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Arizona Baby, rock sin concesiones, desde Valladolid al mundo
Esta gran banda pucelana sorprendió a su entregado público en la que fue una vuelta a sus raíces y a sus fiestas «de siempre»
El día de la patrona se celebró en la zona de Moreras la segunda edición de Vivestival, con un concurso de músicos emergentes de Vive! ... Radio, en el que participaron los grupos Maref (Valladolid), Gekkõ (León) y Carameloraro (Salamanca). La cita concluyó con la actuación de Arizona Baby, una de las bandas más singulares y reconocidas que ha dado Valladolid en las últimas décadas. Con más de veinte años de trayectoria, seis discos a sus espaldas y giras internacionales en lugares tan dispares como Londres, México o Nueva York, siguen siendo fieles a la filosofía con la que empezaron: hacer rock honesto, sin artificios, siempre a su manera. Y es que, Arizona Baby no entiende de atajos. Su historia es la de un grupo que ha resistido a modas, etiquetas y cambios en la industria, y que defiende, por encima de todo, su forma de hacer música.
El grupo lo forman Javier Vielba (voz y guitarra), Rubén Marrón (guitarra) y Guillermo Aragón (batería). «En 2005 sacamos nuestro primer disco, estuvimos en Londres bastante tiempo, tocamos mucho por Inglaterra, estuvimos en Grecia en un festival… En 2009 sacamos nuestro segundo disco, que fue el que nos catapultó a la primera línea del rock español y del indie», recuerda Vielba. Ese salto cambió todo. «2009 fue el gran año de aparecer en el panorama y 2010 fue nuestro año. Estuvimos girándolo constantemente. 2009, 2010, 2011 hacíamos una media de 120 conciertos al año por toda España», resume. Con ese ritmo era inevitable cruzar fronteras: México, Alemania, Estados Unidos, con parada en el mítico South by Southwest de Austin, y un sinfín de salas y festivales que han convertido su historia en una de las más sólidas del rock independiente en España.
Su trayectoria no se entiende sin una manera muy concreta de ver la música. Vielba lo explica con una metáfora gastronómica. «Nosotros hemos aportado sabor al menú de la música nacional. En unos tiempos en los que la cocina muchas veces es fusión o cocina innovadora, nunca se puede olvidar el puchero de la abuela o un buen asado a la brasa. Nosotros traemos ese sabor a la mesa, la tradición del rock and roll, los sonidos de raíz tanto hispanos como anglosajones combinados. Somos un grupo muy humanista y orgullosos de portar la llama de la tradición del rock and roll, de las primeras músicas urbanas». La suya es una forma de estar en la industria que no sigue modas ni estrategias. «Siempre hemos sido independientes y hemos autogestionado nuestra carrera. Nosotros somos noticia, no producto. No nos movemos por modas, ni por agendas, ni por cuadros de objetivos como si fuéramos una empresa. Lo nuestro es arte, oficio y preservar códigos que creemos que no se deben perder», subraya el vocalista de la banda.
El valor del rock
Estos músicos vallisoletanos reivindican la vigencia del rock y de los instrumentos reales e insisten en que este estilo musical es una forma de estar en el mundo. «El público ahora está muy mezclado. Gente joven, gente no tan joven, incluso veteranos que nos siguen desde el principio. Eso pasa mucho en el rock. Tú ves a Metallica o a Guns N' Roses y siempre tienen público porque el rock es algo más que una moda, es una forma de entender la música e incluso la vida».
Uno de los fenómenos más bonitos que destacan es cómo su público ha evolucionado con ellos. «Hay una base de fans muy fiel desde el principio, que envejecen con nosotros. Cuando empezamos éramos veinteañeros, ahora somos cuarentones, y lo mismo pasa con el público. Luego están los que nos descubren en un pico de popularidad y se quedan, y ahora también vienen mucho los hijos de nuestros fans. Esos chavales que venían de niños a vernos con sus padres ahora son jóvenes que vienen por su cuenta. Nos tienen cariño, somos como sus tíos rockeros, y muchos forman bandas inspiradas en nosotros», comentan orgullosos de ese legado.
Una de las claves de su longevidad está en no obsesionarse con el futuro. Hacerlo, para ellos es un error. «Por eso se separan los grupos. En la música lo que hay que hacer es pensar de aquí a un año, en qué festivales queremos estar, cómo vamos a grabar y centrarnos en lo artístico. Nosotros ahora estamos pensando en empezar a girar mucho en Portugal, ya que nos gustaría incluirlo en nuestra ruta habitual, igual que en Ceuta o Melilla. Siempre hay nuevos territorios a los que llegar, pero piano piano».
Valladolid, siempre en el corazón
Pese a las rutas y a las giras, Valladolid sigue siendo su casa. «Para nosotros es un orgullo y una alegría tocar en las fiestas de nuestra ciudad. Valladolid siempre nos ha querido mucho. La gente siempre responde cuando tocamos. Creo que está orgullosa de que haya grupos como Arizona Baby aquí y la escena vallisoletana es muy interesante, somos parte activa de ella». En el Vivestival, mientras tocaban, se notó ese espíritu festivo. «Estar en las Moreras el día de la patrona es como regresar a las viejas fiestas de cuando éramos chavales», decían. «Nos gustaría poder tocar más a menudo en Valladolid, también en salas. Eso es una cuenta pendiente que tenemos en Castilla y León, pero somos optimistas, porque en los últimos diez o doce años hemos hecho bastantes avances», concluyen.
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