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La heladera vallisoletana KTC, antigua Carrascal, ha comunicado a la plantilla el cierre de la fábrica, ubicada en el Polígono de San Cristobal, tras cerca ... de medio siglo de actividad profesional dedicada a la elaboración de postres helados.
La clausura de la planta deja en el aire el futuro de 45 trabajadores que conforman la plantilla, en su mayoría fijos-discontinuos, que se encuentran en pleno proceso legal de negociación de las condiciones de cierre y del pago de finiquitos e indemnizaciones económicas. Así lo ha confirmado un representante de la compañía, que por el momento ha declinado hacer declaraciones.
Los primeros movimientos han llegado esta semana, con una primera reunión de parte de la plantilla con los representantes sindicales de UGT, que aseguran que por el momento «aún no hay nada concreto» y que no tienen constancia de que se haya presentado nada en la Administración. «Estamos a la espera de que sea oficial, desconocemos las causas», ha explicado Juan Carlos Serrano, secretario de la Federacción de Industria, Construcción y Agro de UGT (FICA), quien, a falta de conocer los motivos esgrimidos por la factoría, confía en que se pueda encontrar una solución distinta al cierre.
No será hasta el próximo miércoles cuando comience a perfilarse el futuro de la plantilla, cuando tendrá lugar una primera mesa de negociación convocada por la dirección, que se reunirá con empleados y sindicato.
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El cierre se materializará tras varias campañas afectados por la reducción de los márgenes comerciales del negocio. En un intento por reflotar la compañía, la marca había impulsado alianzas con otras empresas del sector agroalimentario como Trapa, tras un 2022 que tacharon de «nefasto» por la reducción de los márgenes comerciales, debido al aumento de los costes de producción y pese al incremento de las ventas.
Helados KTC cifraba entonces la subida de los costes energéticos en un 25%, similar a la de las materias primas, de un 27%. La heladera vallisoletana, además de esta última alianza, trabaja con otras importantes marcas nacionales, como Dulcesol y Filipinos.
Fuentes cercanas a los trabajadores apuntan a que la posibilidad del cierre o la venta de la compañía ya planeaba durante la última campaña, entre los meses de febrero y octubre, en los que la plantilla trabaja a pleno rendimiento.
Todo ello pese al crecimiento del sector, que en 2024 se ha mantenido estable con respecto al consumo -de media unos tres litros de helado por persona al año-, pero cuya facturación se ha incrementado en un 12,2% con respecto al ejercicio anterior, según los últimos datos del panel de consumo alimentario de Ministerio, publicados el pasado mes de agosto.
El cierre de helados KTC en el polígono de San Cristóbal se suma a la clausura de la planta de Bimbo y su reconversión en una factoría de logística tras el acuerdo alcanzado con la empresa de transportes Martínez Marcos, que ofreció mantener al menos 50 empleos, de los que han quedado vacantes cerca de un tercio.
Esta nueva clausura supone un comienzo de año negro en lo laboral, tras un 2024 marcado por el goteo constante de cierres, expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y huelgas en Castilla y León, siendo Valladolid la provincia más afectada. Y es que en mayo del pasado año la multinacional sueca de gestión de deudas Intrum anunció el despido de un tercio de sus empleados en españa, afectando a un total de 141 trabajadores de la capital vallisoletana.
Apenas dos meses después, en julio, era la multinacional holandesa Nutreco la que ponía fin a la actividad de su fábrica de piensos en Tudela de Duero, la más antigua del grupo, lo que suposo el despido de 23 trabajadores. Tras el mazazo de Bimbo en septiembre, que mandó al paro a 35 de sus 155 asalariados y prejubiló a otros 41, llegaba el turno de Iveco en noviembre. El gigante de la automación planteaba un ERTE de hasta 42 días para la factoría vallisoletana de la Avenida de Soria.
Helados KTC comenzó su andadura en Valladolid en 1975 de la mano de su fundador, José Luís Rodríguez. Reconocido en el sector por su capacidad para innovar en los procesos de producción y en el desarrollo de los helados, puso en marcha Carrascal, que le permitió posicionar en el mercado sus productos de elaboración propia y una marca competitiva. El buen rumbo del negocio en la década de los 90 le permitió embarcarse en un proyecto más ambicioso, mejorando y ampliando sus instalaciones del polígono de San Cristobal, momento en el que lanza su nueva marca, KTC. En los años posteriores la heladera vallisoletana vivió un proceso de expansión que le permitió abrir algunas delegaciones por todo el territorio nacional y que le ha llevado trabajar con las grandes empresas del sector de la alimentación.
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