Casi seis décadas entre dos alcaldes de Valladolid
El regidor de Corcos del Valle, Gonzalo Peinador, tiene 24 años y es el más joven de la provincia, mientras que el de Nueva Villa de las Torres, Rufino Hernández, de 83 años, es el más veterano
Al alcalde de Corcos del Valle, Gonzalo Peinador Catalina (PP), le quedan dos meses para cumplir 25 años. Tiene pendiente el último año de la ... Ingeniería Agrícola que cursa en la Universidad de Valladolid, que compaginará con los huecos libres que le deje la gestión municipal de este pequeño municipio de poco más de 200 habitantes enclavado en plena comarca de la Campiña del Pisuerga. Es, desde el pasado 26 de mayo, el alcalde más joven de la provincia de Valladolid. «¿Y qué pasa?», se pregunta. No hay plus de presión que valga. Dice que está en su «mejor momento». No tiene «cargas» ni «muchas responsabilidades». «Si no lo hago ahora, ¿cuándo voy a hacerlo? Tengo la energía a tope, soy muy joven», asegura.
Semanas antes de las elecciones, por el pueblo se rumoreaba que el anterior regidor, Miguel Ángel Rosales, no iba a presentarse a la reelección. Entonces, recuerda Peinador, se lo planteó por primera vez. «Vi que el anterior alcalde, que lo hizo muy bien, no se iba a presentar y me dije: ¿y por qué no?», asegura. Era finales del mes de abril. Estaba con su padre «trabajando en la era y hablando de todo» y le comentó sus intenciones. «Fue al primero al que se lo comenté. Tardó dos segundos en responderme. No me puso ninguna pega, me dijo:'haz lo que tu veas'», afirma. También se lo comentó a su hermana y a su madre. «A nadie más le interesaba», insiste.
Las frases
«Sería una pena grandísima que los pueblos pequeños desaparecieran»
rufino hernández, alcalde de nueva villa de las torres
«La única baza contra la despoblación es agilizar y facilitar los trámites»
gonzalo peinador, alcalde de corcos del valle
Las fiestas de la localidad estaban a la vuelta de la esquina y sabía que su posible candidatura «iba a ser muy comentada». Lo cierto es que el runrún era constante. «No iba a decir nada hasta que no hubiera equipo. Si no tenía un buen equipo que me respaldara y que trabajara por el pueblo, que se comprometiera y estuviera ahí cuando lo necesitara, tenía claro que no me presentaría», añade.
Acaba de «aterrizar», pero entre cosecha y cosecha busca huecos para «pasarlo con los amigos» y dedicarle tiempo «a ponerse al día». «Estoy contento, han sido quince días bastante intensos», incide. «Sí que es verdad que ha habido algún detalle que no me esperaba, pero de todo se sale, y si se hace bien y con ilusión, no hay ningún problema», continúa.
Cuenta que vivir en pueblos tan pequeños es un camino plagado de obstáculos. De palos en las ruedas. Pero Gonzalo Peinador es de esos que llevan a gala el orgullo rural, que aboga por generar oportunidades en el territorio para frenar la sangría poblacional. «Estoy donde quiero estar. Si todo se da bien, estaré en Corcos en resto de mi vida», subraya.
Por ello, cree que la fórmula para acabar con la despoblación y lograr «que la gente no se vaya o venga» pasa por «agilizar y facilitar los trámites». «Es la única baza que podemos jugar», advierte. «Eso es lo que yo siempre he dicho a las administraciones. Que hacer una vivienda cueste lo mismo en un pueblo que en una capital nos machaca, es que nos hace polvo, porque si un señor piensa en hacerlo, lo hace en Medina del Campo porque mañana esa casa puede valerle más, y en pueblos pequeños como el nuestro vale menos», le replica Rufino Hernández. «Sería una pena grandísima que los pueblos desaparecieran», se lamenta. Rufino Hernández Calleja tiene 83 años y un manojo de llaves que le permite colarse en todas las casas de su localidad, Nueva Villa de las Torres. Una jubilación anticipada a los 42 años propició su llegada al consistorio.
Necesidades
No podía pensar en que, sin hacer «nada», sería un «parásito». Y se presentó a las elecciones municipales de 1987 por la extinta UCD (Unión de Centro Democrático). «Me dije: bueno, si me pongo de alcalde intentaré hacer todo lo que pueda por el pueblo, aunque me toque llevarme un mal rato, que por cierto han sido pocos», asevera.
Cuando entró por primera vez por la puerta del Ayuntamiento de Nueva Villa de las Torres, hace ahora 32 años, no se podía ni andar por las calles. No estaban asfaltadas y las redes de abastecimiento de agua dejaban mucho que desear. Ahora la situación es completamente diferente. Aunque Hernández reconoce que «siempre se necesitan cosas», cree que a día de hoy tienen «todos los servicios cubiertos». «Tenemos médico y practicante todos los días, también dos bares, farmacia, comercio... Lo básico», apunta.
Llevar el bastón de mando de Nueva Villa le genera «mucha ilusión». También le sirve de «distracción». No quiere imaginarse un posible final de su mandato. Balbucea al hablar de ello. El pueblo le quiere –«me aprecia mucho», dice– y, mientras «pueda», seguirá presentándose como candidato. «Durante estos años he hecho muchísimos amigos, para mí inmejorables. Eso sí, como no tires tú del carro, nadie lo va a hacer», aconseja a Gonzalo.
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