Medina de Rioseco: «El espectáculo de colores atemporal de una tierra con identidad propia»

Decía Julio Cortázar que la cultura es el ejercicio profundo de la identidad. Y los resortes identitarios de los riosecanos se pueden hallar en un paseo por nuestra ciudad. Porque venir a Medina de Rioseco es venir a hallar, que no es lo mismo que venir a buscar. Es hallar en cada rincón un episodio de la historia de España, y también de la historia del Arte. Es hallar habiendo conocido la infinita llanura de esta Tierra de Campos, que es espectáculo de colores atemporal. Es hallar para entender por qué Colón quería ser, a la vuelta de su genial obstinación, almirante, con el mismo rango que exhibían los Enríquez en su incipiente India Chica. Es hallar para entender el gran sueño de la Ilustración Española, que tuvo reflejo en este granero de Europa a través del Canal de Castilla, y surcar sus aguas en el Antonio de Ulloa recordando barcazas, mulas y maromas para ganarse un pan que en esta tierra es -como sus dulces y gastronomía- harina de otro costal.

Venir es hallar en el Museo de la iglesia de Santa Cruz la Semana Santa auténtica, indisoluble a los riosecanos. Es hallar la Rúa Mayor soportalada de la que Raúl Guerra Garrido escribió que era la más bonita que el turista jamás ha pisado. Es hallar para comprender que San Jerónimo Penitente o San Sebastián Mártir recobran vida en un Museo de San Francisco único, gracias al admirable maestro Juan de Juni, que fue tocado por la gracia divina del Renacimiento.

Hombre y razón, Dios y gnosis son dualidad perpetua siempre, en cada piedra de la espadaña de la torre de la iglesia de Santa María, faro espiritual de la Tierra de Campos; o en cada una de las de la Iglesia del Apóstol... Las puertas del Ajujar, San Sebastián o Zamora se abren para ti, querido lector, en esta localidad de Medina de Rioseco que aprendió que en su patrimonio están, además de su identidad, muchas de las claves para el desarrollo económico futuro de esta tierra.