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Petición de los toros en Tudela de Duero en una de las anteriores ediciones. S. Fernández

Ni una pedida de toros respeta la covid-19

UN JULIO DIFERENTE ·

Tudela de Duero se queda este año sin 'El Fogato' y la tradicional concentración vecinal de la noche del 24 para gritar 'Toros sí, vacas no'

SOFÍA FERNÁNDEZ

Lunes, 20 de julio 2020, 08:19

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Este verano es diferente para todos. A estas alturas nadie lo pone en duda. No hay tardes de piscina, juegos de cartas en las toallas, tumbonas en el césped ni baños con los amigos y los pueblos de la geografía española afrontan una situación insólita: la cancelación de todas sus celebraciones. Encierros, orquestas, peñas y comidas de hermandad deberán esperar al año que viene para celebrar la mejoría de la delicada situación en la que nos ha colocado una crisis sanitaria sin precedentes a nivel mundial. Tudela de Duero ya ha renunciado a su arraigada fiesta del espárrago y en breve lo hará también a la celebración de una de las noches más especiales para los tudelanos, la de Santiago y su peculiar pedida de toros.

Una tradición singular que se remonta a tiempos de postguerra; según la cual, un simpático mendigo llegaba a Tudela todos los años por la víspera de Santiago Apóstol y se marchaba tras los festejos en honor a Nuestra Señora de la Asunción y San Roque. Se quedaba viviendo en la casilla de los pobres y para subsistir iba pidiendo de casa en casa, ya que contaba con la hospitalidad de los vecinos que le conocían por su peculiar forma de actuar y le apodaron 'el Fogato'. Esta original tradición tiene su origen en su figura.

Con la maltrecha economía en plena postguerra y la gente pasando necesidad, el alcalde del pueblo tras reconocer a sus vecinos que, debido a la falta de dinero, ese año no habría toros para las fiestas y en vez de eso comprarían vacas para los encierros, el regidor se encontró con la insólita reacción del Fogato y varios vecinos: la de ser abucheado persistentemente al grito de 'toros sí, vacas no'. Ante la insistencia de los presentes, el regidor no tuvo más remedio que sucumbir a sus exigencias y comprar toros para los encierros de aquellas fiestas –los primeros documentos que existen de tales festejos en la localidad se remontan a 1474, hecho que da buena cuenta de la importante tradición taurina del municipio–.

El alcalde de Tudela de Duero posa con 'El Fotago' y su mujer.

Celebrado como una victoria total, desde entonces y sin fallar un solo año a esta tradición, cuyo desenlace ya se conoce, se fueron sumando cada vez más vecinos llegando en la actualidad a concentrarse miles de personas en la plaza donde se sitúa la Casa Consistorial.

Para los tudelanos, jóvenes y mayores, la celebración de Santiago es un auténtico ritual. Una noche que esperan con cariño cada año para gritar sus deseos de disfrutar de sus fiestas a lo grande. 'El Fogato' ha dejado un legado que se ha hecho más visible si cabe desde los años 60 cuando se le puso letra a la jota que cada año le dedicaba a su Virgen. Convertido en un himno para los vecinos de Tudela de Duero, se le han dedicado incluso danzas populares y desde hace unos años se le ha dado visibilidad. Desde 2015, un vecino es elegido y encarna este importante papel para jolgorio de los asistentes a tan peculiar forma de comenzar sus fiestas de verano. En los colegios se repartió la jota de 'El Fogato' para que los más pequeños conocieran de primera mano más sobre la historia popular de su pueblo. Y hace tres años se unió a la celebración la esposa de 'El Fogato', como reconocimiento del importante papel que tiene la mujer en el mantenimiento de las tradiciones en las fiestas populares.

'Toros sí, vacas no' es el lema de todos ellos que este año no llenará cada rincón de la plaza del ayuntamiento llegada la media noche en la víspera de Santiago. No habrá discurso del alcalde, ni cariñosos abucheos. Tampoco saldrá 'El Fogato' a poner orden en medio de tan ordenado caos, pero los vecinos mantienen la ilusión de poder celebrarlo de otra forma, aunque sea la más íntima y personal que haya vivido el pueblo de Tudela de Duero. Nadie nunca lo hubiera imaginado, ni siquiera el entrañable Fogato, pero debido a las circunstancias actuales que son las que mandan, la localidad vallisoletana quedará huérfana de cánticos para exigir sus merecidos toros.

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