Valladolid
Los rescoldos vandálicos de El Cuadro se reactivan con las últimas agresionesLos vecinos de la zona aseguran que la situación actual no se asemeja a la que se vivía hace 20 años, a pesar de los últimos incidentes con armas blancas
Son aislados y se pueden contabilizar con los dedos de las manos. Pero eso no quita para que cierta preocupación se haya instalado en Francisco ... Suárez y sus calles aledañas para rememorar ecos del pasado. Eso sí, no es ni parecido a lo que se vivía hace veinte años en los mismos rincones. Las agresiones y los actos vandálicos han vuelto recientemente a El Cuadro y sus entornos, como se escenificó el pasado fin de semana con un joven de 22 años apuñalado hasta en dos ocasiones y que dejó un reguero de sangre a lo largo de toda la fachada del colegio Lourdes (calle Paulina Harriet). La agresión por arma blanca obligó a trasladar de urgencia al herido al Río Hortega, si bien recibió el alta tras ser tratado de las lesiones.
Ese hecho lo comentaba este jueves una vecina de la calle Gregorio Fernández (vive a escasos metros de donde tuvo lugar la pelea/agresión) a la salida de una peluquería, precisamente, en la calle Francisco Suárez. Lo había oído y muestra esa preocupación que genera amanecer una mañana de domingo con una calle repleta de policías y sanitarios. Ella, vecina de toda la vida que prefiere mantener el anonimato, asegura que esto no es ni parecido a lo que se vivía antiguamente.
La realidad actual en El Cuadro es la de un sinfín de locales vacíos en sus pasadizos, con un perímetro compuesto de diferentes negocios como cafeterías o locales dedicados a la estética y la belleza. Ni rastro de lo de antaño. Tan solo «unos dos bares» abren por la noche los fines de semana, como puntualizan los residentes.
Sucesos en Valladolid
Y es ahí donde se centran esos rescoldos de reactivación de una situación vivida ya en el pasado. «Son ambientes latinos», agregan los vecinos. Uno de ellos, que ha preferido no dar el nombre, asegura que su ventana del dormitorio da al patio donde se encuentra uno de esos dos locales. «Tan solo los sábados escuchamos algo de ruidos. Sabemos que está abierto, pero poco más. Ahora en verano, al dormir con las ventanas abiertas, se oye todo un poco más», describe un hombre que vivió la época de su máximo esplendor. «Recientemente, solo he llamado una vez a la Policía. Y fue porque una joven no paraba de gritar y chillar. Estuvo más de media hora. No me quedó más remedio que llamar», puntualiza.
Ese bar y otro que da a la bajada del río, ya en la calle Espíritu Santo, son los que acumulan más llamadas. No directamente dentro de los locales, sino que son zonas cercanas donde ocurren los incidentes. A pesar de todo, la Policía es conocedora de esa situación y en más de una ocasión se ha identificado a jóvenes, algunos pertenecientes a grupos juveniles violentos, en las inmediaciones. Todo ello durante los fines de semanas y con la sombra de lo que antiguamente era El Cuadro.
Hace casi veinte años, esta zona de ocio nocturno era noticia cada fin de semana. Con heridos, algunos por arma de fuego, peleas y agresiones. No había forma de vivir en un entorno colapsado por bares y discotecas. Al frente de la lucha vecinal se encontraba Antonio Presa, residente en uno de esos inmuebles y que ahora reconoce que se ha enterado de los últimos altercados por la prensa. «No es ni comparable con lo que hemos vivido. Lo último se puede catalogar como incidentes como en cualquier sitio con un bar nocturno», agrega desde la distancia.
Porque El Cuadro fue una de las principales zonas de copas de Valladolid desde los años ochenta hasta su muerte en el año 2008. Siempre acompañada de la polémica y la trifulca. Fue en la primera década del nuevo siglo cuando se dio por finalizada la guerra entre hosteleros y vecinos hartos de lo que vivían y veían cada fin de semana. A golpe de sanciones administrativas de diferente índole y unas cámaras de videovigilancia que aún se pueden ver fueron la gota que colmó el vaso para que la zona recibiera la estocada final. 17 años después de ese 'cierre', aún se ve la gran mayoría de locales clausurados, algunos todavía con los carteles de se alquila o se traspasa.
Tres décadas de conflictividad
Fueron tres décadas de conflictividad, aderezada todas ellas con pintadas de grafiteros que querían dejar su impronta en la zona.
La muerte de El Cuadro como zona de copas se gestó a finales de 2008 después de tres años en los que llegaron a registrarse allí hasta trece incidentes de carácter violento con heridos de bala o navajazos de por medio, además de explotar distintas operaciones antidroga en algunos de los locales. La decena larga de establecimientos que seguían abiertos para entonces acumulaban una media de doscientos 200 expedientes sancionadores por infracciones de horarios y ruidos cada año. Fue su final. La Junta y el Ayuntamiento retiraron la licencia a ocho bares y cerraron directamente en esa recta final del 2008. El resto fueron cayendo en los meses siguientes hasta borrar cualquier atisbo de ocio.
Pero esos golpes definitivos desarbolaron la zona para dejar, actualmente, en rescoldos de fiesta y con un par de establecimientos abiertos, foco, según apuntan, de los últimos sucesos recientes en la zonas colindantes.
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