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En mi andadura de 23 años como alcaldesa de Vega de Valdetronco he aprendido que un pueblo que olvida su pasado es un pueblo sin futuro. Es por ello, que tanto la Corporación municipal, como los vecinos, nos preocupamos por mantener viva nuestra historia y patrimonio para las siguientes generaciones. Ese ha sido y seguirá siendo nuestro mejor legado.
Uno de los grandes acontecimientos de nuestra historia, tuvo lugar en 1521 durante la lucha de las Comunidades. La ermita de Canteces, desde la cual se domina todo el valle, fue testigo del paso de las tropas de Padilla, Bravo y Maldonado hacia Villalar. Ahora, sus ruinas son el monumento que nos identifica como pueblo desde la Autovía A-6. Tiene tanto encanto, que es frecuente ver a pintores inmortalizar sus famosos arcos desde las eras de alrededor. Ha sido escenario de grabación de programas culturares y ha inspirado el Belén Monumental de la Diputación Provincial. Fue cementerio y parroquia mientras se reconstruía la Iglesia de San Miguel, la cual fue reformada a expensas de D. Bartolomé Sarmentero, Obispo de Vic, e hijo de esta villa.
Recuerdo como anécdota el repique de la campana 'Bárbara', que sonó por última vez un 19 de diciembre de 2010, cuando el badajo se desprendió. Esa campana sonó como testigo de todos nuestros grandes acontecimientos desde 1791. En nuestra niñez, solíamos cantar la siguiente coplilla:
«Santa Barbara,
100 arrobas pesa.
Si quieres comprobar,
cógeme a peso»
Vega de Valdetronco fue famosa por la venta de barro blanco, allá por 1940. Con él se encalaban las paredes y se envasaba el 'Blanco España'. Otra industria importante fue la de los trillos, que se hacían con piedra de pedernal extraída de las cuestas, en las que solía cazar Miguel Delibes. En Vega se fabricaban también máquinas aventadoras, que se vendían por todo el país y cuya industria creó gran empleo. Otros grandes acontecimientos fueron la traída el agua corriente en 1957 y la llegada del teléfono en 1959.
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La actividad comercial en Vega de Valdetronco era muy variada. Había tiendas de comestibles, bares y cantinas, un almacén y dos panaderías, muy famosas por sus pelusas. A comienzos del siglo pasado el pueblo ya contaba con gasolinera, primero en el casco urbano, y posteriormente se hicieron dos en el término municipal, con sus correspondientes áreas de servicio y un hotel.
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