«Este es el segundo incendio que provoca, al tercero saltamos todos por los aires»

Sara, Ángel, Antolín, Zacarías y Eva coincidían en el descansillo y compartían indignación y evidente impotencia por la situación que viven a diario desde hace ya seis meses. Se sienten «desamparados» y lamentan el «malestar y el miedo» que les genera su conflictivo vecino de 59 años. Un hombre con «aparentes problemas mentales» que, según explican, les hace «la vida imposible».

Según ha confirmado a este medio fuentes policiales, el hombre –que tuvo que ser atendido por quemaduras en los tobillos e inhalación de humo– es el mismo que el pasado miércoles fue detenido por amenazar y tratar de agredir con una barra de hierro a una mujer en el Paseo del Cauce.

La intervención de los bomberos, los servicios sanitarios y la policía local no pilla a nadie por sorpresa en este edificio. «Hoy dormiremos algo más tranquilos porque estará ingresado, pero cuando vuelva seguirá el calvario. Esta es otra más de las que prepara, porque este no es el primer incendio que provoca, es el segundo en apenas dos meses y al tercero saltamos todos por los aires», espeta durante la conversación una de las vecinas del segundo, Eva García. Tiene tres hijos, de 20, 17 y 12 años y asegura que la intranquilidad que siente no se la desea a nadie.

«Cuando los mayores llegan de fiesta, aunque sea de madrugada, bajo a buscarlos al portal para subir con ellos a casa. Todos evitamos meternos con él porque sabemos que no está bien, pero no tenemos porqué aguantar que clave puntas en las ventanas del descansillo para que no podamos abrirlas, que ensucie zonas comunes con basura, que dé patadas y ralle las puertas de los demás o que nos tenga a todos amenazados de muerte».

El vecino que, presuntamente, habría provocado este incendio vive desde hace siete años en el primer piso. «Vivía con su madre hasta que hace tres años la llevaron a un residencia y menos mal, porque si la mujer ve esto... se muere. De ella jamás hemos tenido queja», asegura Zacarías Alfageme, mientras señala la vivienda atestada por varios montículos de enseres acumulados que impiden diferenciar las distintas estancias de la vivienda.

«Él vive solo desde hace medio año, que fue cuando la mujer con la que estaba se marchó y entonces empezaron los problemas. Empezó a acumular cosas y más cosas que sube a casa con un carro y esto no solo es peligroso para él, sino para todos», explica Sara B., la vecina que hasta hace cuatro meses convivía puerta con puerta con el conflictivo vecino.

Se ha tenido que mudar por temor. «Tengo dos niños pequeños de ocho y un año y medio e imagínate lo que ha sido vivir así. Noches y noches sin dormir, ruidos de obra de madrugada, muchas veces con olor a quemado que te mantiene en alerta, hasta llegué a comprar una alarma de incendios y un extintor. Hemos aguantado de todo, constantes llamadas al timbre, golpes en la puerta, insultos... Mis hijos estaban atemorizados y me he tenido que marchar», lamenta la mujer.

Ella es una de los dos vecinos que han dado el paso de denunciar. «En mi caso por insultos, amenazas de muerte, gestos desafiantes que nos hacía cuando iba con los niños, a veces incluso con un destornillador en la mano. No hay derecho», explica Sara, mientras muestra varios vídeos captados por el sistema de vigilancia que llegó a instalar en su puerta. «Quería tener pruebas de todo para que no hubiera duda de mi palabra al llevarlo ante un juez».

Ha encontrado varias notas en su puerta una de ellas en la que podía leerse: «El karma te ha dado una lección, niñata. Nunca intentes joder la vida a nadie». «Esto es de locos, el que nos hace la vida imposible es él, tanto que al final nos hemos tenido que marchar», asegura.

El 16 de mayo, el hombre acusado de un presunto delito de amenazas graves, no se presentó al juicio al que estaba citado, «se ha aplazado al 7 de julio, pero dudo que vaya», lamenta la vecina.

Sara finaliza su testimonio a la vez que otro vecino se acerca al descansillo. «Es habitual verle por la calle con un palo dando golpes a los árboles o a las farolas. A mí hace dos semanas me empujó y ya me ha sacado un cuchillo tres veces. Te digo yo que si no hacen algo pronto esto acaba mal», asegura el vecino del cuarto piso, Ángel Muñimer. Aquí ya nada les pilla por sorpresa.

El presidente de la comunidad de vecinos, Juan Iglesias, se suma a la conversación y asegura que han intentado de todo para terminar con los problemas de convivencia que genera el hombre que les tiene atemorizados. «A mí me ha llamado a la puerta muchas veces por la noche para decirme que iba a quemar el edificio o me enseñaba petardos grandes y me decía que iba a volar cada piso», añade.

Asegura que el resto de vecinos se llevan bien. «Somos casi cincuenta y muchos llevamos aquí toda la vida. Es una pena que nadie actúe aun teniendo las denuncias puestas. Al tanto están los servicios sociales y nadie actúa, la policía y los jueces no hacen nada, el sistema en general no funciona», señala.

No van a dejarlo pasar y este domingo se van a reunir para estudiar la posibilidad de contratar un abogado e interponer una denuncia a nivel comunitario. «Por favor, que las administraciones nos ayuden, esta persona es peligrosa y necesita tratamiento psiquiátrico», reiteran una y otra vez.

La Policía Local ha intervenido en numerosas ocasiones por molestias vecinales, pero los residentes del este bloque de la calle Pato no entienden qué más tiene que pasar para que el hombre sea atendido como se merece y deje de generar un clima «insoportable» en una comunidad donde «siempre ha reinado la buena relación entre los demás».

Por eso, piden que se agilice el sistema administrativo y judicial en este tipo de casos y que se les escuche para evitar que algo peor suceda, «para que luego no tengamos que decir que esto se veía venir», finalizan los vecinos.