Roberto Fraile será enterrado en León y su cuerpo será velado en Valladolid

En este sentido, el Ministerio de Defensa tiene preparada una aeronave para repatriar los cuerpos de los dos periodistas españoles asesinados en el país africano, que llegaron el martes por la noche a Uagadugú, la capital, donde se procederá a realizarles la autopsia, según han subrayado fuentes de Defensa a Ical. Están a la espera de recibir la autorización pertinente para llevar a cabo la operación.

La minista de Exteriores, Arancha González Laya, no hay querido aseverar los motivos de los asesinatos. «Es un poco prematuro, no me atrevo a adelantar nada. Parece que es un atentado terrorista pero hay que ser muy prudente. Espero que lleguemos a saber lo que ha pasado«, ha asegurado este miércoles. La minista tuvo este martes una conversación con el ministro de Burkina Faso y asevera que »hay la mejor disposición por su parte«.

Aunque Fraile había nacido en Barakaldo hace 47 años, se sentía más castellano y leonés que vasco. «Le preguntabas y no decía ni Barakaldo, ni Salamanca ni Valladolid. Él se sentía de Valdespino, el pueblo de su madre» (su padre es natural de Béjar, en Salamanca). Además, sus dos hijos, de 13 y 16 años, nacieron en la capital salmantina, donde vivía desde hace 25 años y donde desarrolló la mayor parte de su trayectoria profesional. Precisamente allí, trabajando en la televisión local, allá por 1995, conoció a la madre de sus hijos. «Estábamos separados desde hace poco, pero nos llevábamos muy bien. Es el amor de mi vida. Como profesional era el mejor, y como persona era tan especial... Era un gran padre», ha apuntado Marcos, visiblemente emocionada.

Sus padres residen en Valladolid, en el barrio de La Rubia, y allí estudió entre los seis y los dieciséis años. Tenía un hermano con quien mantenía una estrecha relación. Quienes le conocían destacan de él su faceta por sacar una sonrisa en los momentos más difíciles, por hacer chistes «absurdos y alegrar el día a cualquiera», como se ha referido la que fue su pareja durante veinte años. Era raro toparse con Roberto Fraile y que no llevara una cámara en el hombro. La fotografía era su «gran pasión». «Estaba todo el día con la cámara de fotos encima para hacer fotos chulas a sus hijos y que pudieran presumir en redes sociales. También le gustaba ir al pueblo y ver a sus hijos jugar al fútbol y al baloncesto», ha recordado Lidia Marcos.

Precisamente los últimos mensajes que intercambió con Roberto fueron para pedirle una fotografía del niño en un partido de fútbol. Dos días antes de conocer que habían sufrido un ataque. «Queríamos poner en la habitación una foto preciosa que le hizo de portero, y estábamos hablando de la foto esa. Al día siguiente le mandé otro mensaje para una cosa de clase de los niños y ya no le llegó», ha explicado Marcos, al tiempo que ha insistido en que a él «no le hubiera gustado nada que hablaran de él porque era muy humilde, pero todo el mundo debe saber lo buena persona y profesional que era».