Carlos Sobera: «La experiencia teatral está muy por encima de la televisión en directo»
El actor y presentador televisivo llega al Teatro Carrión en Fiestas de San Lorenzo con 'Inmaduros', una comedia que combina humor y reflexión, porque «de maduros precisamente no está lleno el mundo»
Lucía San José
Valladolid
Martes, 9 de septiembre 2025, 21:04
«El teatro es el único arte que pone al hombre frente a sí mismo, delante de un espejo», recuerda Carlos Sobera, porque esa es ... exactamente la trama de 'Inmaduros', reflejar conductas que desde fuera resultan humorísticas.
El actor y presentador llega este miércoles, día 10 de septiembre, al Teatro Carrión para representar a las 18:30 y a las 21:00 horas una comedia argentina adaptada a la realidad española que promete carcajadas, sorpresas y un retrato en clave de humor sobre las relaciones sentimentales y la madurez, o mejor dicho, la falta de ella.
Sobera reconoce que su trayectoria se ha movido con comodidad entre la televisión, el cine y el teatro, pero si tuviese que elegir, confiesa que es en las tablas donde siente esa conexión mágica que lo diferencia todo.
«El contacto directo con el público es lo más bonito que hay y lo que marca más la diferencia con cualquier otro medio», afirma antes de señalar que en escena no existe »margen de error» y que «la experiencia teatral está muy por encima de la televisión en directo».
Texto original de Argentina
La propuesta que trae a Valladolid es 'Inmaduros', un texto nacido en Argentina, que le atrapó desde la primera lectura. «Había expresiones argentinas que aquí sencillamente no se entienden», explica. Por ello, el trabajo de adaptación fue profundo y necesario. Se modificaron frases, expresiones y se revisó el final para rehacerlo «más sorpresivo y más activo».
Según Sobera, los cambios han potenciado el contraste entre personajes masculinos y femeninos, lo que logra una obra «más intensa, más cómica y con un giro final brutal que deja al público con una sonrisa de oreja a oreja».
Noticias relacionadas
Uno de los aspectos que más destaca el protagonista es la capacidad del teatro para actuar como espejo social. «De maduros no está el mundo lleno», recuerda con ironía, lo que demuestra que la función refleja precisamente la inmadurez con la que a menudo la sociedad actual afronta lo laboral y lo sentimental. La obra habla de parejas, de sexo, de igualdad y de prejuicios aún presentes en el siglo XXI. Y lo hace con humor, lo que provoca que el espectador se reconozca en escenas que, aunque exageradas, resultan familiares. Esa identificación convierte la comedia en un espacio de complicidad y cercanía. «No somos filósofos, somos actores», destaca.
El montaje cuenta con un elenco sólido en el que Carlos Sobera comparte protagonismo con Ángel Pardo. «Es uno de los grandísimos actores de la escena, la televisión y el cine en España», afirma. Esa buena sintonía no se queda en lo profesional. En la obra, ambos interpretan a personajes masculinos que, en sus propias palabras, «son apaleados» por las mujeres que van pasando por su apartamento y que los colocan constantemente «en su sitio». Esa circunstancia ha generado entre ellos una complicidad «muy curiosa», casi fraternal, que se traslada también al escenario.
La improvisación juega también un papel importante en la evolución de 'Inmaduros'. Sobera admite que las comedias, más que ningún otro género, permiten que los actores introduzcan cambios en función de lo que sugiere el cuerpo o la reacción del público. Sin embargo, el actor reconoce que la improvisación no significa anarquía. Lo que surge se filtra y lo que funciona se queda, mientras que lo que no encaja se descarta. El resultado es un espectáculo vivo que, con el paso del tiempo, se transforma. «Entre el principio y el final, en dos años, la función puede variar para el espectador», explica.
«Le pongo parte de mí para calmar la amargura de Alfi»
Carlos Sobera
Actor
Aunque su papel es el de un «machirulo cien por cien, estricto y con mucha intensidad», Sobera admite que siempre se cuela algo de su personalidad en el personaje. En su caso, trata de aportar una dosis de bondad que atenúe la dureza del rol. «Le pongo parte de mí para calmar la amargura de Alfi», señala.
Hablar de Valladolid provoca en Sobera entusiasmo. «Es una ciudad que me encanta. No me extraña que fuera capital del reino, porque es maravillosa en todos los sentidos», confiesa. Y lo dice con conocimiento de causa, porque reconoce que siempre ha pedido a sus distribuidores incluir la ciudad en las giras, bien en la semana grande o en otro momento, pero siempre dentro del recorrido, «por Valladolid hay que pasar siempre», afirma con rotundidad.
La vinculación con la ciudad no es solo profesional. Sobera destaca la riqueza arquitectónica, la gastronomía, los vinos y, sobre todo, el público. «Tiene muy buenos teatros, más de uno, lo cual ya es un privilegio y además un público teatral entendido y asiduo», señala. Esa combinación convierte a Valladolid en un referente cultural que, según él, está a la altura de las grandes capitales teatrales.
No duda en calificar la ciudad como «grande» en el sentido cultural y teatral. Su respeto hacia el público vallisoletano es evidente y considera que enfrentarse a unas butacas llenas en Valladolid implica un nivel de exigencia superior. Para un actor que aprecia tanto la respuesta inmediata del público, esa intensidad es un aliciente.
Los recuerdos personales también forman parte de su vínculo con Valladolid. Sobera recuerda con especial cariño recorrer las calles de la ciudad y disfrutar de sus bares. Los pinchos, asegura, forman parte de la experiencia. «Me he comido todos los Obama que hay por allí y más», bromea.
«Como en casa»
La vitalidad de la ciudad durante la semana de Fiestas le resulta contagiosa. «La gente vive en la calle de una forma brutal», afirma desde su conocimiento por la tradición gastronómica de su ciudad natal, Baracaldo (Vizcaya). El actor encuentra también similitudes entre el carácter del norte y el de los vallisoletanos. Asegura que, aunque a primera vista puedan parecer reservados, una vez que se abren son «gente excelente, empática y maravillosa». Esa familiaridad facilita que se sienta «como en casa» y que valore aún más la experiencia de actuar en la ciudad.
Es fácil percibir en Sobera la satisfacción de alguien que ha encontrado en el teatro el espacio más auténtico de su carrera y en sus gestos, la ilusión de un actor que aún disfruta, como un niño, de cada aplauso. Porque si algo tiene claro es que el teatro es ese lugar en el que la magia ocurre sin filtros, cara a cara, donde la inmadurez y la madurez se entremezclan en escena y donde el público, mientras se ríe, termina viéndose reflejado.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión