Las calles de Valladolid se llenan de sabor y buenrollismo
Las 81 casetas de la Feria de Día de Valladolid son un gran aliciente gastronómico y social para vallisoletanos y foráneos
Las calles de Valladolid se transforman durante las fiestas de la Virgen de San Lorenzo, en un escenario de sabor y alegría sin igual. Una ... de las actividades favoritas de los vallisoletanos, y también de los visitantes, es la Feria de Día, que fusiona la esencia de la ciudad con su innegable riqueza culinaria. 81 bares y restaurantes abren sus puertas al aire libre presentando una variada oferta de pinchos de feria y raciones a precios asequibles. 3,5 euros, para ser exactos cuesta el pincho. La variedad es amplia, desde las clásicas y suculentas rabas, pasando por los risottos, las patatas rellenas y las pastas más deliciosas. Las que menos abundan son las opciones dulces, aunque haberlas, haylas.
La Feria de Día es un evento que reúne generaciones. Una celebración gastronómica a pie de calle. Un encuentro entre amigos, familias y visitantes, que tratan de disfrutar del ambiente festivo mientras se toman un tentempié y hacen que el buenrollismo reine en la ciudad. Por eso, en el día de la patrona, nos vamos a comer de casetas, a disfrutar de ese ambientazo del que presume Valladolid.
Empezamos el recorrido en una zona que se incorpora este año a la Feria de Día, la zona de Santa Cruz. Allí, cada bar ofrece lo mejor de su carta, algunos, incluso con zona de terraza. ¡Mucho más cómodo. ¡Dónde va a parar! Allí nos encontramos con una mesa muy animada, que está presidida por el sevillano Sergio Guerrero y el gaditano Jesús Serra. Compañeros de trabajo que se han reunido con varios amigos. «Vivimos en Valladolid desde el año 2000 y nos encanta la Feria de Día y más todavía, si la podemos disfrutar sentados», dicen. Les pillamos saboreando una ración de torreznos. «Es vital tener mesas, porque uno se cansa estando de pie y con el plato en la mano. Así podemos comer y disfrutar de la feria tranquilos y más, si hay sombra. Esta zona nos gusta mucho. La de la Universidad está más masificada», comenta Sergio. «El precio de las raciones está bien. El de los pinchos, me parece un poco caro. Pero entiendo que son ferias y que los bares tienen que hacer su negocio», opina su amigo Jesús al tiempo que pregunta a sus amigos «¿Ponemos pasta o algo?». Toca pagar y siempre es mejor hacerlo a pachas.
Los ha atendido Jesús Franco, encargado de las casetas vecinas Desmantel y Palosanto. «Esta zona se estrena este año y la verdad es que ha resultado muy bien. La gente ha respondido. La frecuentan sobre todo familias, porque es más tranquila y tiene menos aglomeración. Además, agradecen mucho que hayamos puesto mesas con sillas», dice este profesional.
Nos dirigimos a la zona de la Universidad. Allí el ambientazo es total. Vallisoletanos y foráneos de todas las edades, se dan cita en esta plaza para disfrutar de una buena gastronomía a pie de calle. «Estas ferias están siendo geniales», dice Miguel Vaquerizo, camarero en la caseta de La Biblioteca. «Llevo 33 años trabajando en ferias, casi siempre en casetas y éstas fiestas están siendo de las buenas, buenas. Quitando el domingo, que tuvimos lluvia, el resto de días, fenomenal», añade. En su opinión, los precios son «más que ajustados». «Tomar una chapata de solomillo al roquefort con una caña por 3,50 euros, me parece que está fenomenal», señala. En el interior de la caseta, el trajín y el calor es impresionante. Allí están Laura y Sofía, son estudiantes y es la primera vez que viven la Feria de Día trabajando. «Somos unas valientes. Usamos ventiladores para llevarlo mejor. Estamos en cocina, sirviendo patatas revolconas, chorizo a la sidra, provolones… esto es un no parar. Es otra manera de pasar las fiestas», dicen estas cocineras.
A pocos metros de allí, los amigos Antonio, Pedro y Ana disfrutan charlando mientras se refrescan con una caña. «Venimos algún día suelto y solemos cambiar de zona. Lo que más nos gusta es el ambiente, porque las cañas no están bien tiradas y además, no es lo mismo tomarse una caña en vaso de cristal que en vaso de plástico. Por eso, preferimos ir al bar que a la caseta. Aún así, de vez en cuando nos acercamos porque el ambiente está fenomenal y se agradece que haya música en directo», señalan.
Los que disfrutan a lo grande de la Feria de Día, es el matrimonio formado por Pedro y Feli. No les importa compartir mesa con desconocidos y sonríen pensando cuál será la siguiente parada gastronómica. «Venimos de la procesión y nos acabamos de tomar un arroz a la zamorana y unos garbanzos con callos. Ahora vamos a por un bocata de albóndigas con tomate natural que está buenísimo», comentan. «El precio del pincho no nos parece mal, porque tal y como está todo… y lo de comer en la calle, nos encanta», continúan.
El vallisoletano Gabriel Martínez tampoco ha querido perderse un buen vermú en las casetas. Junto con amigos y sus dos hijos pequeños, Jaime y Lucas, recorren sus favoritas. «El ambiente es espectacular. Están todas llenas. Solemos venir por lo menos, 3 ó 4 días de casetas. Viviendo en el centro es mucho más fácil, porque con sólo salir a la calle, ya te las encuentras. Me encantan las tres zonas que hay alrededor de la catedral porque el entorno es bonito, las calles son anchas, hay música de ambiente y la comida está muy bien», dice.
Ángel Barcenilla y Marta Rico viven en Tordesillas, donde también es fiesta. Pero no han querido perderse la Feria de Día de Valladolid. «Hemos hecho una escapada, porque nos gusta mucho, aunque luego regresamos a Tordesillas», dicen. Se da la circunstancia de que él se dedica al alquiler de casetas. Tiene 5 en esta feria. «Este año ha sido un boom. Ha habido más demanda que nunca. Al parecer, en años anteriores hemos dado un buen servicio, y nos han llamado hasta 23 establecimientos para alquilar sólo en Valladolid y otras 15 entre Palencia, Medina del Campo y otros municipios. Este tipo de ferias es una actividad que va en aumento. Al hacer buen tiempo, a la gente le gusta alternar en la calle. Por eso hay tanta demanda», informa.
Acabamos nuestra ruta en la zona de San Benito que también está a tope de público. Allí encontramos un buen número de casetas, auténticos emporios culinarios temporales con opciones para todos los gustos. Israel Mármol, un vallisoletano de adopción, se lo pasa en grande con sus amigos, mientras saborea una ración de arroz a la zamorana. «Cada vez que salimos de casetas, visitamos 5 ó 6. A la hora de pagar, solemos poner bote y si alguien lo adelanta, le pagamos por Bizum, es lo mejor y lo más útil», apunta.
Y hasta aquí nuestro delicioso recorrido de hoy, aunque el ambiente distendido y festivo sigue durante el resto del día. Y de la noche. ¡Buen provecho!
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