Valladolid
Hongos, estrés y raíces destructoras: así han sobrevivido las zonas verdes a la ola de calorEl Servicio de Parques y Jardines ha ajustado el riego y vigilado el césped amarillento durante un mes de agosto con las temperaturas disparadas
Las zonas verdes de Valladolid han superado de forma «aceptable» el inmenso reto al que este mes de agosto les ha sometido la meteorología, con ... quince días consecutivos de ola de calor, temperaturas disparadas hasta cinco grados por encima de la media, ocho noches tropicales durante las tres primeras semanas del mes y cinco jornadas entre las más sofocantes en lo que llevamos de siglo. Y todo eso, sin lluvia, con apenas cuatro gotas (la Aemet ni siquiera las recoge) que cayeron el martes 12 fruto de una tormenta seca.
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¿Cómo han sobrevivido árboles, césped y parterres a esta situación de extremo calor? «No ha sido sencillo», reconoce Iván Ruano, director del servicio de Parques y Jardines en el Ayuntamiento, quien explica que durante este verano han tenido que afrontar un delicado equilibrio de operaciones, ya que las medidas que parecen resultar eficaces de entrada (aumentar el riego) podrían tener graves consecuencias (en forma de hongos) ante las elevadas temperaturas mínimas que se han registrado estos días.
El césped es el que se manifiesta de forma más escandalosa ante el calor y la ausencia de lluvia, con zonas amarillentas y tapices secos. «Si fuésemos Inglaterra o Santander, todo sería mucho más sencillo, pero con temperaturas extremas y sin lluvia, todo se complica». Valladolid es una ciudad que, por su clima, hace que el césped sufra. De forma casi inevitable. «Es lo más barato de plantar (lo echas y siempre sale, parece que lo aguanta todo), pero también es lo más costoso de mantener», cuenta Ruano. Y más en un clima como el de Valladolid. Se ha visto este verano, con zonas amarillentas (especialmente en barrios como Huerta del Rey) donde debería ser todo verdor.
En el verano de 2017, la prolongada sequía obligó a restringir el riego en parques y jardines
¿Por qué? Hay varias cuestiones que lo explican y que sirven para observar esos retos a los que han tenido que hacer frente desde Parques y Jardines. La primera cuestión es el «estrés por calor». Han sido muchas jornadas con altas temperaturas y además sin lluvias. «Es normal y habitual. La planta, en función del calor, pierde agua, lo que provoca esa desaparición de su color verde». El problema es que tampoco se puede incrementar en exceso el riego porque eso también podría ser perjudicial. Este año no se ha vivido una situación tan extrema como la registrada en la primavera y el verano de 2017, cuando una prolongada sequía obligó a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) a decretar la prohibición de tomar agua del Pisuerga y el Canal de Castilla para el riego de parques y jardines. El Ayuntamiento calculó entonces unos daños de 861.411 euros. Hubo estampas de parques completamente amarillentos. La postal este verano no ha sido tan extrema, pero sí que ha habido lugares que han sufrido especialmente, como Huerta del Rey.
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Porque allí, además del estrés por calor, tienen que hacer frente a otro problema: las raíces de los árboles. «Me encantaría poner una cámara bajo tierra para que, como en esas secuencias 'time lapse', se pudiera ver en apenas cinco minutos lo que ocurre en cinco años. Las plantas están vivas. Las raíces avanzan en el terreno y eso hace que, en ocasiones, afecten a las tuberías de riego. Hacen tanta fuerza que las rompen». Así, hay pérdidas de agua bajo tierra que, la mayoría de las veces, cuesta tiempo en detectar. Los grupos de bombeo continúan haciendo su labor, pero ocurre que llega menos agua a los aspersores o que hay pérdida de presión en algún ramal, lo que provoca esos secos en el césped. «En Huerta del Rey, donde se hicieron muchas instalaciones con árboles colindantes, eso afecta de forma especial», indica Ruano. La solución pasa por la reparación de esas conducciones y también de los aspersores. El Ayuntamiento gasta al año cerca de 40.000 euros en la sustitución de estos últimos dispositivos porque, en algunos casos, son también víctimas del vandalismo. Estas averías suelen tardar más de tres jornadas en solventarse y por eso tampoco se suelen acometer en verano, porque dejar la zona verde tres días enteros sin regar y con este bochorno no es una solución clara.
Así que, más calor y, a veces, pérdidas en las conducciones. ¿Hay que compensar eso con más intensidad de riego? «Hay que ser muy precavido con esto, especialmente si hace mucho calor», explican desde Parques y Jardines. El servicio tiene establecidos un horario de riegos en función de las zonas. En algunas se apuesta por un riego un poco más largo. En otras, por dos cortos a lo largo del día. Lo habitual es que los aspersores funcionen de noche (no durante la madrugada) y por las mañanas. «Se podrían dejar encendidos más tiempos durante la noche, pero tampoco es beneficioso. Cuando las temperaturas son superiores a los veinte grados [y este agosto ha habido varias jornadas con treinta grados a medianoche] y con la humedad, puede haber problemas de hongos, que también tenemos que evitar. Y no es bueno encharcar la zona. Cuando caminas por el césped y escuchas 'chop chop chop', no es buena señal. Nunca podemos llegar a ese límite. Así que hay que medir mucho cuánto incrementar el agua de riego para no llegar a esos extremos».
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Y a esto se suma otra particularidad: hay zonas que sufren el sol durante buena parte de la jornada mientras que otras reciben sombra de árboles o edificios cercanos. «Durante estas semanas, pero también el resto del año, cuando detectamos una zona de césped seco, tenemos que analizar a qué se debe: si es por estrangulación de las tuberías, por zonas de sol y sombra, por problemas derivados de las altas temperaturas…».
Lo que está claro, insiste Ruano, es que el césped es muy delicado (casi «antinatural») en ciudades con un clima como el de Valladolid. De ahí que se busquen otras soluciones, con especies autóctonas, para los nuevos parques. El ejemplo más claro es, seguramente, Las Contiendas. Pero también El Tomillo, en la zona este. De ahí que el Ayuntamiento cada vez apueste menos por el césped y más por otro tipo de soluciones. «Es muy difícil que en una mediana donde se ha secado el césped se vuelva a plantar. No compensa y hay soluciones autóctonas o de árboles de sombra que pueden resultar mejor», concluyen desde Parques y Jardines.
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