a través del viejo sistema de gas, pero también tuvo que hacer frente a otros fuertes competidores como La Electricidad, empresa dirigida por Mariano Rincón, instalada en la calle del Perú.
El 24 de octubre de 1887, la luz eléctrica se inauguraba por primera vez y de manera oficial en el Teatro Zorrilla. Los asistentes tuvieron la oportunidad de visitar las instalaciones de alumbrado del Casino de la calle Duque de la Victoria y Café Imperial, donde tuvo lugar un banquete que corrió a cargo de la Sociedad Electricista Castellana. En la celebración no faltó detalle, la copiosa cena estuvo protagonizada por un exquisito puré de cangrejos, quesos helados y filetes a la jardinera.
Este hecho revolucionario tuvo lugar tan solo cinco años después de que, por primera vez en el mundo, Edison iluminara la gran manzana de Nueva York. Por aquel entonces, la ciudad de Valladolid estaba poblada con más de 69.000 habitantes. El diario El Norte de Castilla rememoraba entre sus páginas del 23 de octubre que Valladolid se sumaba al listado de ciudades con luz eléctrica en sus teatros para evitar los frecuentes siniestros ocurridos a causa de los incendios.
Con el paso de los años no todo salió a pedir de boca. El pionero servicio eléctrico presentaba un alcance limitado que, años después, pasó a formar parte de la Electra Popular Vallisoletana. Constituida en 1906 por Santiago Alba y Calixto Rodríguez, esta compañía tenía el objetivo de fomentar la participación en las acciones y el consumo eléctrico entre los vallisoletanos.
Y es que pese a las continuas protestas de la antigua empresa eléctrica, la Electra logró que el Consistorio diese luz verde a la instalación de su central en el paseo de San Lorenzo, actual Isabel la Católica, es decir, en el centro de Valladolid. De esta manera, el suministro eléctrico se convirtió en algo más fiable y accesible a las clases medias y bajas de la población, y que además, se mejorase considerablemente la calidad del alumbrado público. De la mano de este sol artificial surgieron nuevos negocios que, junto al estreno del tranvía electrificado de 1910, supuso un despliegue industrial clave para Valladolid.
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