Una joya de la arquitectura del siglo XIX que supuso la incorporación de la cultura urbana moderna en Valladolid
Valladolid, piedra sobre piedra ·
Es uno de los tres ejemplos que quedan en España de este tipo de galerías comerciales que surgen en París, como consecuencia de la revolución industrialSARA BECERRO ALONSO
Valladolid
Martes, 20 de octubre 2020
En España, el Pasaje Gutiérrez de Valladolid -junto con el Pasaje de Lodares de Albacete y el Pasaje del Ciclón de Zaragoza-, son los ... únicos ejemplos que quedan de este tipo de galerías, aparecidas en París como consecuencia de la revolución industrial del siglo XIX. Fueron concebidos como pasadizos que servían de comunicación entre calles concurridas y destinados a ampliar espacio para el comercio y a día de hoy, Valladolid sigue manteniendo entre sus calles, esta joya arquitectónica de hace más de 100 años.

La cultura urbana moderna llega a Valladolid
El Pasaje Gutiérrez es una galería comercial cubierta, de inspiración francesa, que se encuentra entre la calle Fray Luis de León y la calle Castela de la ciudad de Valladolid.
El siglo XIX estuvo marcado por la revolución industrial y la eclosión de la burguesía pero también, fue un tiempo de bonanza económica, de desarrollo del comercio y del ocio urbano. Y Valladolid, no fue ajena a este nuevo espíritu que traía cambios por lo que la construcción del Pasaje Gutiérrez fue celebrada como signo de la incorporación la ciudad a la cultura urbana moderna.
El proyecto propuesto en la ciudad era el de una galería comercial que comunicase las zonas de la Catedral y la Plaza Mayor, zonas que en la segunda mitad del siglo XIX conocieron un rápido progreso económico que creó un gran dinamismo e impulsó la creación de cafés, lugares de juego como el Círculo de Recreo, tertulias o zonas burguesas, como la Acera de Recoletos. El proyecto tomó como modelo otras galerías comerciales que ya habían aparecido en otros países europeos por aquella época, como en Francia, Italia y Alemania.
El día de su inauguración, en el balcón con el reloj situado en la salida hacia la calle Fray Luis de León, tocó un cuarteto de cuerda. Aunque a partir de ese momento, la galería no fue tan fructífera como se esperaba y por desgracia, dejó de funcionar pocos años después de su apertura y quedó sumida en el abandono.

Construcción y arquitectura
La galería, se construyó por iniciativa del comerciante Eusebio Gutiérrez allá por 1886, quien le encargó la obra al arquitecto Jerónimo Ortiz de Urbina, también autor de otras obras arquitectónicas en la ciudad, como el colegio San José; y está dividida en dos tramos que forman un ángulo obtuso.
Las puertas de entrada son de reja y portan una inscripción con la fecha de su construcción -en una entrada 1885, el año que comenzó, y en la otra 1886, el que terminó-, y con el nombre de la galería: 'Pasage Gutiérrez'. Las cubiertas forman un sistema independiente del resto del pasaje y la estructura de los soportes es toda de madera, a excepción de la rotonda central.

Esta obra es un claro ejemplo de la arquitectura 'beaux-artiana' donde se combinan las órdenes más clásicas con las nuevas tecnologías que existían el pasado siglo como: la cubierta de hierro o la teja de vidrio; además de la iluminación a gas que se puede observar en los brazos de los globos de luz que son originales -las fachadas exteriores están construidas en ladrillo y presentan antepechos de hierro forjado en los balcones-.
Las fachadas, de ladrillo a dos calles, con tres alturas de viviendas exteriores y dos interiores, de las cuales estas últimas, al igual que los locales comerciales, se articulan a los lados del eje que con un ligero ángulo cruza su interior, de calle a calle, en forma de calle cubierta o pasaje.
Uno de los elementos que llaman la atención es la escultura de terracota que asoma en un balcón interior. Obra del parisino M.Gossin, y que representa a unos niños que sostienen un reloj.

Algunos historiadores de nuestro país, como Clemente de Pablos, cuentan que los niños que están con el reloj, son personajes de la novela 'Paul et Virginia' publicada en 1787 por Jacques-Henri Bernardin, -con la que se hizo popular-, un escritor y botánico de Saint-Pierre. El conjunto fue realizado por los talleres de Jules Visseaux .
El Pasaje Gutiérrez está desarrollado en dos tramos que van enlazados por una rotonda bajo una gran cúpula de cristal. Ésta, cobija una escultura que imita el renacentista 'Mercurio de Juan de Bolonia', como representación del dios del comercio y realizada por la Sociedad de Altos Hornos y Fundiciones de Arte del Val d'Osne en Haute-Marne, -un departamento francés situado en la región de Gran Este-.

