Inventores vallisoletanos en tiempos de crisis
La pandemia dispara la creatividad y hace aflorar decenas de modelos vinculados a la protección individual y de desinfección contra el virus
Un pequeño paso en la inventiva, puede ser un gran salto para la humanidad. La fregona, el submarino, el futbolín, la jeringuilla desechable, el laringoscopio ... o el Chupa Chups son inventos que han cambiado el mundo. Todos son españoles. Y es que este país destaca por su ingenio y por ser cuna de grandes inventores. Cada 9 de noviembre se celebra el Día Internacional del Inventor, una fecha en honor a la actriz, ingeniera e inventora austriaca Hedy Lamarr, que patentó en 1942 un sistema de comunicación por radio que cedió al ejército de Estados Unidos en la II Guerra Mundial.
La basura por aquí no
A Carlos Fernández, de Velilla, la inspiración le llegó mientras trabajaba. Desde hace 10 años se dedica a recoger los residuos sólidos urbanos en la Mancomunidad Torozos. Cada día veía como los contenedores soterrados quedaban atascados cuando se vertía en ellos más residuos de la cuenta. Para solucionar este problema ideó una pletina troncal compuesta por una fijación, una protuberancia de desplazamiento y un elemento de anclaje, que bloquea automáticamente el buzón, cuando el contenedor asociado al mismo está lleno. «Mis compañeros y yo pasábamos mucho tiempo recogiendo la basura del suelo, eso daba mucho trabajo y además resultaba peligroso, porque teníamos que meternos dentro del sistema interior de la isla de contenedores», explica este inventor, que ya tiene instalados 15 elementos en la localidad de Arroyo de la Encomienda. Ésta es su primera patente, aunque confiesa que tiene otras ideas en mente «Mi invento optimiza tiempo y trabajo», cuenta Carlos, quien ha realizado varios prototipos hasta tener la versión definitiva. Se considera un afortunado, pues la entidad en la que trabaja, ha apostado por su idea. Ahora espera, que otras mancomunidades y ayuntamientos también lo hagan. «Lo más difícil es llegar a la versión definitiva del prototipo y que alguien te dé la oportunidad para darlo a conocer», afirma
En esto de los inventos, esta comunidad es referente nacional. Aquí surgió, en 2011, la Asociación de Inventores de Castilla y León. Tal fue su éxito, que a partir de ella nació (2014) la Asociación de Inventores de España para el Desarrollo y la Competitividad (AIE), que cuenta con 120 socios, gran parte de ellos de la región. El presidente de ambas es un vallisoletano afincado en Elche, Enrique Villacé, un inventor con cuatro patentes en su trayectoria, como un sistema para detectar goles fantasma y un mecanismo de descarga de inodoros que elimina la cisterna. Su formación en gestión paralegal de la propiedad industrial le avala para asesorar a otros inventores. «Los comienzos son difíciles y las trabas burocráticas pueden ser decepcionantes y acabar con un invento antes de que nazca. En la asociación estamos para ayudar», subraya.
Todos los muebles en una maleta
De su afición por la acampada y de su pasión por su profesión de carpintero, surgió la idea de crear una maleta de madera convertible en mesa, asiento, tumbona o cama. Héctor Martínez es un inventor vallisoletano, cuya creación luce en la exposición permanente que la Asociación de Inventores de Castilla y León tiene en el Museo de la Ciencia. Acaba de sacar al mercado un segundo prototipo, más versátil, ligero y cómodo de transportar. «Soy artesano y trabajo siempre bajo pedido. Me gustaría llegar al gran público, pero es difícil hacerse un hueco en el mercado. Para que un invento tenga éxito hace falta invertir mucho esfuerzo en el diseño y también dinero para darle difusión», confiesa este inventor, que ya está pensando en futuros proyectos. «A raíz del confinamiento he tenido nuevas ideas que me gustaría llevar a cabo, pero no sé cuándo las haré realidad. El respaldo de la asociación es fundamental, nos facilitan contactos y la posibilidad de acudir a ferias del sector», informa.
Los inventores son personas que ponen su creatividad al servicio de los demás. Todos lo son por vocación y para muchos es su medio de vida. Los más valientes deciden tirar del ingenio como forma de autoempleo. «Emprender un negocio siempre es complicado y hacerlo a partir de un invento todavía más, porque se parte de algo que no existe», explica Villacé, quien opina que también influye, y mucho, la disponibilidad económica del inventor para que tenga éxito. Según este experto, en la actualidad, el 90% de los inventores, tras desarrollar la idea, optan por buscar a un tercero que se encargue de su explotación. «En España, el tejido empresarial es poco receptivo a escuchar nuevas propuestas. Hay una cierta cultura del conformismo y mientras en otros países se apuesta por la innovación, aquí es difícil conseguir que apuesten por un invento», asegura Enrique Villacé.
Unas gafas para cada ocasión
«El que es inventor, nace siéndolo, pero se tienen que dar las circunstancias adecuadas para que todo salga bien», explica María Jesús Casado. Su vida profesional la ha consagrado a la enseñanza del derecho, y su ilusión en los últimos años, es dar a conocer su invento, que comercializa bajo la marca Look Joya. Se trata de unos embellecedores desmontables para gafas que patentó en 2014. «Soy ahorradora y me gusta mucho cambiar de ropa y complementos y, en cambio, siempre iba con las mismas gafas a todos los lados. Buscaba algo para realzarlas, que fuera elegante y de quita y pon» relata Casado. Con ayuda de varios maestros artesanos hizo realidad su idea, que comercializa con diseños y materiales muy variados. En 2019 este proyecto obtuvo la medalla de bronce en la Exposición Internacional de Inventos de Taiwan, algo que le llena de orgullo. «Grandes firmas han empezado a comercializarlo. Yo lo tengo protegido en España, pero… no lo pude proteger en el resto del mundo porque necesitaría muchísimo dinero para ello. Pero el hecho de que tenga aceptación por marcas tan importantes me demuestra que mi idea es buena», concluye.
