«Al acabar la carrera tenía claro que me iba a quedar en el campo»
Esta enamorada del mundo rural asegura que «la gente de pueblo es diferente. Son más humildes, más simpáticos»
La cigaleña Carolina Bravo (Valladolid, 1996) es una enamorada de la vida rural. «Me dedico a la agricultura junto a mi padre», detalla, a quien ... debe en buena medida su vocación porque «siempre iba con él cuando era pequeña». Esa querencia que ha sentido desde la infancia la trasladó primero a sus estudios –es ingeniera agrícola– y después a su trabajo, y en ello continúa desde hace unos años ya como titular de su propia explotación con total satisfacción, cultivando «cereal, leguminosa, oleaginosa y también tengo viñedo», enumera. «Lo hacemos juntos pero él tiene lo suyo y yo tengo lo mío», explica en referencia a su progenitor. «Y todo legal», recalca.
«Cuando acabé la carrera tenía claro ya que me iba a quedar en el campo, sabía que me gustaba y que ese era mi futuro», asegura. «El tema papeleo lo llevo todo yo, pero también me subo al tractor, no tengo problema», explica. De hecho, prefiere estar afanando en la era o entre cepas que tecleando en el ordenador, aunque no siempre puede hacer lo que más le gusta por circunstancias familiares. «Desde que he tenido a las niñas estoy más tiempo en papeles por el tema del colegio, la guardería, 'vete y ve'», admite, aunque eso no le impide ir «casi todos los días a Cigales» desde Zaratán, donde tiene su domicilio.
«Tienes más tranquilidad»
Con estas mimbres no es extraño que cuando se le pregunta si recomienda asentarse en un pequeño municipio, la Premio del Campo 2021 de El Norte de Castilla en el apartado de Juventud conteste con un rotundo «sí». «Estoy a favor de la vida de pueblo, es muy diferente a la de la ciudad. Tienes más tranquilidad», alaba, a sabiendas de que tanto su localidad de origen como la de residencia «son grandes y están cerca de Valladolid, y lo que necesites no tardas en tenerlo».
«Yo no me puedo comparar, por ejemplo, con un pueblo que esté a una hora y no tengas de nada, como quien dice», reconoce con humildad. La calma no es lo único que valora. «La gente de pueblo es diferente. Son más humildes, más simpáticos», señala sin pelos en la lengua
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