Al lado de la rotonda que forma la gran cúpula que recoge esta escultura, y rodeando a Mercurio, se ubican las figuras de terracota realizadas en el taller de Jules Visseaux que hacen la representación de las cuatro estaciones del año -una alegoría femenina- realizadas en la técnica de paños mojado las cuales podrían ser también, del autor M. Gossin.

A pesar de la gran joya arquitectónica que es, los materiales que se emplearon son de gran pobreza -con un destacado papel de materiales como el acero y el cristal-, pero la impresionante decoración pictórica y escultórica del pasaje, enmascaran cualquier rasgo visible de ello. Con el paso de los años ha sido necesaria la restauración de algunos de estos materiales para que así, la galería comercial recuperara su esplendor. Y, además del repertorio decorativo, destaca el reloj que se encuentra en una tribuna interior en forma de dosel.
Arte 'por todos los techos'
Además de su arquitectura, si hay algo por lo que se caracteriza el Pasaje Gutiérrez, es por su arte. La rica decoración, tanto pictórica como escultórica, con múltiples alegorías que representan las estaciones o el comercio, enmascara la pobreza de los materiales que se emplearon en su construcción y que han hecho que las restauraciones sean necesarias con el paso de los años para seguir manteniendo su esplendor.
Los techos, están realizados en estructura de hierro y láminas de cristal -elaborado en la Real Fábrica de Cristales de la Granja- y decorados con pinturas al estilo veneciano encoladas en lienzos al propio techo.
Los techos se adornan con pinturas de Salvador Seijas, profesor de la Escuela de Bellas Artes de Valladolid, y palentino de Fuentes de Nava, representando temas mitológicos y alegóricos, con ornamentación de estucos y motivos vegetales. Son alegorías de la Agricultura y la Industria, en forma de bellas mujeres; el Comercio representado por el dios Mercurio, las Artes como una ofrenda al dios Apolo, y la Primavera en forma de flores y frutos.

Mala suerte
La idea principal con la creación de este pasaje era contar en la ciudad de Valladolid, con una elegante zona comercial que estuviese destinada para la alta y media burguesía vallisoletana, y que pudiera ofrecerles productos llegados de todas partes de Europa.
Sin embargo, por desgracia y mala suerte, el Pasaje Gutiérrez, no caló entre los ciudadanos castellanos y el proyecto abocó al abismo tan solo unos pocos años después de su creación: fue pasando por distintas épocas, ninguna buena, con presencia de pocos negocios y poca vida comercial.

Fue en 1986 cuando los dueños cedieron la propiedad de uso al Ayuntamiento de Valladolid, a cambio de su restauración. Ésta se prolongó entre 1990 y 1993 y fue Ángel Luis Fernández Muñoz, quien restauró esta joya arquitectónica después de una gran cantidad de años abandonado por sus propietarios, volviendo a la vida con algún café y nuevos negocios.
Pero, en 2010, los arquitectos Javier López de Uribe y Fernando Zaparaín volvieron a remodelarle esta vez, definitivamente hasta la actualidad: sufrió una profunda rehabilitación y además fue dotado de una nueva iluminación, que lo han hecho aún mas atractivo para los visitantes y también, para la vida comercial de los negocios. Además, se incluyó en la ruta 'Ríos de Luz' de la ciudad de Valladolid -que obtuvo el premio 'City People Light' en 2011.

Actualmente el pasaje resulta un gran atractivo para los visitantes que pasan por Valladolid, pero también ha recuperado el protagonismo para los propios vallisoletanos. Multitud de personas, de dentro y de fuera, pasan cada año por la galería para fotografiar sus pasajes repletos de arte. Además, en 2010, el mismo año de su último lavado de cara, cumplió 125 años desde el inicio de sus obras en 1885.
Y, como curiosidades, en el Pasaje Gutiérrez se rodó la película 'Memorias de Leticia Valle', basada en la novela de la gran escritora vallisoletana, Rosa Chacel; y fue declarado Bien de Interés Cultural en abril de 1998 por la Junta de Castilla y León, categoría de monumento histórico-artístico.
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