Un encapuchado asalta con un cuchillo una tienda de Valladolid y se lleva el dinero de la caja
«Me vio temblar de miedo y me dijo: Tranquila, que no te voy a hacer daño», recuerda la propietaria del negocio situado en Parquesol
La puerta de la humilde tienda de productos ecológicos que Maite González tiene en el barrio de Parquesol está abierta de par en par. Como ... siempre. Solo han pasado tres días desde que un encapuchado asaltara su negocio, situado a la altura del número 2 de Juan Martínez Villergas, le apuntara con un cuchillo «bastante grande, de los de cocina» para hacerse con la recaudación de la caja, pero dice que no se le pasa por la cabeza «cambiar nada» de lo que hacía hasta este lunes. «Dejo siempre la puerta abierta para que se ventile y lo seguiré haciendo, igual que me quedo en la trastienda y cuando veo entrar a los clientes por el espejo, salgo», sostiene.
Aún tiene el «miedo en el cuerpo». No está tranquila, pero «hay que seguir adelante». Recuerda cada detalle de aquellos «interminables» segundos. Estima que no fueron más de treinta. También de cómo era y cómo actuaba el ladrón, que se llevó una «importante» cantidad de dinero que guardaba en la caja registradora. «Menos mal ahora la mayoría de los clientes pagan con tarjeta, pero si me llegan a pagar en efectivo, ese día que hubo tanto jaleo...», cuenta aliviada.
Eran las 20:45 horas del pasado lunes. Todas las tiendas de Juan Martínez Villergas, excepto la suya, ya habían bajado la verja. Maite González se preparaba para hacer lo mismo cuando un hombre de mediana edad, de habla española y parapetado bajo unas gafas de sol, mascarilla y recubierto con un chubasquero «verde botella de plástico como el de las atracciones, roto por el hombro», entró de forma apresurada en el negocio.
Se quedó «parado» frente al mostrador y en cuanto vio llegar a la propietaria sacó de su bolsillo un cuchillo de unos veinte centímetros de hoja, según sus cálculos, y se lo «enseñó». «Sacó el arma, no llegó a apuntarme pero sí imponía. Me dijo que quería el dinero y se marcharía, así que abrí la caja y le di todo lo que tenía», incide. Revela, además, que le «llamó la atención que no parecía agresivo». De hecho, la vio «temblar de miedo» y la dijo que «estuviera tranquila que no iba a hacerme daño». Cuando ya se hizo con la recaudación, huyó «rapidísimo» a pie hacia Amadeo Arias. «Me dijo: 'Llama si quieres a la Policía, pero espera entre tres y cinco minutos para hacerlo'».
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