Un proyecto recorre los centros educativos de Valladolid para concienciar sobre la discapacidad auditiva
La Asociación de Padres y Amigos del Sordo ofrece conferencias sobre accesibilidad, con una introducción a la lengua de signos
Valentina, cinco años, mira a cámara y comienza a contar el cuento de Pinocho. Que era un niño de madera. Que le crece la nariz. ... Se toca Valentina la suya antes de seguir con la historia. Pero Ana Ramos, pedagoga de Aspas, la asociación de Padres y Amigos del Sordo, detiene el vídeo en el que Valentina habla, le da al 'pause' y se gira hacia los treinta alumnos de cuarto de Secundaria que atienden la explicación.
«¿Podríais decir si Valentina es sorda?», pregunta Ana. Y un rumor de dudas se extiende por el aula del colegio Nuestra Señora del Pilar. Hay varias voces que apuestan por que sí que existe la discapacidad auditiva. La mayoría dice que no, que Valentina no es sorda, que puede escuchar a la perfección. Y entonces, Ana vuelve a poner en marcha el vídeo y Valentina, a sus cinco añitos, cuenta que es sorda, de nacimiento, pero que tiene un aparato que le permite escuchar y llevar una vida normal sin dificultad. Con un año, le operaron para colocarle un implante coclear.
Y esa intervención temprana, unida al trabajo de los logopedas, ha permitido a Valentina hablar y escuchar con normalidad cada vez que tiene ese dispositivo. «Solo me lo quito para dormir o para bañarme», explica Valentina. Ella es una de los 801 menores que, según datos de la Junta, están en programas de seguimiento por disponer de implante coclear. Otro es Aarón, el niño de 9 años que a finales de diciembre perdió su dispositivo (la última vez que fue consciente de que lo tenía, salía del logopeda en Isabel la Católica), sin que por el momento lo haya encontrado.
Ana Ramos y Laura Sánchez, de Aspas, explicaron ayer a los estudiantes del Pilar qué conlleva llevar este tipo de aparatos, pero también informaron a los chavales sobre qué supone ser sordo, cómo hay que comunicarse con personas que tienen discapacidad auditiva (siempre de frente, sin gritar, favoreciendo la lectura de labios)y, además, les ofrecieron nociones sobre la lengua de signos.
En Valladolid, de acuerdo con los datos de discapacidad reconocida, hay 2.245 personas con más del 33%. De ellas, 490 viven en el medio rural. Ydesde Aspas señalan que no siempre hay conciencia social sobre la situación que viven las personas sordas. «Sabemos las soluciones que hay para mejorar la accesibilidad de las personas que van en sillas de ruedas (rampas)o ciegas (los indicadores sonoros en semáforos), pero no siempre conocemos qué herramientas existen para mejorar la accesibilidad de las personas sordas».
Por ejemplo, los bucles magnéticos que en cines y servicios públicos (como Correos) permiten adaptar los audífonos e implantes auditivos para eliminar el ruido ambiente. Aspas ofrece este tipo de charlas en centros educativos de la provincia y este jueves se acercaron a Nuestra Señora del Pilar, que durante esta semana desarrolla con los alumnos de cuarto de Secundaria (15 y 16 años) un proyecto titulado 'Ruido, sonido y silencio'.
Durante estos días, las asignaturas tradicionales han saltado por los aires y los estudiantes «elaboran carteles de sensibilización contra la contaminación acústica, construyen altavoces y osciloscopios, conocen la biología y física del sonido, debaten sobre los conflictos sociales que provoca el ruido o analizan los aspectos legales de la normativa», explican Luis Vegas y Rafael Galán, tutores e impulsores del proyecto.
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