Robladillo revive el rito tradicional de la matanza para reivindicar su historia

Los vecinos de Robladillo están empeñados en mantener viva una de las tradiciones más arraigadas del medio rural, como es la matanza del cerdo. Más de 150 personas, en un municipio con 97 vecinos censados, rinden allí durante este fin de semana un homenaje a un animal del que, como dice el dicho, se aprovecha todo, hasta los andares. Es la tercera vez que este municipio, situado entre Simancas y Ciguñuela, organiza una jornada dedicada a la matanza tradicional, y cada vez con más éxito de participación.

El objetivo de esta fiesta pasa por que vecinos y visitantes vivan en primera persona los quehaceres que conlleva este típico ritual, con las mismas técnicas y utensilios que se utilizaban antaño y manteniendo el sabor natural y rural de los productos. «Hay niños que descienden del pueblo, pero que viven en la ciudad y nunca han visto la matanza. También muchos mayores, que hace años que no disfrutan de este ancestral rito. Esa es la razón de esta fiesta. Queremos mantener viva la tradición y que todos seamos testigos de esta forma de vida que ha modelado a lo largo de los años los pueblos de Castilla. La matanza ha servido para dar de comer a ricos y pobres y, sin ella, no se entienden nuestros pueblos», destaca Raúl Alonso, concejal de Cultura del municipio.

El protagonista del fin de semana es un cerdo de 150 kilos de peso. A primera hora de la mañana, los vecinos se han dado cita en las inmediaciones del parque. Allí estaba listo el animal, ya sacrificado y sangrado, tal y como marca la legislación vigente. La fiesta ha dado comienzo con el chamuscado, con paja de centeno, igual que se ha hecho siempre. Posteriormente se ha procedido al raspado ante numerosos curiosos.

Después del lavado del cerdo, se ha hecho el «urdido» de tripas, como se llama en el pueblo a la limpieza de los intestinos y el estómago.Mientras las féminas se han afanado en preparar el típico calducho de morcillas, ellos se han ocupado de destazar al cerdo, separando los magros, lomos, solomillos, pancetas y costillares, que se dejaron orear. Al mediodía se ha hecho la primera de las degustaciones de los productos del cochino, cocinados a la brasa y regados con vino de la tierra.

Por la tarde, se ha retomado la faena y se ha hecho el picado de carne y el envuelto del picadillo, que se dejará reposar toda la noche hasta el domingo. La jornada concluirá con actividades lúdicas y la cena de matanza.

Los vecinos volverán a reunirse mañana a primera hora para preparar los chorizos que a mediodía se cocinarán a la brasa, junto con el picadillo, torreznos, lomos y costillares para luego degustarlos durante una comida de hermandad.

Los organizadores destacan la elevada participación vecinal y el buen ambiente reinante durante esta fiestas de la matanza. «En estos tiempos en que nuestros pueblos languidecen por la despoblación, queremos reivindicar estas fiestas rurales, nuestras tradiciones, para saber quiénes somos y de dónde venimos. Sentimos que pequeños pueblos como Robladillo están olvidados por parte de la administración y, o somos los propios vecinos los que nos implicamos para dotarles de vida e ilusión, o estos pueblos se mueren», ha justificado el responsable de Cultura de Robladillo, Raúl Alonso.