Sátur, la abuela de Torozos, fallece a los 107 años
Esta torreña ha fallecido el mismo día que enterraba a su hermana pequeña, Nieves
Cariñosa, graciosa, coqueta y muy buena persona. Así era Saturnina Díez, la superabuela de Torozos, que ha fallecido este martes en Torrelobatón a la edad ... de 107 años. Se ha ido rodeada de todos los suyos, sus 3 hijos, 6 nietos y 12 biznietos y su hermano. Sátur, como todo el mundo la llamaba, era la persona más longeva de los 17 pueblos que conforman las Mancomunidad Torozos y una de las más ancianas de la provincia. Las casualidades que tiene la vida, y también la muerte, han querido que falleciera el mismo día que se enterraba a su hermana pequeña, Nieves.
Nacida el 4 de noviembre de 1916 en Torrelobatón, Satur no tuvo una vida fácil. A la temprana edad de 7 años, sufrió la pérdida repentina de su madre y del bebé que ésta esperaba. Desde entonces, asumió la responsabilidad del hogar y cuidó de su hermana Bernarda, de tan solo 3 años. Su tía materna, Lucía, se convirtió en su segunda madre al casarse con su padre, sumando tres hermanos más a la familia: Julia, Nieves y Nino.
Con su marido Teófilo, compartió una vida de amor y pasión por la costura. Mientras él era sastre de profesión, Sátur se ganó la fama de ser una modista excepcional. Mujeres de toda la comarca acudían a su casa para encargarle trajes, abrigos y vestidos. Solía presumir de su buen ojo a la hora de cortar la tela. Contaba que nunca necesitó de patrones y que las prendas siempre eran impecables. Uno de sus trabajos más importantes como modista, lo hizo en 1961, cuando Torrelobatón se convirtió en un gran plató de Hollywood para el rodaje de la película 'El Cid', protagonizada por Charlton Heston y Sophia Loren. A esta experimentada modista le encargaron coser las banderas de la película. Le dieron aguja e hilo pero siempre le quedó la espinita de que aunque le felicitaron por su trabajo, se lo dejaron a deber. Más tarde Sátur regresó a la gran pantalla, esta vez como actriz en el documental «Bienvenido Mister Heston», en el que compartía aquellas anécdotas del rodaje.
Sátur ha seguido disfrutando de su afición por las labores hasta el año pasado, cuando su salud empezó a resentirse. Le encantaba hacer ganchillo junto a su ventana y se entretenía con los programas del corazón. Su casa siempre fue el punto de reunión para familiares y amigos. Aunque era bien mayor, no tenía intención alguna de morirse. «¿Para qué, si viva se está tan bien? Yo lo que quiero es que, cuando vaya al cementerio y la gente se dé una vuelta por allí, no haya una lápida con más edad que la mía», bromeaba en una entrevista que le hizo El Norte cuando contaba con 103 años de edad.
Le gustaba acicalarse y apenas tenía arrugas. Sátur era una jovenzuela de 107 primaveras. «No me conservo tan mal», solía decir a menudo. En agosto perdió a su hermana Bernarda que contaba con 102 años. Siempre estuvieron muy unidas. Apenas unas horas antes de fallecer, enterraba a su hermana pequeña. «Se han esperado la una a la otra», comenta la familia orgullosos de que Sátur, la abuela de Torozos se haya ido dejando un gran legado y ejemplo de vida.
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