En su opinión, la creatividad en Castilla y León es sobresaliente y puede ser admirada en la exposición permanente que la asociación tiene en el Museo de la Ciencia, que recoge los mejores artilugios ideados por inventores locales –ahora cerrada por la pandemia–. «Tenemos muy buenos inventores. Cuando acudimos a ferias, el ingenio de la región siempre destaca. El inventor de aquí se caracteriza por buscar soluciones a problemas cotidianos. Es muy peligroso caer en lo que nosotros llamamos 'ceguera inventiva', que es buscar algo nuevo de una forma tan obsesiva que al final se dejan sin solución», asegura.
La sartén siempre a punto
Las buenas ideas surgen en los momentos más inesperados, ante problemas de nuestra vida cotidiana. Es lo que le ocurrió a la ingeniera en Diseño Industrial Níobe Alonso. Unas lentejas quemadas durante el confinamiento le sirvieron de punto de partida para crear su último invento, Burnometer. Se trata del primer termómetro inteligente para la sartén. Un ingenioso aparato con el que resulta sencillo controlar la temperatura y los tiempos, mientras se cocina. «Con este termómetro la temperatura siempre será la idónea, y además avisa cuando algo se va a quemar», explica esta inventora. Actualmente está desarrollando el prototipo y lo lanzará a través de Kickstarter, una plataforma web de micromecenazgo para proyectos creativos. «Estamos trabajando en la cuarta versión y lo estamos probando con cocineros profesionales y aficionados. Semanalmente subimos recetas a las redes sociales para dar a conocer todas sus ventajas», informa ilusionada. Ella, junto con su socio Pieter Rosseel, desde su empresa 4Lines, se dedica a ayudar a otros inventores a hacer realidad sus ideas, aunque su sueño es lanzar las suyas propias al mercado. «Hay que apoyar a aquellos que sacan adelante un proceso creativo. La primera venta es la más importante de todas», dice.
Lo más dificultoso, a su juicio, es la comercialización del invento, que exige una inversión considerable en publicidad, distribución y redes sociales. De ahí que aconseje realizar un testeo antes de lanzar un producto al mercado. El mejor aliado, en ese sentido, se encuentra hoy en las grandes plataformas de venta. «Es recomendable que al inicio se fabrique una preserie y se lance a la venta a través de Amazon o cualquier otra plataforma. A cambio de una pequeña comisión de venta, estos gigantes pueden poner nuestro invento a la venta en cualquier país del mundo. Eso puede ahorrarnos mucho dinero y nos permite comprobar la acogida del producto», aconseja.
Un juego donde la única regla es reirse
«Romper el hielo» es un juego con sello vallisoletano, cuyo objetivo es fomentar las relaciones sociales a través de la risa y la diversión. Su creadora es María Jesús Cotoruelo. «La idea nace de una demanda personal. Echaba de menos un juego que fuera un amenizador de reuniones, que consiguiera que los participantes salieran del individualismo y que fomentara la desinhibición. Lo busqué en el mercado, pero no encontré nada de estas características y decidí crearlo. De esto, hace ya 5 años», cuenta. Primeramente, lo desarrolló en formato físico, pero al encontrar ciertas dificultades a la hora de su distribución, durante los meses del confinamiento decidió reinventarse y convertir su juego en una aplicación móvil, que resulta mucho más sencilla de hacer llegar al consumidor final. «Lo tengo patentado. Fue lo primero que hice. Para ello conté con el apoyo de la Asociación de Inventores. Hace muy poquito que está disponible para su descarga para iOS y Android. Es idóneo para jugar en familia y voy a sacar otras versiones para jugar entre amigos y en pareja. Se puede jugar en cualquier lugar y sin la necesidad de estar en una mesa. Este juego recuerda al ocio de antaño, que fomenta la unión de las personas. Estoy convencida de que es muy buen producto y en los difíciles momentos que estamos pasando, cualquier cosa que nos haga sobrellevar mejor la situación es muy valiosa», afirma muy segura.
Está claro que las crisis agudizan el ingenio y, según Enrique Villacé, la pandemia ha traído consigo una avalancha de invenciones: «A la hora de proteger una idea, se puede hacer mediante modelos de utilidad o por medio de una patente. En los últimos meses se han tramitado infinidad de solicitudes de modelos de utilidad, sobre todo de productos relacionados con la pandemia. Se han creado todo tipo de mascarillas: aromatizables, autoadhesivas, con filtros intercambiables, transparentes… Lo mismo ocurre con las pantallas protectoras, dispensadores de gel, cabinas desinfectantes de ozono y de luz ultravioleta.... Esta crisis ha hecho que a muchos se les encienda la bombilla».
Las cualidades que precisa todo buen inventor son la paciencia, la capacidad de escucha y la de saber aceptar los consejos de expertos. «A veces los inventores pecamos de egocentrismo, al pensar que nuestro invento es el mejor del mundo. No hay invenciones buenas ni malas. Las hay más complejas y menos complejas, más o menos mediáticas, pero todas son buenas, porque todas resuelven problemas», concluye.
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