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Mayorga vuelve a iluminar sus calles con el Vítor 731 días después
La localidad celebró la centenaria Procesión Cívica del Vítor con la presencia de cientos de vecinos y visitantes
Dos largos años después, el Vítor ha vuelto a las calles de Mayorga y los pellejos iluminaron una vez más la noche llenando de emoción ... y alegría los corazones de los mayorganos. Y la tradición, como hace cientos de años, se volvió a vivir para recordar la lejana noche de 1752 en la que llegó al pueblo la segunda reliquia de santo Toribio de Mogrovejo.
Muy poco antes de las diez, Manolo Vega sale de la casa familiar, donde nació, a escasos metros de la puerta de la ermita del santo, para encender la primera hoguera en la que van a prender los pellejos que acompañarán al Vítor en su inicio. A sus 53 años, ha regresado a su localidad natal, como cada año, desde Gijón para vivir el Vítor. Manolo sigue la tradición familiar de encender la primera hoguera desde los 13 años tras morir su padre, Remigio Vega, que también lo hizo, como su suegro, Germán Redondo. Como una preciada reliquia, Manolo lleva la misma lata de gasolina que usaba su padre.
Entonces comienza la procesión. Los pellejos ardiendo preceden al Vítor al son del pasodoble que dice «que es la enseña más gloriosa y es el timbre más honroso del santo patrón» convertido en un la,la,la muy pegadizo. Como pegadiza es la pez que va tintando la calle de negro al caer de los pellejos.
Francisco Ángel García Quirós, como hizo su padre, en una larga tradición familiar, sujeta con fuerza el estandarte. Un compromiso con la tradición que también mantiene el veterano Mateo Fernández, quien, a sus 84 años, no ha faltado en las últimas cuatro décadas a la tarea de iniciar a los niños en la tradición. Una altruista labor por la que este año ha recibido un homenaje.
La procesión entra en la calle Derecha. Cientos de vecinos y visitantes presencian un rito singular que, una y otra vez, sorprende. La suspensión del año pasado hace que se mire el paso de los pellejos ardiendo y del Vítor como si fuera la primera vez. Poco a poco los pies se van quedando pegados en el suelo. La cercanía de las llamas y el olor a pez estimula los sentidos. La iglesia de Santa María del Mercado da la bienvenida a la comitiva de las llamas, que, como una antorcha viva, avanza poco a poco, hasta llegar a la plaza por calles estrechas.
Es la medianoche. Cientos de pellejos se sitúan en el centro de la plaza de España, convertida en plaza de toros. El Vítor sube al balcón del Ayuntamiento, al que saluda un vistoso castillo de fuegos artificiales, que finaliza con el descubrimiento de la imagen del santo. Si todos los años la celebración se vive con intensidad, en el presente, dada las circunstancias, aún más. Los mayorganos, con sus varales, se ponen de rodillas, muchos abrazados, y cantan el himno a Santo Toribio. Pero la procesión debe continuar.
Este año, debido a la pandemia, el himno al santo se entona en el exterior. Se suceden los vivas a santo Toribio, a santa Rosa, al Vítor, a Mayorga. Manolo Vega, como todos los mayorganos, ya espera con ilusión otro año, a que otro septiembre llegue y él regrese a Mayorga para seguir la tradición familiar de prender la primera hoguera del Vítor, con la seguridad de que «el relevo generacional en esta España vaciada está garantizado».
El estandarte luce su nueva imagen tras su restauración
La procesión tuvo el aliciente de que el estandarte del Vítor pudiese mostrar su nueva imagen, tras su reciente restauración. Después de retirar hasta seis capas de policromías, la pieza presenta un color azul que contrasta con el marrón que tenía, y muestra en la parte superior una rama de olivo y una espada como símbolos de la Inquisición, ya que el santo patrón fue inquisidor en Granada; entre los símbolos del Santo Oficio se aprecia una mitra, en su condición posterior de arzobispo.
La intervención, promovida por la familia García, encargada de la custodia del estandarte, ha sido llevada a cabo de forma altruista por los restauradores locales Hugo Pastor y Jaime Tesón, que también han realizado, gracias a una donación anónima de 25.000 euros, la restauración del retablo de la ermita, cuyo resultado se pudo ver el pasado sábado. Fidel Caballero, de la familia García, destacó la gran importancia del hallazgo, a la vez que explicó que en la tabla se cuenta la vida de Santo Toribio y que pudiera datar del año de su beatificación (1679) o su canonización en 1726. Ahora quedaría pendiente la recuperación del reverso, así como la del mástil, en la que se han encontrado restos de policromía que coinciden con los descubiertos en la restauración.
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