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26 años ha pasado este quiosco frente al Teatro Calderón. Desde este enclave privilegiado, el que era su dueño, Alejandro Pérez, ha sido testigo de ... excepción de infinidad de historias de la ciudad, especialmente de las relacionadas con el mundo del teatro y del cine. Aquí han comprado chucherías, periódicos y revistas actores y directores de talla internacional que soñaban con triunfar en la Seminci o con recibir el aplauso generoso del público. Pero aquellas vivencias ya son cosa del pasado y el quiosco que hay ahora en este céntrico lugar no es el que abrió sus grandes puertas metálicas en 1996. Alejandro cambió en agosto del año pasado su quiosco por el que retiraron a solo unos metros, frente a lo que era el bar Penicilino porque estaba vacío, era «más grande» y le permitía moverse mejor. Esa permuta hizo que el establecimiento en desuso recuperase la actividad frente al Calderón y que el que llevaba más de cuarto de siglo en esta ubicación pareciese abocado a terminar en una chatarrería, pero no fue así. El quiosco sigue teniendo una función en Valladolid, pero muy alejada de la que desempeñaba hace solo unos meses.
Grúas El Madrileño se encargó de retirar el quiosco para llevarlo a una chatarrería, pero los dueños de esta empresa también regentan una compañía especializada en calderería y soldadura, además de un bar en el polígono de San Cristóbal, por lo que decidieron comprarlo para reformarlo en su taller y darle un nuevo uso en la terraza del bar. «Vimos que este quiosco pasaba por nuestras manos y no hemos querido deshacernos de él. Se lo terminamos comprando al dueño porque pensamos que sería una lástima que acabase reducido a chatarra», explica Israel Ortiz, gerente de La Herrería, un bar que a partir del mes que viene ofrecerá cada viernes una parrillada elaborada en una barbacoa de lo más original. «Hemos vaciado todo el interior del quiosco para convertirlo en una barbacoa. Hemos instalado unas parrillas de acero inoxidable que, mediante un sistema de poleas ideado por nosotros, acerca o aleja la carne de las brasas. Detrás de esta remodelación hay mucho trabajo de desmontaje y adaptación», añade.
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¿Cuánto vale un quiosco como el que tiene La Herrería en la terraza? «A precio de chatarra vale poquito. Alrededor de 800 euros, depende de cómo esté en ese momento el metal, pero luego hay que añadir el coste de la adaptación», afirma Israel Ortiz, que ya ha probado su asador y asegura que el resultado final no puede ser mejor.
El goteo incesante de cierres de quioscos en Valladolid ha convertido en habituales las imágenes de grúas retirando estos establecimientos metálicos de la vía pública. El último que ha abandonado las calles de la ciudad es el que estaba en la plaza de la Universidad y no son pocos los vecinos que se preguntan dónde van a parar estas instalaciones cuando son retiradas de las calles. Uno de los que se hacía esta pregunta era el propio Alejandro Pérez, que ha pasado diez años trabajando dentro del establecimiento protagonista de estas líneas y desconocía el paradero del que fue su medio de vida durante tanto tiempo. Ahora que conoce esta historia, Alejandro asegura tener sentimientos encontrados. «Estoy contento de que no haya acabado convertido en un amasijo de hierros, oxidado o perdido en una chatarrería, como supongo que les ha pasado a muchos otros. Pero esta estructura se ideó para vender prensa y me hubiese gustado que tuviese otra función en la ciudad», afirma el quiosquero con una cierta dosis de nostalgia, un sentimiento que no le impedirá acudir a La Herrería, en la calle Cobalto, a probar los nuevos productos que saldrán del que fuera su negocio. «Iré. Tengo curiosidad por ver cómo sabe una parrillada hecha en un quiosco», afirma el quiosquero, que sigue trabajando frente al Teatro Calderón, ese lugar privilegiado en el que, pese a todo, sigue habiendo un quiosco de prensa en el que se vende eso, prensa.
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