Las experiencias gastronómicas buscan su hueco frente a la cocina tradicional en Valladolid

Para Fuera de Carta es tan importante comer como cocinar, así que piden a sus clientes que se remanguen y trabajen sus propios platos bajo la supervisión de un profesional. «Aquí es el cliente final cocina la comida que después va a degustar. Pero no hay nada que temer. Nadie se queda sin cenar, porque los cocineros están pendientes de que la receta se haga según las pautas establecidas», bromea Yaiza.

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Otro de los establecimientos de Valladolid que se dirige a un cliente que pide «otra cosa a la cocina» es el Cocino Divino que, de la mano de Miguel Ángel Sanz, convierte la cocina en una experiencia. «En un restaurante normal llegas, reservas la mesa, pides, te ponen la comida, pagas y te vas. Aquí las cosas son distintas. Aquí vienes con un grupo, que tenemos tasado entre ocho y doce personas, y tú estás solo con tu gente. Hay una serie de menús, pero si no te encaja, te lo hacemos nosotros a medida. Cocinamos en directo todo lo que vamos a comer y explicamos por qué pasan las cosas cuando las cocinas», asevera Miguel Ángel.

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Este tipo de iniciativas están teniendo una gran aceptación en grandes urbes. ¿Pero hay mercado en Valladolid para estos negocios? En Cocino Divino lo tienen claro. «Nuestro público objetivo es prácticamente todo. Damos cursos de cocina para niños, que son los que más han funcionado. Las empresas también se interesan por nuestros 'team building', otros vienen para hacer cursos y algunos llegan para disfrutar de un 'show cooking'. Las posibilidades son muchísimas», concluye Miguel Ángel Sanz, que ha visto en este novedoso concepto un nicho de mercado en el que invertir en Valladolid.